Monólogo de Alsina: "Lo único de Aznar que sobrevive en el PP es Rajoy"
Les digo una cosa. Winter is coming. Llegó el invierno. El invierno con su entrañable ambiente navideño...de reuniones de amigos, cenas de empresa, décimos de lotería compartidos, de recuerdos en familia, de películas de sobremesa fotocopiadas y del final de Velvet, que es el acontecimiento televisivo de este fin de año.
En Navidad los mejores sentimientos que afloran, ¿verdad?, son fechas propicias para perdonar las afrentas, aclarar los malentendidos, superar las distancias y retomar las relaciones perdidas, como esos dos hermanos del spot de Antena3 que se animan a escucharse por fin el uno al otro. Estos son días tan gratos de afectos y reconciliaciones….
Salvo en el PP. Winter is coming.
El invierno llegó a la gran familia popular. El antiguo jefe de la casa ha mandado a hacer puñetas a la nueva dinastía reinante. Aznarha puesto su dedo medio —o corazón corazón— en posición de firme y le ha hecho a Rajoy una peineta, la butifarra, el ahí os quedáis y la presidencia de honor os la guardáis donde mejor os quepa.
Se ponga como se ponga el militante de base Aznar, tan correctísimo en su carta de renuncia que parece escrita en el mismísimo muro de hielo, esto de ayer es un portazo como un piano. “No tengo palabras”, como dice él mismo en la carta, “no tengo palabras para expresar la lealtad que he sentido de los militantes del PP” y etcétera, etcétera, que ya no quiero seguir siendo presidente de honor, que para qué extenderse en las razones y mucha suerte y feliz navidad, Mariano. El portazo en guante de seda. Bien sabe Aznar que aunque alegue que es que la FAES ya no tiene vínculo alguno con el PP y él, por tanto, se sentiría raro teniendo presidiendo la fundación y teniendo cargo en el partido, bien sabe él que la noticia se reduce a este título: Aznar renuncia a la presidencia de honor del PP. Aznar rompe.
Y bien sabe él que la carta del bye bye llega una semana después del comunicado de FAES que acusaba a la dirección del PP —y a Soraya sin mencionarla por su nombre— de asumir los argumentos que usan los adversarios para debilitar al partido (la crispación, el austericidio, la catalanofobia) y de una información del diario El Mundo esta misma semana que llevaba por título “FAES estalla contra la vicepresidenta. Fuentes de la fundación dicen que en el PP les ven como adversario ideológico, no quieren que digamos nada, al Rajoy se le puede dar hasta en el cielo del paladar pero no se puede decir ni media sobre las declaraciones de esta señora”.
El clima de animadversión mutua era sobradamente conocido y ahora lo que ha llegado es el desenlace de la historia.
Qué tiempos aquellos de 2003. Aznar con su libreta azul, proponiéndose a sí mismo una terna —Rato, Mayor Oreja, Rajoy— e irguiendo su dedo, no medio sino índice, para ungir al heredero.
Y qué tiempos aquellos de 2008 en Valencia. Recién perdidas sus segundas elecciones generales, cuando el ungido decidió enfrentar la maniobra interna para descabalgarle y quiso reinventarse a sí mismo como líder emancipado de quien le había aupado a la presidencia del partido. Aquel 2008 en que Rajoy fundó el marianismo sobre las cenizas de Acebes y de Zaplana, soltando amarras (o en palabras del nuevo equipo, soltando lastre aznarista). Lo único verdaderamente aznarista que sobrevive en el PP es Mariano Rajoy. Darth Vader se le aparece en sueños para hacer memoria: “Mariano, yo soy tu padre”.
A Rajoy le preguntaron anoche en Nueva York por el portazo de su ex mentor y pasó olímpicamente del asunto. Se fuma un puro, dicen los suyos. Aznar no es nada, proclaman los portavoces oficiosos del marianismo.
Es comprensible que Aznar lleve unos cuantos años perplejo. Sorprendido al comprobar con qué soltura los mismos que le hacían la pelota cuando mandaba, que le llamaban estadista, le consagraban como el mejor presidente que pudo tener nunca España, los mismos que celebraban sus análisis, sus recetas, sus pronósticos y sus memorias, los mismos que le bailaban el agua confiados en recibir alguna mamamdurria, le ningunean ahora a él y a los comunicado de su FAES. El tono en el que ahora hablan de él, que lo fue todo: ya está otra vez el abuelo con la matraca. Aznar reducido a la caricatura del pitufo gruñón mientras el marianismo sortea la mengua electoral y aguanta en la Moncloa corrigiendo el rumbo.
Llegó la navidad a Génova 13.
Los vicesecretarios repiten a coro el salmo responsorial que les ha sido transmitido. Aznar siempre será un referente del partido, cantan mientras le dan a la zambomba. La mentira no es piadosa, es terapeútica. Aznar dejó de ser referente hace años y esa es la razón última de que él haya cogido la puerta. Si no interesa lo que digo que pongan de reina madre a otro.
La única pregunta para la que no tiene respuesta la dirigencia popular es si este Aznar otoñal simplemente se retira a su atalaya de la FAES o es que anda tramando alguna otra cosa. Si ahora que renuncia a su presidencia de mentira será todavía más crítico con su sucesor posibilista. Al ex presidente de honor ya no le temen, es verdad. Pero verle demasiado activo les incomoda mucho.
Poco va a durar la potestad del Tribunal Constitucional para hacer cumplir sus sentencias y suspender de sus funciones a los cargos públicos que las desatiendan.
La reforma que el PP realizó por la vía urgente en respuesta al enésimo desafío de la familia independentista —los Puigdemont-Junqueras— tiene las horas contadas. El PSOE se ha sumado al PNV y Convergencia en su afán por deshacer la reforma.