El retrato de la maldad
Sabino Méndez, nuestro Sabio de domingo, reflexiona sobre el mal inherente a la humanidad, pero equidistante con respecto a cada individuo. ¿Cómo podemos controlar la maldad que a veces parece tan cotidiana?
La Historia de la humanidad es una historia bélica, repleta de crímenes terribles y de guerras brutales que han condicionado el sino de los acontecimientos hacia el momento actual. Vivimos en un Occidente caracterizado por una aparente o supuesta paz que se logró tras las atrocidades del periodo más belicoso y terrorífico de la Historia, acontecido a lo largo del siglo XX. Dos Guerras Mundiales y una Guerra Fría camuflada en los lejanos territorios de Oriente donde todavía hoy humean los rescoldos de aquello, incluso, quizá con más viveza. Pero aquí, en Occidente, vivimos en paz. O eso creemos.
Sin ir más lejos, esta semana han sucedido una serie de desgracias que han conmocionado al país: el asesinato de un niño inocente en Lardero, la brutal agresión sexual y violación a una joven que acabó ingresada en la UCI y las decenas de crímenes que no se mediatizaron pero que, del mismo modo, acontecieron.
Sin embargo, pese a la recurrencia y lamentable cotidianidad del mal, este sigue sorprendiendo entre nuestra especie.
"Esta perplejidad significa que no hemos perdida nuestra capacidad de conmovernos, de empatizar, de compadecernos, el instinto de rebelarnos contra la crueldad y la justicia", ha explicado Sabino Méndez apuntando que "a pesar de la historia eterna de crímenes humanos que se pierde en la noche de los tiempos, no nos hemos insensibilizado por la costumbre como para no sobresaltarnos".
¿Sabemos identificar el mal?
No obstante, trascendiendo la esencia humana de la emoción y la sensiblería, nuestro sabio de domingo ha apuntado que detrás de esta perplejidad subyace la falta de comprensión. "Nos cuesta reconocer la existencia del mal en el ser humano; no lo comprendemos", indicaba. Lo cierto es que prácticamente nadie se identifica con el mal puesto que, de hecho, casi nadie lo reconoce en sí mismo.
"Nos cuesta reconocer el mal en nosotros mismos porque todos queremos ser buenos y bondadosos", ha argumentado.
Méndez señalaba directamente a la forma del mal, pues "no existe de una manera absoluta ni se presenta de una forma pura", algo que complicaría bastante los juicios humanos que navegan a la deriva de la escala de los grises y de las contradicciones humanas. A la vista está que no todo es blanco o negro y que por ende, nadie se erige en la mejor persona exenta de todo mal y viceversa. ¿O sí?
La expresión del mal en el Arte
Quizá esta incertidumbre ha provocado que el mal humano constituya una de las temáticas universales a las que más han recurrido los artistas a lo largo de la historia. Dice Sabino que, "carencia de la educación emocional, es mucho más difícil retratar bien la dulzura y la bondad que retratar el mal". No en vano, la Historia nos ha brindado grandes títulos protagonizados por personajes perversos creados por Dostoyevski o Shakespeare en obras como Macbetho Ricardo III.
Control del mal
Sepamos o no identificarlo, el mal es una realidad que asuela nuestra vida cotidiana, motivo por el cual, recomienda Sabino, "lo mejor será reconocer el mal que pueda existir en nosotros mismos para, así, controlarlo y evitar que se vuelva venenoso"
"Desconfiemos de las emociones e intentemos conocernos a nosotros mismos: reconocer nuestras partes malas, el lado oscuro del ser humano. Así estaremos prevenidos para combatir y sofocar nuestras peores facetas y no sorprendernos tanto de la normalidad civil del criminal o de la absoluta banalidad y cotidianidad del mal que habita entre nosotros", ha concluido el sabio.