Minuto económico: Comparaciones
Las comparaciones son odiosas. Casi siempre. Pero no se pierde ocasión en formularlas. Se realizan analogías e incluso teorías políticas, sociales y económicas sobre la cuestión. Cualquier empresa sufre las comparaciones de la competencia. Ya sea en precio, calidad o servicio. Ocurre lo mismo con los países, y más ahora, que estamos en crisis. Cuando el traje aprieta y las costuras están a punto de estallar es el momento donde más se percibe el sobrepeso, los michelines. Justo entonces es cuando las comparaciones son más odiosas. Como digo, también pasa con los países. Los gobiernos españoles se han desgañitado durante estos últimos cuatro años en decir que España no es Grecia. Ahora, en cambio, intentamos no separarnos de Italia. El ministro de Economía, Luis de Guindos, afirma que en las próximas semanas el futuro del euro se juega en España e Italia. La semana termina con la carta de Rato intentando salvar su imagen demoliendo el plan de saneamiento de Bankia elaborado por Gorigolzarri, al denominar “inyección brutal” los 19 mil millones requeridos al Estado. Una carta que sale a la luz a 48 horas de la llegada de los inspectores del Fondo Monetario Internacional. Y es que las noticias llegan tan deprisa que no se ha secado la tinta del titular cuando ya está otro pidiendo hueco. Porque en esta semana que entra, el FMI publica los test estrés de la banca, hay que nombrar un nuevo Gobernador del Banco de España, hay que colocar el termómetro a la prima de riesgo, el Banco Central Europeo se reúne y veremos si al final no terminan colocando la liquidez necesaria para apuntalar nuestro sistema financiero. Además, el Gobierno está moviendo todas las teclas del piano internacional para conseguir apoyos y como dice Montoro en Europa algo se está moviendo. Y es que España no es Grecia, pero no hay que separarse de Italia. En Bruselas y Frankfurt saben que si nuestro país cae, Italia también. Hasta Merkel, ahora, afirma que cambiar los tratados no es tabú. Se abre paso la opción de rescatar bancos sin necesidad de rescatar al país. Así que, como el chiste del dentista. Verdad que no nos vamos a hacer daño.