Olga, madre de Adrián, comenta que sospechaba que le pasaba algo extraño cuando le veía jugar y decía palabras de manera aleatoria, "ha sido como una montaña rusa, descolocaba", comenta.
Aunque, según recalca, que no tuvieron un diagnóstico definitivo hasta los 7 años, "para mí fue un descanso, hay veces que es mejor poner etiquetas, que es necesario saber qué es lo que ocurre, porque sino no puedes encaminar lo recursos a ayudar a tu hijo".
Por otro lado, Tomás, padre de Marta, explica que su hija a los 6 meses sufrió epilepsia infantil que le hizo perder las conexiones neuronales, "se quedó sorda, ciega y muda", comenta. "En urgencias nos dijeron que o se moría o se quedaba vegetal. Esa noche deseé que mi hija muriera para quitarme el problema de encima, pero te rearmas y luchas", comenta.
Y al igual que en el caso de Olga, no fue hasta los 6-7 años cuando les dijeron que tenía autismo.
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