EL INDULTADO DE RUBÉN AMÓN

Rubén Amón indulta a Donald Trump: "Su imagen es pésima, pero su balance es bastante decente"

Indultamos a Donald Trump con cierto alivio. Me sigue pareciendo un mamarracho. Y un nefasto ejemplo de pedagogía, en su frivolidad, en su xenofobia, en su machismo, en su patética elementalidad y en el régimen de la posverdad que representa, pero admitamos que no se ha producido el Apocalipsis. Y que él mismo ha ido relativizando los peligros de convivencia con los que amenazaba.

ondacero.es

Madrid | 13.11.2017 09:48

No ha habido dinero para empezar a levantar el muro. No ha extirpado el Obamacare. Y no se ha atrevido a declararle el gran pulso a China. De otro modo, no habría aterrizado en Beijing el mismo día que se conmemoraba el primer año de la victoria.

Ni siquiera se ha producido el temido aislacionismo. Al contrario, Donald Trump ha practicado un cierto papel expansionista. Ha plantado batalla militar al ISIS, ha aislado a Venezuela, ha desconectado las buenas relaciones de Obama con Irán. Ha antepuesto la lealtad a Israel. Y ha empezado en la peluquería la guerra fría a Corea del Norte.

Lejos de contraerse, los mercados se han expandido. Y ha subido el empleo en Estados Unidos. No es mérito concreto de Trump, pero toda la ferocidad que le presumían sus adversarios en la crisis del capitalismo ha cedido a una percepción menos dramática.

Donald Trump está en los mínimos de popularidad, pero el deterioro de su imagen convive con las posibilidades de repetir mandato en la Casa Blanca. Ni demonio ni mesías. Un presidente procaz con menos poderes de los que imaginaba, sometido a las costuras del Estado y cada vez más instalado en el establishment del que tanto renegaba.

Obama tenía mucha mejor imagen de la política que practicó y de los resultados. La imagen de Trump es pésima, pero su balance es bastante decente. Con excepción del ámbito donde EEUU sigue asumiendo el papel de guía: la ética y la estética, ambas descoyuntadas en 365 días de gobierno ordinario.