Monólogo de Alsina: "El futuro de Rajoy está en manos de Pedro Sánchez"
“Intentaré gobernar”, dijo Mariano Rajoy. No es seguro que lo consiga. El futuro de Rajoy está en manos del hombre que le llamó indecente. “Intentaré gobernar”. Éste es el cambio. El primer efecto del cambio político que supone que donde antes dos partidos sumaban casi trescientos diputados ahora sólo lleguen a 213.
La primera consecuencia de que sean cuatro, y no dos, los grupos parlamentarios fuertes (o tres y medio, porque Ciudadanos se quedó en un quiero y no llego): que el ganador de las elecciones, sin duda Rajoy, no tiene claro que vaya a poder seguir en el gobierno. “Intentaré gobernar” es una fórmula que nunca antes se le había escuchado al ganador en una noche electoral de generales.
E hizo bien Rajoy en emplearla porque los números que al final obtuvo le ponen la continuidad muy cuesta arriba. La muy amarga victoria del PP no alcanzó ni el 30 % del voto ni los 130 escaños que los populares se habían marcado como objetivo, la diferencia entre un resultado aceptable y un varapalo: de los casi once millones de votantes que confiaron en Rajoy hace cuatro años, siete millones doscientos mil mantienen hoy esa confianza. Tres millones seiscientos mil españoles han preferido otras opciones. ¿Cuáles? Teniendo en cuenta que Ciudadanos ha obtenido tres millones y medio, no parece descabellado pensar que han cambiado a Rajoy por Albert Rivera. Y que que ha sido precisamente eso, ver a Rivera como una segunda marca del centroderecha, lo que ha impedido que Ciudadanos creciera más allá del voto defraudado con el PP. A Rivera le ha hecho daño el discurso de la izquierda caracterizándole como un derechista encubierto, como el comodín que se pondría al servicio de Rajoy para asegurar su continuidad en el gobierno. Y el pulso entre los dos líderes nuevos, los emergentes, lo ha ganado Pablo Iglesias.
Un partido que hace dos años no existía suma 69 escaños del nuevo Parlamento. A la primera, 69. El triple de lo que llegó a cosechar Izquierda Unida en su mejor momento. Y sólo 21 menos hoy que el histórico Partido Socialista, que en siete años (de 2008 a hoy) ha perdido a la mitad de sus votantes. Nunca tuvo el PSOE menos escaños y menos votos. Pese a lo cual Pedro Sánchez proclamó anoche ante los suyos que había hecho historia. Se entiende ahora que la semana pasada se resistiera a repetir aquello que de perder las elecciones sería, para él, un fracaso. O que quien pierde en las urnas debe irse a casa. Si la victoria de Rajoy fue tan amarga que ni siquiera da para saberse gobernante, la derrota de Sánchez es más amarga si cabe: asumió el liderazgo del PSOE como revulsivo ante aquella nueva izquierda que había despuntado en las europeas y un año y medio después ha obtenido aún menos escaños que Rubalcaba frente a un Podemos que cosecha más de cinco millones de votos. Y con todo, es Sánchez quien tiene hoy la llave del futuro gobierno. No tanto para abrirse la puerta a sí mismo como para cerrársela a Rajoy, a quien anoche, recién encajada la derrota, se abstuvo de llamar indecente de nuevo.
Quien esperara escuchar a Sánchez postulándose como presidente y tendiendo la mano a Podemos y los otros grupos de izquierda se quedaría esperando. El socialista felicita al ganador e invita al PP a que intente conseguir los apoyos que necesita para la investidura de presidente. Rajoy abrirá juego. El PSOE se ofrece al diálogo.
Ver a Sánchez pactando una investidura con Rajoy no entra en la cabeza de casi nadie. No parece que los votantes socialistas, incitados a votar para deshacerse del actual presidente, vayan a aceptar que ahora se contemple su permanencia. Todo lo que vino a decir anoche el lider del PSOE es que esperará su turno, sabiendo que hay barones en su partido que no comulgan con la idea de que deba intentar gobernar aún habiendo tenido sólo 90 escaños. Barones y baronesas.
Siendo Andalucía la única comunidad, con Extremadura, en la que el PSOE ha ganado las elecciones, no iba a dejar de recordarlo anoche Susana Díaz. En Madrid, en Galicia, en la Comunidad Valenciana, en Cataluña, el PSOE ha sido arrollado por Podemos. El PSOE madrileño, el de Sánchez, es hoy el cuarto partido: le gana incluso Ciudadanos.
Los socialistas dejarán que Rajoy intente gobernar. Sabiendo que Rajoy tiene asegurados hoy, sólo, los votos favorables de los 123 diputados de su grupo y la abstención de los de Albert Rivera. Ciudadanos no apoyará la investidura de Rajoy pero tampoco votará en contra. Su voto es la abstención, como dijo en Antena 3.
Ciudadanos se abstiene.Si Rajoy se presenta a la investidura, no votarán en contra de Rajoy para no bloquear la legislatura. Se entiende que la misma regla valdría para Sánchez, sólo que Sánchez, para tener más síes que noes requiere del voto afirmativo de Podemos. Si traga con las condiciones que le ponga Iglesias y se asegura la abstención de Ciudadanos, este Sánchez de la amarga derrota que ha encajado el peor resultado que tuvo nunca el PSOE aún podría aspirar a la presidencia del gobierno. Presidente con noventa escaños y dependiendo de Podemos. Puede que Sánchez esté deseando intentarlo, pero el riesgo que asume es que se le rompa en pedazos su partido. Por eso no anticipó anoche lo que hará si Rajoy fracasa en su intento de seguir gobernando.
En el día siguiente a las elecciones, no sabemos quién va a gobernarnos. Esto es parte del cambio. Del cambio político, dentro del mismo sistema y con las mismas reglas, que han alumbrado ayer las urnas en España.