Muchos apuntan a unos ciudadanos que han pasado de contestar la verdad o no querer responder, a directamente mentir a los encuestadores. Para muchos se hace por vergüenza a decir públicamente un voto que no estaría bien visto. Pero esto siempre ha pasado, ¿por qué ahora tanto?
Creo que estamos ante los efectos nocivos y colaterales de los hábitos de uso de las redes sociales. Esas redes donde muchos se esconden en el anonimato para llegar al insulto, sin ningún tipo de cortapisas ni de responsabilidades. Se pierde el sentido cívico y todo vale.
Y algo parecido ocurre con la información. Millones de mensajes se cruzan sin saber su origen o sin ningún rigor ni verificación. Corre mucha información falsa e interesada que en las redes, además, se dispara. Hace un par de semanas, la CNN alertaba de este fenómeno y lo llamaba 'plaga de noticias falsas'. La cadena ponía como ejemplo unas declaraciones del propio Trump en las que acusaba falsamente a Twitter, Google y Facebook de estar enterrando la investigación que el FBI llevaba a cabo sobre los correos de Hillary Clinton.
Precisamente ese tweet, con la falsa acusación de Trump, se volvió lo más visto y seguido de las redes acusadas. La CNN comprobó que todo era mentira, pero dio igual, se había viralizado. Por eso, hoy por hoy, los medios informativos, ya sean tradicionales o nativos digitales, son más que nunca imprescindibles. Cada uno con su línea editorial, pero sabiendo siempre quién escribe cada cosa. Busquemos hábitos de rigor en las redes y, a lo mejor, lo encontramos también en las encuestas