Rusia actúa como un criminal de guerra en una invasión en la que se está llevando por delante las vidas de personas corrientes, como nosotros, que de un día para otro se han convertido en refugiados.
La UE asume que serán los 5 millones que pronostican las ONG y, con todo, son afortunados porque el verdugo Putin sigue cargando contra la población civil.
España, tarde y con rectificación, se suma al carro de los que plantan cara al sátrapa, porque nadie en su sano juicio quiere una guerra. Pero mantener como Irene Montero, aplaudida por Ione Belarra, que la solución pasa por conceptos ininteligibles como la diplomacia de precisión cuando ya te están matando, es tanto como decir, aceptemos la invasión y pelillos a la mar. Qué orgullosos de ellos estarían algunos dictadores pasados y presentes.