OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "A ERC y PDeCAT los tribunales españoles les parecen la Inquisición, hasta que liberen a sus héroes"

Jueces del Tribunal Supremo, magistrados del Tribunal Constitucional, ya imagino que a ustedes les va a dar igual, pero sepan que tienen a los dirigentes de Esquerra Republicana y del PDeCAT manifestando una confianza insólita en su buen criterio. Créanselo. Convencidos de que el juez Llarena sacará hoy de la cárcel a Junqueras, a Rull, a Turull, a los Jordis, porque es un buen juez —mira tú— y esperanzados ante la posibilidad de que los magistrados del Constitucional condenen la aplicación del 155. En fin, no vamos a quitarles antes de tiempo esa esperanza.

Es enternecedor ver a Tardá y a Rufián poniéndole velas al Tribunal Constitucional y escribiendo la carta a los reyes magos. "Queridos magistrados, este año os pedimos que le deis un buen zasca a Rajoy declarando inconstitucional su aplicación del 155". Nada les gustaría más que ver al Tribunal leyéndole la cartilla al gobierno. Y al PSOE. Y a Ciudadanos. Y en su derecho están, faltaría más, a intentarlo. Con Podemos de cartero de su recurso, o sin Podemos.

Recapitulemos.

El pasado miércoles Gabriel Rufián, diputado-escénico, se hizo esta pregunta en voz alta.

Dándole un fraternal tirón de orejas a su colega Pablo y poniéndole deberes para que presentara de una vez el recurso, en el Constitucional, contra el 155. ¿Por qué? Porque Esquerra no tiene diputados suficientes para presentarlo. Y el PDeCAT, tampoco. Necesitan subcontratar el recurso y han tirado de aquel a quien le resultan más simpáticos. Unidos Podemos.

Naturalmente, esta imagen de Rufián poniéndole a Iglesias las esposas aquellas que se compró en el sex shop para que haga de una vez lo que le está diciendo en Podemos incomoda. Por eso Pablo se ocupó de contar ayer que esto del recurso es cosa suya y de Domenecq, plenamente autónomos, y que llevan un mes preparando al recurso, venga a reunirse con expertos y con juristas. Un no parar de reuniones tan discretas tan discretas que hasta ayer no habían trascendido. Lástima que después saliera Xuclá, que es diputado del PuigDeCat, y cantara la gallina.

Desde el martes, a seis menos, el PDeCAT con Esquerra y con Podemos afinando el recurso. Con razón en cuanto Pablo confirmó que lo presenta, Tardá se puso a tocar las palmas.

Sí, claro que se sumarían. Y aún lo celebrarían más caso de que el Constitucional, ese órgano político al servicio del PP y las oligarquías, ¿verdad?, le diera a Rajoy el zasca. Es un buen día para recordar que, en opinión de Esquerra, el Tribunal Constitucional estaba deslegitimado.

Lo cual no quita. Hemos escuchado bien al diputado Tardá, ¿verdad? ¿Cómo se ha definido él mismo?

Ciudadano de un estado democrático. A España se refiere. Al Estado español. El mismo que los líderes de su partido, y el prófugo Puigdemont, se ocupan de cubrir de basura cada vez que abren la boca. El Estado represor, el que persigue a la gente por sus ideas, el de los presos políticos, el que iba a llenar las calles de muertos, es para Joan Tardá, y cuando a él le interesa…

democrático. Con un Tribunal Constitucional al que se puede recurrir contra el gobierno. Hombre, lo honrado si uno recurre es que diga abiertamente que está reconociendo la legitimidad del árbitro. Y que seguirá reconociéndola tanto si falla en su favor como si le rechaza el recurso. Eso eso lo que no vamos a escuchar. El guión ya está escrito y Tardá siempre gana:

• Si el Constitucional falla a su favor, dirá que se ha demostrado que ellos tenían razón al repudiar el 155.

• Si el Constitucional falla en su contra, dirá que se ha demostrado que ellos tenían razón al denunciar que el Tribunal está mangoneado por el gobierno.

En el estado democrático del que Tardá y Rufián son ciudadanos —y Rovira, y Junqueras, y Puigdemont aunque esté de vacaciones en Bruselas—, el Tribunal Supremo es ahora el favorito de los independentistas imputados.

Sí, también lo sabemos: a Esquerra y al PDeCAT los tribunales españoles les parecen una versión pepera, y posmoderna, del Santo Oficio. Terminales políticas del neofranquista Rajoy camufladas de poder judicial. Jueces serviles que se ciscan en los tratados internacionales para reprimir, perseguir y encarcelar a estos héroes de la libertad que son los Puigdemont boys.

Pero… cuando hoy uno de esos jueces, si se cumple el pronóstico, permita a los héroes del pueblo oprimido volver a sus casas, Esquerra y el PDeCat proclamarán que se ha hecho justicia. Que éste sí que es un juez mesurado y cabal, no como los de la Audiencia Nacional. Viva Llarena y que inhabiliten a Lamela.

No se le escuchará decir a Rufián, o al prófugo Puigdemont, que este juez servil le hace al gobierno el favor de sacar de prisión a Junqueras porque teme que encarcelado le voten más que predicando la fe independentista desde su púlpito mitinero. No se le escuchará decir a la bancada independentista que si los Tribunales son la inquisición, pues oiga, lo son siempre. Y que este juez que hoy podría mandar a casa a los Jordis es el mismo que ha dado por buenos los indicios de rebelión y malversación que le presentó la fiscalía. Y el mismo que, a la vuelta de unos meses y salvo sorpresa (de nuevo) estará firmando el auto de procesamiento de todos ellos. Confiemos en que para entonces les siga pareciendo igual de razonable. Igual de bueno.

En este estado democrático, en fin, del que Tardá y los demás son ciudadanos, las elecciones se han celebrado siempre sin sombra alguna de manipulación en el recuento. El 21 de diciembre es posible, incluso probable, que los partidos independentistas sumen de nuevo mayoría absoluta en el Parlamento autonómico. Poner en duda la limpieza del escrutinio es otra de estas maniobras burdas que no se toma en serio ni el que la está pregonando. El señor Sabriá, portavoz del partido de Junqueras. Anunciando ayer su propio recuento.

La excusa del recuento para pronunciar la palabra que él quería: pucherazo. Pronto empezamos. La venda antes de la herida.

Hombre, que quien ha gobernado Cataluña hable de pucherazo después del tongo aquel que montaron el primero de octubre es para hacérselo mirar. Lo del censo universal de última hora. Lo de las papeletas que te llevabas impresas de casa. Lo de la sindicatura electoral que no había. Los observadores que dijeron expresamente que como referéndum aquello no tenía un pase. Y a pesar de todo, proclamaron el resultado del recuento y lo usaron para justificarse a sí mismos en la proclamación de la independencia.

Mire, Sabriá. El recuento de los votos el 21 de diciembre se hará, como se hace siempre, en las mesas electorales. Allí lo supervisan todos los partidos que para eso tienen allí a sus representantes. Hay una fiscalización perfectamente corriente que corresponde a los interventores. Y hecho el recuento en cada mesa se firman las actas y se le envían todos los documentos a la Junta Electoral para que revise y proceda a hacer la proclamación oficial de resultados.

O sea, que no hay un recuento paralelo. Con los datos que tiene de las mesas cada partido puede hacer lo que le parezca oportuno. Incluso recurrir lo que le parezca irregular. Conforme a las normas que rigen en este estado democrático del que Sergi Sabriá, como Tardá, es, en efecto, ciudadano.

Más rigor al explicar los procesos y menos hacer pucheros.

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