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Fernando Ónega: "Los trapos sucios se lavan en casa, sobre todo cuando la casa es una nación"

Fernando Ónega reflexiona en Más de uno sobre si se debe criticar que el presidente Sánchez hable mal de la oposición estando en el extranjero.

Fernando Ónega

Madrid | 22.07.2021 10:59

Los políticos de oposición y los políticos que nos gobiernan y a veces nos desgobiernan tienen parecida libertad de expresión y parecida obligación de limitar sus críticas por lo que representan para el país fuera del país. Dentro de España ya vemos y sobre todo oímos que hay barra libre. Fuera es otra cosa. Es norma de general aceptación que en el extranjero no se critica, no se reprueba, no se desacredita. Ni al Estado, ni a sus gestores, ni a quienes representan a millones de españoles. Y eso afecta igual a gobierno y oposición.

No queda bien un Casado, pongo por caso, predicando por esos mundos de Dios que Sánchez es un desastre, porque perjudica los intereses y la imagen de España. Pero queda fatal un Sánchez acusando en Estados Unidos a la oposición de ser un puro griterío, porque eso limita la confianza en el futuro de nuestro país, en la medida en que la oposición es el futuro gobierno, salvo que Sánchez tenga previsto durar una eternidad.

En todo caso, querido Alsina, si la crítica de Sánchez tuviese una chispa de ingenio, una pizca de talento y una gota de gracia, podría tener un pase. Pero viajar a Estados Unidos para predicar que la oposición solo sabe gritar no demuestra gracia, ni sutileza, ni siquiera da votos. Calificación, por tanto: suspenso. Suspenso en contenido, suspenso en formas y una viejísima recomendación de patio de vecindad: los trapos sucios se lavan en casa. Sobre todo, cuando la casa en una nación.