Como sociólogo amateur que eres, estudias a fondo como funcionamos ante la dualidad: Barça-Madrid, PP-PSOE, tortilla con cebolla o sin cebolla, por eso los empates suelen dejarnos insatisfechos. Anoche se impuso el Barsa, pero con un modelo que aborrece. Pragmatismo en vena al ver a un Madrid inoperante que no probó ni una vez los guantes de Ter Stegen. Nada decidido, todo abierto.
La vuelta del Clásico Copero es en Semana Santa, el miércoles 5 de abril (aunque antes el día del padre tendremos el Clásico liguero. Se admiten sales de fruta para los empachos).
Se miró con microscopio a Munera Montero, colegiado ileso casi sin un rasguño y todo en un día donde los árbitros se reunieron en tropel en Las Rozas para hacerse una gran foto de familia. Denuncias, concretas, ninguna. Iniciativas activadas, ninguna. Miedos y recelos ante lo que pueda descubrirse todos y alguno más.
Soy amigo de algunos trencillas, lo confieso. De los que ejercieron con barriguita y de los que ahora marcan six-pack mientras se dejan una tela declarando a Hacienda cada mes de junio. Son un colectivo muy salvable, muy íntegro, pero muy temeroso de cometer irregularidad alguna. Ahora, están atenazados y recelosos del que tienen al lado, porque ser y manifestarse como “diferente”, te puede poner en la puerta de salida y renunciar a un sueldo de nivel que soluciona tu vida y la de tu familia.
Ayer ni amagaron ni dieron. Ni nominaron a sus supuestos traidores. Cuando la perezosa fiscalía se mueva o lo haga el juzgado número 1 de Barcelona actuarán. Mientras, la prensa seguirá descubriendo hebras de las que tirar, con el riesgo de ver si en verdad son pesadas maromas marineras.