La música de Disney: el poder de que lo inesperado ocurra
Marina Hervás hace un repaso por la música de los primeros años de Disney analizando las bandas sonoras de películas míticas como 'Blancanieves', 'Pinocho' o 'Fantasía'.
Aparte de ser la música que abre las películas de Disney, la canción 'When You Wish Upon a Star', apareció por primera vez en Pinocho. Este fue el segundo largometraje de la compañía, el primero fue 'Blancanieves y los siete enanitos'.
'When You Wish Upon a Star', la canta Pepito Grillo en la voz de Cliff Edwards. Es muy interesante el falsete, pues nos lleva al mundo delicado, pequeñito, de los sueños de Pepito Grillo. Lo que dice el texto es que si sueñas con fuerza, se logrará lo que deseas (ojalá fuera eso verdad).
El coro, tradicionalmente –tan tradicionalmente como desde los griegos– ha servido para complementar la voz de los protagonistas o para hacerles reflexionar. Aquí nos lanza una idea contradictoria, pues si hay destino da igual lo que soñemos… Pero bueno, lo que nos importa de esta canción es que dice mucho en poco.
Se trata, por así decirlo, del himno no oficial de Disney. Además, refleja muy bien el espíritu de lo que representa, o quiere representar, Disney: el poder de que lo inesperado ocurra. Porque es una canción en la que escuchamos una frase musical que es afirmativa, la segunda la pone en duda, la tercera abre la magia y lleva a la resolución feliz.
Los orígenes del cine y la importancia del praxinoscopio
En los orígenes del cine un detalle fundamenta es el dibujo. El cine existe gracias a que un señor llamado Peter Mark Roget planteó en el siglo XIX una cosa que se llama "persistencia retiniana". ¿Qué significa esto? Pues que las imagénes no se nos presentan y desaparecen inmediatamente, sino que las retenemos un segundo más. Eso nos permite dar continuidad, movimiento, a lo que vemos (esta teoría ha sido muy debatida, todo sea dicho).
El taumatropo lo inventó un señor que se llamaba John Ayrton Paris, y lo describo para que los oyentes se lo puedan imaginar: se trata de un círculo de papel con una cuerda en dos lados opuestos. En una cara dibujamos un pájaro y en la otra una jaula. Y si hacemos girar con la cuerdita el círculo, veremos el pájaro dentro de la jaula.
A partir del taumatropo comenzaron a desarrollarse todo tipo de cacharros que mostraban dibujos en movimiento. Y hay uno que es especialmente interesante: praxinoscopio. Que se inventó en 1877. El praxinoscopio es un cacharro que tiene dos partes: por un lado, un tambor en cuyo interior se ponen las tiras de dibujos y que al ponerse en movimiento, generan esa ilusión de movimiento. Luego el tambor tiene a su vez un espejo que refleja las tiras y esto se lleva a un proyector.
El praxinoscopio lo inventó Émile Reynaud, que aparte de físico era acuarelista. Y así desarrolló Pauvre Pierrot, en 1892, que se considera la primera película de dibujos animados. Y, fijaos qué fuerte, tenía ya música sincronizada, en este caso compuesta por Gaston Paulin. Vemos a un arlequín aparecer, que se cuela en un jardín. Aparece Colombina y Arlequín le declara su amor. Se oye un ruido, Arlequín se esconde y vemos entonces a Pierrot, que también se le declara. Colombina se decanta por Arlequín.
Revalorizar la música con el sonido sincronizado
Mickey Mouse no aparece en un corto con sonido sincronizado hasta 1928, va ya para los 100 años. Fue en Steamboat Willie, una peliculita donde vemos a Mickey Mouse en un barco, y ahí lo que se priman, como vais a poder escuchar ahora, son los efectos.
La música que silba Mickey no es original, sino que es un “préstamo” de una canción irlandesa convertida en ragtime, una canción que se llamaba así, 'Steamboat Bill'.
