OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "El nuevo Bárcenas está a un paso de decir que sus "papeles" eran una forma de matar el tiempo"

Bárcenas de garrafón. La amenaza fantasma del PP, aguada, diluida. Éste no es Bárcenas que nos lo han cambiado. Con nuevo abogado y nueva estrategia para aminorar el horizonte penal que se le viene encima, el tesorero se ha vuelto manso, ha cambiado sus garras por uñas postizas, ha doblado la manta y está a un paso de decir que sus anotaciones contables –-los papeles— eran una forma de matar el tiempo apuntando letras y números al azar, sin significado alguno.

ondacero.es

Madrid | 22.06.2017 07:58

Bárcenasse desbarceniza. Este aroma a pacto de no agresión que quedó en la sala de justicia de la Gürtel con la declaración de la asociación de veteranos (Arenas, Acebes, Rato, Mayor Oreja: no supimos, no vimos, no recibimos, no nos consta) tendrá segunda parte. Cuenta El Mundo esta mañana que Bárcenas cambiará su testimonio sobre la caja B del PP (otra vez) cuando vuelva a declarar sobre este asunto en el procedimiento que tiene abierto la Audiencia Nacional. Dará una versión distinta a la que ofreció en 2014. ¿Qué dijo entonces? Pues que había contabilidad paralela, que las cuentas reales son las que aparecen en sus papeles, que las campañas electorales se pagaban en negro, que la dirección del partido lo sabía y que los altos cargos, incluyendo a Rajoy, cobraban sobresueldos. ¿Qué dirá ahora? Pues hasta ahí no llega la información, pero háganse una idea. Si Bárcenas, o su abogado nuevo, ha asumido que yendo por ahí sólo consigue incriminarse a sí mismo, lo probable es que ahora retire todo lo dicho.

De momento el próximo lunes le toca acudir al Congreso a estrenar –sin corte de cinta inaugural pero con ambiente de final de Champions--- la comisión de investigación sobre la financiación del PP. Y puede que asistamos a la declaración de un mudito. La Razón anticipa esta mañana que Bárcenas se acogerá a su derecho a no responder sobre asuntos que están bajo investigación judicial, o sea, todos. Llegará a la comisión, porque ir tiene que ir, dará los buenos días y fin de fiesta. El resto puede ser un festival de "pasopalabra, no respondo, pasopalabra". Le va a tocar a los portavoces de los grupos, tan dados (algunos) a imitar a Amón enumerando sus preguntas, leer el rosario de cuestiones sin esperar que tengan la menor respuesta. Bárcenas manso, desactivado y haciendo de Belinda. O de Harpo, valga la broma, tocando el harpa.

Entretanto, sigamos dándole vueltas a la hormigonera vacía.

La política española es como la rueda del hamster, venga a gastar energía en darle vueltas a la noria. Podemos con su salmo responsorial —hay que echar al PP de las instituciones, alabado sea Pablo que nos ama y nos guía—.

Y el PSOE con su avance hacia el pasado…

…Sánchez retomando los planes que se le quedaron colgados en octubre por el pulso que echó y perdió con los barones. Reescribamos la historia.

Ay, si Pedro pudiera viajar al pasado para enseñarle a Pablo cómo ha sido el futuro. Ay, si pudiera cambiar la historia para que la madre de Pablo y el padre de Albert se hubieran conocido y así ellos dos hubieran sido hermanos. Qué lástima que el Ministerio del Tiempo no se haya ocupado de la investidura fracasada de Sánchez.

Esto no es un bucle, en contra de lo que dice Albert Rivera. Esto es un revival, un dejà vu, un esto ya lo hemos vivido.

Que Sánchez e Iglesias han hablado un rato por teléfono, guau. Que Pedro y Rivera han quedado para la próxima semana, guau bis. ¡Paren las rotativas! Contengan ustedes el aliento. ¡España en vilo! Vuelve la matraca de las llamaditas y las reuniones. Estas reuniones cuya expectativa alimenta horas y horas de tertulias y que luego, cuando se producen, no van a ningún lado. Oiga, qué lata.

En la política española vende más una llamada, una próxima reunión, un tuit que diga lo que ya se sabía, que un debate serio sobre cualquier cosa.

Que si dice Pablo que este PSOE le gusta más que el otro. Que si dice Sánchez que después de hablar con Pablo hablará con Albert, y después otra vez con Pablo y después otra vez con Albert y así hasta el infinito y más pa atrás. Que si dice Albert que con él no cuenten. Pero que ya se sabe que Albert cambia de criterio en función de las circunstancias. Que si esto, que si lo otro, que si lo de siempre.

Y Rajoy, entretanto, hace ver que sigue gobernando. Seguir, sigue. Pero proyecto para España en esta nueva legislatura no parece que exista nada digno de tener ese nombre.

Aguantar la legislatura completa —ahí está el desahogado Montoro haciendo acopio de zanahorias— y confiar en que Puigdemont y compañía se rindan antes del primero de octubre y hagan unas elecciones corrientes de las que salga Junqueras elegido papa y sin fuelle independentista suficiente para seguir con el raca raca.

Éste es todo el proyecto.

Y es posible que la vida política española no dé para más. Porque a los dirigentes les pasa lo mismo que a los medios de comunicación: que nos interesa más la agenda de reuniones, los estribillos y las conjeturas sobre lo que pasará en el futuro que el día a día de una sociedad que sigue preguntándose cuándo anunciarán la solución a algún problema.

Que dice Montoro, doce días después de que le hayan declarado inconstitucional su amnistía fiscal, que por qué no las prohibimos por ley respondiendo al clamor que él percibe en la sociedad española. Uno entiende que es difícil tomarse en serio a un ministro con este grado de desahogo, pero qué quieren, es uno de los favoritos de Rajoy y eso le asegura la permanencia a perpetuidad en el cargo.

El ministro, ayer, en el Congreso. Despachando con desdén las peticiones de dimisión. Siempre se ha visto a sí mismo Montoro como un buen parlamentario, aunque nunca lo haya sido. Dimitir, no dimitirá nunca. Y destituido tampoco será porque el presidente le valora mucho, aunque haga amnistías inconstitucionales y aunque no haya cumplido aún su promesa de equilibrar las cuentas y reducir el déficit a cero. Ay, el déficit cero, aquel mantra de los años de la recesión: no se puede gastar lo que uno no tiene, el pacto fiscal, el equilibrio presupuestario, todo aquello. Íbamos a tener menos del 3% déficit en 2013 y nos hemos plantado a la mitad de 2017 sin haberlo conseguido. Pero todo va bien, tanto que hay margen para que el ministro se ponga a almacenar zanahorias para su negociación presupuestaria de 2018.

¿Era una juez estupenda o era una instructora pésima?

¿Se enfrentó con profesionalidad a las presiones políticas o le pudo el sesgo político por encima de los criterios profesionales?

El debate está abierto. Sobre la competencia de la juez Alaya visto en lo que ha quedado el caso Mercasevilla.

Quedaban diez procesados, al cabo de una instrucción de ocho años, y los diez han sido absueltos. El juzgado que ha visto el asunto considera que no se ha probado que hubiera acto delictivo alguno en el contrato que suscribió Mercasevilla con la empresa Sando para la compra de unos terrenos. No hubo trato de favor, no hubo fraude, no hubo concierto maquiavélico. Y como nada de todo eso ha quedado probado, la jueza Sánchez Gucema declara la absolución y deja malparada a la otra juez, la que investigó la causa y consideró que existían todos esos delitos.