Con tu permiso voy a hacer un solemne llamamiento a la desobediencia civilizada. No rebelión, no insurrección. Desobediencia del español medio para con el clima de crispación y enfrentamiento.
Se nos ordena veladamente que nos cabreemos con el de enfrente, con el de ideas contrarias, con el que piensa distinto, con ese que nos hincha la vena. ¡Digamos no a la orden! Sin quemar ni tirar ni recortar nada.
Seamos lo más compresivos que nos dé el espíritu, pongamos las orejas abiertas como girasoles mañaneros, hagamos un ejercicio de empatía digno de entrar en el Guinness. Sabemos hacerlo, podemos hacerlo. Sin tener que renunciar a los valores de cada uno, a nuestras perspectivas, a nuestros contextos. Siempre nos ha merecido la pena escuchar más, comprender mejor. Intentar saber porque el distinto lo es.
Renunciemos a la supremacía moral, a eso de yo soy el bueno y el de enfrente no. En serio, toleremos más la libertad, la expresión, la diferencia. Nos toca decirle 'no' al que recurre a la ira. Somos un país maravilloso, de gente maravillosa, nos toca ejercer como tal. Nos lo merecemos.