Madrid | 02.07.2021 07:34 (Publicado 02.07.2021 07:32)
Eso parece, director. Pero es lo normal: hasta hora estábamos en el terreno de las buenas intenciones, lo bien que nos llevamos y cuánto nos respetamos. Cuando las buenas intenciones se traducen a números, se convierten en intereses. Y cuando lo bien que nos llevamos hay que ponerlo en papel, aparecen las ideologías, que también gobiernan. Gobiernan tanto, que en estos tiempos parecen intereses también.
Miren: si el gobierno tiene que dar a elegir a los nacidos en los 50 y en los 60 la penosa disyuntiva de trabajar más o cobrar menos pensión, es que los números lo imponen. Donde no hay harina todo es mohína. Pero Escrivá pudo tener el detalle de hacerlo constar en el pacto con los agentes sociales. Si algo se esconde, acaba apareciendo después como un fantasma.
Y en cuanto a la reforma laboral, ahí sí que viene guerra. Ideológica y de interés. Es políticamente imposible que una ministra que milita en Izquierda Unida piense algo parecido a lo que piensa un empresario, sea o no presidente de la patronal. Es técnicamente imposible que piensen lo mismo sobre los despidos o la temporalidad en el empleo, dada la estructura cíclica de la actividad económica en España y ante el ejemplo de las Administraciones Públicas, reinas del empleo temporal. Y es muy complicado que CEOE acepte un programa que a Garamendi le parece un “abordaje marxista del mercado laboral”. Se acabarán entendiendo, porque no hay más remedio. Pero tienen muchos prejuicios que aparcar.