Nos acercamos a la Semana Santa y el debate sobre la movilidad gana presencia. "Ayuso se equivoca: la bajada se está frenando, los casos aumentan en Europa por la variante británica. ¿Fatiga social? Más cansa la enfermedad. Toda la prudencia es poca", afirma Pablo Pombo.
Pero cuando por fin sea lunes, llegará el día de la mujer. "También con su dosis de una polémica que no queremos hoy", dice. Por ello, ha querido comenzar con un pequeño homenaje a la generación de nuestras madres por ser las heroínas de nuestro país. Por haberse enfrentado solas a las cosas a las que después les hemos puesto nombre.
"Todavía bajo la dictadura, se incorporaron al mercado laboral, se liberaron del dogmatismo religioso, fueron decisivas para traer la democracia, levantaron familias, sufrieron violencia de género y tuvieron que convivir con hombres, como nuestros padres, que ni las comprendían, ni entendían el cambio que estaba ocurriendo. Se lo debemos todo a esa generación de mujeres. Sólo por ellas habría que celebrar el 8 de marzo de siempre", asegura.
Según el colaborador, lo central sigue igual. "Queda camino porque sigue habiendo barreras y privilegios. Es absurdo negarlo. Algunos retos son nuevos. La pandemia, por ejemplo, está suponiendo un retroceso. También se ven cambios dentro del propio feminismo que quizá merezcan una reflexión. No lo digo desde el paternalismo, sino desde la complicidad", dice.
Además, nos cuenta que hace años, cuando ser gay no estaba bien visto, "Pedro Zerolo me enseño que la capacidad de sumar es determinante para los movimientos sociales”. ¿Ha perdido capacidad de suma el feminismo español en los últimos años? "Yo creo que sí", afirma.
"Creo que todas las etiquetas pesan y que podrían sumar más voluntades a su causa. Creo que sobra dogmatismo. Pero ojalá me equivoque y vivamos en una sociedad menos desigual muy pronto. Lo necesitamos", sostiene.