Ignacio Varela: "Un partido que tenga vocación mayoritaria tiene que ser abierto, complejo y diverso"
Ignacio Varela, nuestro sabio de guardia, reflexiona en 'Por fin no es lunes' sobre la rivalidad partidaria inherente al funcionamiento interno de los propios partidos políticos.
Ignacio Varela, nuestro sabio de guardia, reflexiona en 'Por fin no es lunes' sobre la rivalidad partidaria inherente al funcionamiento interno de los propios partidos políticos y es que, según evidencia nuestro sabio, "la propia palabra partido ya lleva intrínseca una noción de conflicto". De hecho, Ignacio Varela trasciende su propia afirmación asegurando que "los partidos políticos son la única organización humana que se hace daño a sí misma voluntariamente y a sabiendas".
Actualmente, el Partido Popular parece estar siendo víctima de un auto ataque que, de no frenarse a tiempo, podrá ser perjudicial para el partido. La lucha por el liderazgo de Madrid ha enfrentado a la presidenta regional, Isabel Díaz Ayuso, con el secretario general del partido, Pablo Casado, y sin embargo, "no encontrarás un solo votante, militante o dirigente que crea que puede salir algo bueno de todo esto, pero siguen adelante como si no pudieran evitarlo", subrayaba el sabio.
No obstante, en contra de la idea generalizada, Varela no piensa que los votantes penalicen las rivalidades internas de manera absoluta, sino que solo se recurre al "castigo" cuando el conflicto resulta pernicioso e incomprensible
"Esta es una sociedad abierta, diversa y compleja, así que un partido que tenga vocación mayoritaria tiene que ser abierto, complejo y diverso", manifestaba el sabio apuntando que "para aglutinar mayorías, se tiene que representar un abanico muy amplio de ideas y de intereses sociales".
Los cuatro indicadores de los conflictos perniciosos
Ignacio Varela ha explicado que existen cuatro indicadores que permiten identificar cuando un conflicto interno puede erigirse en una herramienta dañina.
1. Cuando el conflicto está completamente desconectado de la realidad social y, por ende, resulta inútil.
El sabio de sábado explicaba que la sociedad demanda debates de índoles social, es decir, donde se abordan cuestiones de interés generalizado. En cambio, Varela explicaba que "si toda la problemática es cien por cien endógena y doméstica, entonces, viene el castigo".
2. Cuando el conflicto es incomprensible para el común de los mortales.
A este respecto, Varela se cuestionaba el origen o la causa primigenia del conflicto actual en el Partido Popular y hallaba que no existe un motivo subyacente de relevancia social como podría ser una discrepancia ideológica. "Yo tampoco sabría decir cuáles son las diferencias ideológicas o prográmaticas entre Isabel Ayuso y Pablo Casado", indicaba. Por lo tanto, cuando el conflicto resulta incomprensible e inexplicable, se vonvierte en "tóxico".
3. Cuando se pierden las formas y degenera en batalla campal.
A propósito de este indicador, Varela recordaba la reunión del comité general del PSOE acaecida octubre de 2016 donde un cordón policial hubo de intervenir para evitar que los militantes se pelearan entre ellos mismos.
4. Cuando la forma en la que el conflicto se resuelve deriva en escisión.
Esto sucedió en los años 80 con el Partido Nacionalista Vasco y hace unos años con Podemos que, lejos de unificar a la izquierda, propició el auge de un movimiento verde liderado por el ex-dirigente morado, Íñigo Errejón. "Lo de Casado y Ayuso no ha llegado ea ese punto, pero si se empeñan, lo van a conseguir", apuntaba Varela.
Los debates, la esencia de los grandes partidos
En cualquier caso, Ignacio Varela incidía en la importancia del conflicto en tanto que "no puede haber un gran partido sin grandes debates".
"Si un debate partidario es relevante para la sociedad, la gente puede entender de qué se trata, se desarrolla de forma civilizada y concluye sin una quiebra o un genocidio interno puede ser saludable y hasta beneficioso", opinaba.
Sin embargo, la tónica suele ser la opuesta y con frecuencia se fomentan rivalidades fundamentadas en "choques de egos" o en "sentimientos de traición" que, en la praxis, no aportan nada a la sociedad. Ahora bien "a veces, la ausencia de conflicto o de debate es lo que crea problemas", concluía el sabio.