Eso ocurrió hace 25 años. En aquel tiempo Berners-Lee y mucha gente más creía que Internet nos iba a traer un mundo ideal donde se compartían las ideas, más tolerante, con acceso universal al conocimiento y la ciencia y en esencia más democrático. Pero nada de eso pasó. Ahora vivimos una red donde no hay límites para monetizar la red y frenar los abusos, la polarización política o las noticias falsas que sufren los usuarios.
Por eso el padre de la web cree ahora imprescindible que Internet se regule con un gran acuerdo global a tres bandas entre gobiernos, ciudadanos y empresas. Y es sobre las empresas sobre la que pone más foco. Les pide que hagan que Internet sea accesible y asequible para todos y que respeten la privacidad de los usuarios. De momento más de 50 organizaciones ya han firmado este gran pacto, entre ellas el gobierno francés y Google y Facebook.
Pero justamente estas dos empresas, Google y Facebook, son para Berners-Lee el gran peligro de la red. Por su posición dominante y por el riesgo que existe cada vez mayor de que entre ellas se reparten, incluso con un Amazon de tercera, todo el mercado. Para frenarles el padre de la web acude a la tradición norteamericana de invocar la ley Sherman La vieja ley anticoncentración que acaba troceando los gigantes. Ya ocurrió el pasado siglo con Stándar Oil en el petróleo o con ATT en telefonía. Y funcionó. La pregunta es ¿ se dejarían?