Ignacio Varela: "Ser segunda violinista no tiene nada de malo, pero tampoco de extraordinario"
Ignacio Varela critica en 'Por fin no es lunes', la viralizada carta de una madre que cuestiona la exigencia desmedida y aplaude la 'comedida' aspiración de su hija: ser segunda violinista en la orquesta.
Hace unos días el diario El País publicó una carta que una mujer española, afincada en Escocia, envió a la directora del periódico. Era un texto muy breve, de apenas doce líneas y, según Ignacio Varela, nuestro Sabio de Sábado, no era más que "una catarata de topicazos, cursilerías, babosidades y lugares comunes sobre la búsqueda de la excelencia, el espíritu de la competición y la supuesta infelicidad asociada al éxito".
"La felicidad del segundo violín", así tituló aquella mujer la carta donde relataba el expreso deseo de su hija -cuya edad desconocemos- de erigirse en la segunda violinista de la orquesta. "Mi hija quiere ser segundo violín, no primero, ni solista; ella lo que quiere es tocar tranquila en un segundo plano porque eso le hace feliz", escribía la autora para iniciar su tesis.
Sin embargo, Ignacio Varela no ha dudado en cuestionar la supuesta hipocresía de quien aplaude la modestia de su hija, pero al mismo tiempo decide escribir una carta a un periódico de tirada nacional que le lanzará a la fama: "todo lo contrario de dejarla tocar tranquila en segundo plano", apunta el sabio.
La felicidad de los padres y de las madres
"Si su hija desea ser segunda violinista quizá sea porque disfruta más de la música que de la fama y le inquieta atraer todas las miradas, pero su madre le propina una ración de lo contrario", exponía Varela.
"Muchos padres no desean hacer felices a sus hijos, lo que desean es que sus hijos les hagan felices a ellos y, para ello, por ejemplo les exigen que hagan lo que ellos no fueron capaces de hacer", añadía el sabio.
Y es que lo cierto es que, tras la publicación de la carta, tanto la niña como la madre saltaron a la fama en los medios de comunicación y en las redes sociales donde elogiaron la actitud de la autora que "sin duda, es lo que buscaba", indica Varela.
"Ha escrito la mejor carta al director del año a costa de su hija. Ha conseguido hacerse célebre cabalgando sobre la aparente falta de ambición de su hija", criticaba el sabio.
La excelencia de la orquesta.
Ignacio Varela ha sido contundente al defender la importancia de la ambición y las aspiraciones hacia la excelencia. "Muchos de los grandes llegaron a ser grandes porque aspiraban a ser los más grandes", ha dicho. Y es que a Varela le preocupa que "del torrente de banalidades que se han podido leer en la red y en la prensa parecería que quien aspira a lo máximo dentro de su actividad es un ser detestable que además, está condenado a ser infeliz porque lo más probable es que no lo consiga".
"Ser segunda violinista o segundo de cualquier cosa no tiene absolutamente nada de malo, pero no tiene absolutamente nada de extraordinario", reconocía antes de apuntar que "quizá lo que la niña de la carta desea es sentirse parte de algo hermoso como la orquesta".
"Allí se orquestan los talentos de muchos para conseguir resultados armónicos y superiores a la mera suma de los esfuerzos individuales; formar parte de eso sí proporciona una satisfacción muy especial, incluso mayor que la que da el éxito individual", concluía.