Madrid | 27.11.2019 09:53
Uno recurso es Pablo Iglesias, tan afín al tripartito, tanto, que visitó a Junqueras en prisión, considera presos políticos a los artífices del procés, es partidario de concederles una amnistía y defiende el referéndum de auotodeterminación.
El otro sherpa de la expedición a la cumbre de la investidura es Miquel Iceta, muy socialista obrero español cuando la causa lo requiere, pero muy socialista catalán, muy "pesecé", cuando se trata de aventurarse en las líneas rojas.
Y van a tener que cruzarse para conservar a Sánchez en la Moncloa. No solo las semánticas y las conceptuales, o sea, la nación y la plurinacionalidad, sino las contraprestaciones prácticas. Una mesa de partidos, un relator, un compromiso de reconocimiento al camino del soberanismo, una negociación de Gobierno a Gobierno.
A Iceta le gusta bailar. Y va tener que bailar mucho para hipnotizarnos con la coreografía del foxtrot. Que consiste en bailar sobre los propios pasos.
Es una llamada a los equilibristas. Iceta quiere llevarse a los votantes de Cs en Cataluña, pero difícilmente puede hacerlo mientas corteja a Junqueras. Un problema de ambigüedad política que terminará subordinado al fin mayor.
Y el fin mayor no es otro que trabajar para que Sánchez sea investido.