Monólogo de Alsina: "Ha llegado la hora de tocarse las narices entre compañeros"
A las ocho de la mañana, las siete en Canarias. Les digo una cosa. Ha llegado la hora de tocarse las narices entre compañeros. Como dicen en los mítines: compañeros y compañeras, amigos y amigas, esto es la guerra. ¡Interna!
Mientras en el PP se plantean organizar peleas de barro este fin de semana para solaz de sus adversarios y perplejidad de su militancia —-gran velada, barón territorial caído contra ministro que todavía aguanta, golpes asegurados, saltarán chispas y sobre todo dientes rotos—-, mientras en el PP ventilan su amargura y su desconcierto camino Soria, en el PSOE afilan sus lanzas Pedro y Susana, Susana y Pedro. Aquí ya no hay disimulo. Si tu dices blanco, yo digo negro, si tu dices PP yo digo Podemos.
Siendo apasionante el descontrol interno en que se ha instalado el PP —ahora sí que puede presumir Rajoy de vivir en lío—-, ha sido aún más interesante en estas últimas horas el duelo socialista. “Duelo” no el sentido de luto, de lamento, porque el PSOE se ha empezado en celebrar su derrota del domingo como si fuera un bautizo; “duelo” en el sentido de “pulso” entre los dos tenores. A un lado, Pedro, al otro Susana. No por el cargo de secretario general, que ese lo tiene Sánchez y no hay quien se lo quite, sino por la definición estratégica del partido, que igual hasta resulta, oiga, un debate más interesante.
Como sabe cualquiera que tenga pelo, a medida que pasan los días el pelo de la cabeza va creciendo. Pero en el caso de Pedro Sánchez se produce el fenómeno prodigioso de que en sólo cinco días, del domingo electoral a hoy, le ha crecido extraordinariamente sólo una parte de ese pelo: ¡la coleta! Dirigentes de su partido lo miran y lo comentan entre ellos: “se está dejando coleta, ¿no?” “Y la camisa que lleva hoy, ¿esa camisa no es de Alcampo?” A medida que pasan las horas el discurso de Sánchez sobre Podemos no lo conoce, como diría Pablo Iglesias, “ni la madre que lo parió”. De populistas bárbaros que venían a asaltar los despachos y tumbar el sistema a socialdemócratas de nuevo cuño con los que uno no para de encontrar coincidencias. Un día de estos saldrá Sánchez a contarnos a todos que ha vuelto a encontrarse con la madre de Verónica y que le ha dicho de su parte que estos chicos de Podemos le caen cada vez más simpáticos. ¡Por Verónica, brindemos por Verónica y, de una vez, pactemos!”
Pablo Iglesias, líder carismático ex alérgico a la casta, ha emitido estos días, como papa que es de su propia parroquia, el certificado de indulgencia. Ahora que Sánchez ya le llama (le llama por su nombre y hasta le llama por teléfono) le levanta el castigo el líder de la Iglesia, digo de Podemos; ya no lo ve como el mismo perro que el PP pero con otro collar. Es más, ahora aspira a que Sánchez, collar al cuello, le deje sacarlo de paseo. Lo acepta como interlocutor descastado para negociaciones de “nosotros, la izquierda”. Como dice Susana Díaz, Pablo Iglesias les perdona a los socialistas la vida después de hacerles la prueba del algodón y ellos tienen que estarle agradecidos de que les mire con buenos ojos. Totus tuus, Pablo, totus tuus. Teniendo muchos más votos, cunde la impresión de que el PSOE abjura de sus principios para tocar pelo. Luena, por supuesto, lo niega, “no, no y no”, pero Luena se ha especializado en negar por tres veces todo aquello que luego acaba sucediendo.
En el PSOE hay gente que entiende que hay que apoyar la investidura de candidatos podémicos a cambio de que estos apoyen candidatos socialistas porque así se recupera poder territorial y Sánchez puede presumir de haber revitalizado y remineralizado el Partido Socialista. Pero también hay gente que percibe que cuanto más cerca estén y cuanto más se parezcan el PSOE de Sánchez y este Podemos de ahora, descafeinado y socialdemócrata, más fácil va a ser que el elector del PSOE se pase, sosegadamente, a la competencia. O que, por emplear terminología eclesiástica —entiéndase, de Pablo Iglesias—-, Podemos acabe siendo percibido como la marca blanca del PSOE o aún peor, el PSOE como la marca vieja de lo que hoy, en la modernidad, representa Podemos.
Y aquí es donde aparece Susana para pasearse por Ferraz luciendo la melena: melena, que no coleta. Cuanto más dispuesto se le vea a Sánchez a hacer manitas con Pablo Iglesias, más campo abierto tiene la baronesa para agarrar ella la bandera opuesta. Emplaza al comité federal de este sábado para analizar, en serio, el resultado de las urnas. “En serio”, porque ella admite que en algunos lugares, importantes ciudades, se han pegado una bofetada de aupa. Y entona ya el discurso contra el frentismo: donde Sánchez dice “con cualquiera menos con el PP”, ella dice “hablemos con todos y veamos dónde tiene sentido formar gobiernos y dónde quedarnos en la oposición”. Díselo tú a García Page que a mí me da la risa. A la contra de Ferraz Susana y un poco a la contra de sí misma, que en Andalucía aún no ha sido capaz de sentarse a hablar con todos para desbloquear lo suyo. Ojo, que ahí también hay novedades porque Susana y Juanma están hablando. Hay conversaciones: lo confirmó anoche en La Brújula Moreno Bonilla.
Aún veremos a Felipe González cambiar de caballo y abandonar a Pedro para apostar de nuevo por Susana. Felipe, con esto de Podemos, debe de estar mordiéndose la lengua. Le llevaron a Cáceres a dar un mítin con Sánchez y Vara, se hartó de predicar contra el populismo bolivariano dePodemos, y ahora va Sánchez y bendice el noviazgo podémico. Es decir, y esto debe de ser lo peor para Felipe, se alinea Sánchez no con la doctrina felipista sino con la zapaterista: son Zapatero y Bono los profetas del entendimiento con esta nueva izquierda fascinada de que la inviten a cenar en una casa casta.
El PSC, gran derrotado en la ciudad de Barcelona, ya ha apostado abiertamente por Ada Colau. Qué historia la del alcalde convergente Trías, ayer, con Colau. Tranquilizándola. “Tú, Ada, no hagas caso de esto que te dicen de que yo ando maquinando con el PSC para dejarte con las ganas, que no hay nada de eso, que es el PP y el poder económico el que quiere hacerte la puñeta, no yo, mujer, que del poder económico nunca he sabido nada”.Trías hablando de los poderes económicos en Cataluña como si Convergencia no tuviera nada que ver con ellos. ¿Poderes económicos, nosaltres? Ver para creer, oiga. Trías intentó la jugada de frenar a Colau, con monja incluida, pero no le ha salido porque el PSC prefiere entenderse con Ada.
Y son paradojas, claro, pero el mismo día que Trías se desmarcaba de los poderes económicos para agradar a Colau, un juez concluía que Convergencia cobró de Ferrovial en el caso Palau. El juez de instrucción que ha investigado este asunto y que lo deja ya listo para juicio. Su tesis: que Ferrovial tenía un acuerdo con Convergencia para pagarle un 4% de todas las obras públicas que le adjudicaran. El dos y medio se lo quedaba el partido y el uno y medio restante, estos dos saqueadores confesos llamados Millet y Montull. De los que Convergencia, como de los poderes económicos, tampoco supo nunca nada.