Al igual que Trump, el brasileño Bolsonaro esperó a ver si le hacían el trabajo sucio del asalto a las instituciones y cuando vio que esa insurrección no iba a ninguna parte hizo una tibia condena.
Desde el Rey Sol hasta los actuales dictadores pasando por Bonaparte todos están cortados por el mismo patrón. Regímenes personalistas, leyes a medida y el pensamiento unívoco de que son ellos o el caos.
Y nunca es así. El mundo sigue girando a pesar de ellos y de sus desmanes siempre que la ley y las instituciones sean fuertes. Sólo si la legislación y los poderes del estado se fragilizan hasta dejarlos inservibles para protegernos, quedamos al albur de cualquier iluminado enamorado del poder.