Comenzó a pintar en fábricas abandonadas y en vías de ferrocarril cuando era un adolescente. Siempre destacó por sus dibujos a pesar de no ser un alumno brillante. Pero su vida cambió cuando se matriculó en Bellas Artes y empezó a viajar por el mundo.
París, Londres, Berlín, Nueva York, Denver, Hong Kong, etc. países de todo el mundo se lo rifan. Lo mismo pinta una iglesia en Marruecos, que un castillo en el Valle del Loira o un edificio de 30 plantas en Toronto. Spray en mano, sobre un andamio, traza figuras geométricas y estampados multicolores. Y es que lo suyo son las alturas.
Su creatividad no tiene límites. Sus cuadros cuelgan de los museos más importantes del mundo y sus esculturas, igual inundan las calles de Boston que llegan hasta el lugar más frío del planeta. Hasta las celebrities solicitan su trabajo. Su vida es un continuo viaje. Y en ese ir y venir, Ciudad Real es su presente destino. Hoy se encuentra en plena faena en un proyecto titánico de arte e inclusión social. Su nombre es Óscar San Miguel, aunque artísticamente todo el mundo le conoce como Okuda San Miguel. Todo un genio del arte.