Rosana de Santander cuenta que la primera vez que fue a Argentina se sorprendió "porque el chorro del bidé sale de la parte de abajo... solo había que verme la cara de felicidad". Y destaca que su pareja "llegó a molestarse porque no salía del baño". "Nunca había experimentado cosa igual, muy recomendable y terapéutico", dice, y bromea diciendo que fue lo que más le gustó de Argentina.
Desde Castellón nos llama Isabel, que asegura que hay que "hacer equilibrismos" para usar los baños de Irán. "Tienes que sujetar la puerta con la mano, subirte el vestido y el velo, bajarte los pantalones, sujetar el bolso...", narra, y todo ello "en posición de esquiador".
Nos vamos a Candeleda, en Ávila, para escuchar a Chusa. Cuenta que hace tres años fue a Tailandia y nadie le dijo que "allí no había papel higiénico en los baños". "Fuimos a comer a un restaurante y allí la comida es muy picante", dice, y destaca que después de "hacer sus cositas" no encontraba el papel, así que estuvo "media hora allí sentada hasta que llegaron mis amigas y me dijeron que te limpiabas con un chorrito de agua".
Y Andrés, de Jerez, recuerda cómo eran los baños de la mili. "Son un boquete en el suelo, hay hileras de 10 o 15 retretes y las puertas eran indecorosamente altas, que prácticamente veías al de enfrente", dice. Y asegura que cuando se acostumbraron a la situación "aquello parecía un café, todo el mundo se ponía a hablar".