Sepultados en toneladas de basura covid
En Por fin no es lunes en Divulga que algo queda Mario Viciosa nos habla de la contaminación que genera el uso masivo de las mascarillas por la pandemia. Además, nos resuelve la duda de la semana: ¿Por qué no podemos estornudar con los ojos abiertos?
Como cada domingo Mario Viciosa nos acerca al mundo de la ciencia en su sección Divulga que algo queda. El próximo martes el Consejo de Ministros acabará con la mascarilla en exteriores. Hay voces que destacan que, tras dos años de pandemia, deberíamos haber aprendido a hacer un uso más racional de mascarillas. También por cuestiones ambientales, no sólo epidemiológicas. En esta línea, un informe de la OMS apunta a que las mascarillas no reutilizables, los embalajes de vacunas, tests y los trajes EPI se han convertido en una inesperada y masiva fuente de contaminación plástica.
¿De cuántas toneladas estamos hablando? Más de 200.000 toneladas, sólo en material aportado a las instituciones de salud. Eso sumando el plástico de máscaras quirúrgicas y FFP2; los plásticos de los tests; las jeringas de las vacunas y, sobre todo, los trajes EPI que usan en hospitales. Una mascarilla no médica, de las azules, pesa unos 5 gramos. Son tantas y tantas las que se desechan cada día en el mundo que su peso termina midiéndose por toneladas. Unos 350.000 kg mensuales de desecho no reciclable en todo el mundo.
¿Qué se hace con ellas? En teoría, deberían incinerarse, pero todos hemos visto las mascarillas tiradas por la acera. Muchas terminan fuera del contenedor y esos plásticos se fragmentan y se incorporan a los ecosistemas, durante decenas o cientos de años. Y pueden ser ingeridos por aves, por peces y hasta absorbidos por raíces de plantas, dañando su metabolismo.
¿Qué hay que hacer con las mascarillas desechables?
La normativa dice que va a la basura normal, al contenedor "resto". Pero, por ejemplo, el embalaje sí puede ser reciclado. Se trata de abrir un debate sobre si se debería crear procedimientos específicos para reciclar en un sitio concreto mascarillas, o los plásticos de las tarjetas de los test de antígeno. Y en los centros sanitarios, las jeringas. Los expertos dicen que va siendo hora de racionalizar el uso de las mascarillas. Por ejemplo, las de tela, que son mucho menos efectivas que las FFP2, sí que pueden ser útiles en entornos de poco riesgo. Las de tela, al ser reutilizables, nos ahorran algo ese problema de los plásticos. Y las FFP2 las podríamos reservar para contextos interiores con mucha gente.
Además, nuestro divulgador de cabecera, Mario Viciosa nos resuelve la duda de la semana. ¿Por qué no podemos estornudar con los ojos abiertos? La mayoría de las personas no puede estornudar con los ojos abiertos porque es un acto reflejo. Además, así se evita que entren partículas en ellos.