Disney en estos años se alineaba con los primeros intentos de sincronización del sonido; eran películas, o cortos, donde tenían más interés en la música que en los diálogos. Lo que decían los personajes era menos relevante que la música. Fijaos, por ejemplo, en lo que decían los de Warner: que con el sonido sincronizado "podrían llevar una orquesta sinfónica a todos y cada uno de los pueblos de Estados Unidos". Así, trataban de democratizar el acceso a la música “académica”, que se utilizaba en estas producciones.
Esto era lo que permitía el cine: llevar la música a cada pequeña sala de cada pequeño pueblo. De ese espíritu de "democratizar" surge precisamente uno de los grandes proyectos de Disney, lo hemos mencionado antes: Blancanieves y los siete enanitos. Es una película que se estrena en 1937, y supone el intento de Walt Disney de que se considere a sus producciones cine en el sentido pleno del término, de darle legitimidad. Como hasta entonces se había dedicado a las historietas cortas, de apenas unos minutos de duración, no se le daba el mismo crédito que a las películas más largas.
Disney es rupturista con la asociación de los dibujos animados a la infancia
Blancanieves fue el primer largometraje sonoro de Disney. En esta época los dibujos animados estaban asociados a la infancia y en la que nadie creía que pudiesen tener interés para los adultos. También ahí Disney es rupturista. Por eso, entre otras cosas, se eligen muchas historias que son grises en su adecuación para los niños (en Blancanieves su madrastra manda a un cazador para que se la cargue, en fin).
O se somete a la protgonista a una escena tan terrorífica como la del bosque donde, por cierto, se utilizan algunos elementos del tópico de tempesta. Esta música se puede comparar con la obertura Las Hébridas de Felix Mendelssohn, compuesta en 1830 y que representa el mar y el viento contra la gruta de Fingal, en Staffa, una de las islas Hébridas de Escocia.
Blancanieves y los siete enanitos es una especie de opereta, que básicamente es una ópera pero más ligera en contenidos y voces, hay más protagonismo de las canciones y también se habla.
La herencia operística explota en el clímax de la historia, en la mítica escena del beso que despierta a Blancanieves. Primero se presenta el príncipe, que es un tenor ligero. Ahí tenemos la magia… y comienza un vals, que es la música de la nobleza y un coro que representa a los animales y a los enanitos.
Tenemos que tener en cuenta de que en estos años, 1937, lo que estaba de moda en el cine musical era el jazz y el estilo de Broadway. Así que buscar un sonido operístico era una clara declaración de intenciones.
La capacidad expresiva del dibujo a través de la música
Hay otro proyecto, acaso más ambicioso que estas películas de las que hemos hablado, en el que la música académica es aún más relevante: Fantasía, de 1940. Una película con la que Disney intenta "elevar" el cine de animación mediante su repertorio. Esto en realidad es habitual en todo el cine: ante la cuestión de qué música darle a las imágenes, la música académica aparece siempre como una opción que añade valor y prestigio a la película –con todo lo problemático que es esto–.
Recordad cómo empieza Fantasía: es un arreglo para orquesta de la Tocatta y fuga de Bach. Aparece el director, Leopold Stokowski, en contraluz. De ahí, van apareciendo las distintas secciones según intervienen. Llega un momento, sin embargo, que aparecen dibujos abstractos: líneas, círculos, colores, etc. que representan vagamente a las cuerdas o los arcos, así como los agujeros de las llaves de los instrumentos de viento.
Escucharemos además el gran invento de Fantasía, el fantasound: se grabó en ocho pistas que se mezclaron en tres. Es un ejemplo pionero del sonido envolvente, pues nos da la sensación de poder situar a los instrumentos en el espacio de la orquesta.
Es una forma muy inteligente de desligar la música de los intérpretes y llevarla al plano de Disney: la capacidad expresiva del dibujo, más allá de su asociación con lo infantil, y de llevar a un plano conocido lo menos conocido, es decir, al dibujo la música.