Monólogo de Alsina: "Ximo abre camino"
Carlos Alsina analiza en su monólogo de 'Más de uno' la bajada de impuestos en la Comunidad Valenciana anunciada por Ximo Puig y comenta cómo le ha "pisado" el discurso al presidente Sánchez.
Madrid | 28.09.2022 08:43
No espere Ximo ni un mimo. Ha disgustado al líder supremo apartándose de la senda oficial. Ximo por el mal camino. Aprovechó la debilidad coronavírica del presidente en cuarentena para meterle un gol por la escuadra. A traición, dicen hoy algunas crónicas. Sin avisarle siquiera de que le iba a hacer un roto a la salmodia gubernamental.
Porque esto es lo que pasó ayer. Que al argumentario que el equipo de persuasión y propaganda de la Moncloa con tanto esfuerzo había grabado en tablillas de arcilla para ser repartidas entre las ministras y los ministros se le abrió ayer una fisura con aroma mediterráneo y respondón: el aroma de la disdencia. El barón valenciano le ha reventado a Pedro el discurso. O más bien, se lo ha pisado.
El barón valenciano le ha reventado a Pedro el discurso
Comentamos aquí hace algunas mañanas que la canción machacona que cada día entonan los ministros (y Patxi López, que es un ministro sin cartera) tiene una parte argumentalmente sólida y tiene un pequeño gran agujero. La parte coherente es ésta que dice: dónde va el PP perdonándole el impuesto de patrimonio a los ricos, qué necesidad habrá de renunciar justo ahora a esos ingresos. Tiene sentido el mensaje y hasta tiene buena venta: si la administración necesita recursos para sostener las ayudas, las subvenciones, los descuentos, por qué va a renunciar a los recursos, muchos o pocos, que hoy obtiene por ese tributo. En esta pretensión, un poco simplona, del departamento de propaganda por hacer aparecer al PP como aliado de los ricos combatir a Ayuso o a Moreno por suprimir este impuesto encaja.
Pero luego viene el agujero argumental. Que es cuando, en el fervor de caricaturizar al adversario, se añade que el PP se desentiende del resto de los contribuyentes, la clase media, los trabajadores, por los que nada hace. Claro, salir a predicar eso cuando los gobiernos del PP están deflactando la tarifa del IRPF –-que no es bajar impuestos, pero sí es no subirlos— es sabotearte a ti mismo, porque a la vista está que el IRPF quien lo paga, en abrumadora mayoría, son los asalariados y autónomos de clase media. Por eso comentábamos aquí hace algunas mañanas que raro sería que algún gobernante autonómico socialista no acabara agarrando también él esa bandera y anunciando rebajas en su tramo de IRPF. Sin tocar el impuesto de patrimonio, pero tocando a la baja el de la renta. Y arruinando el discurso del gobierno central en esa parte que dice que los barones que renuncian a una parte de los ingresos fiscales están comprometiendo la calidad de los servicios públicos.
Ya tenemos al primero de esos gobernantes autonómicos. Y no será el último. Ximo Puig, socialista, anuncia a los residentes en la Comunidad Valenciana la buenanueva de las rebajas fiscales.
Ximo, en rebajas. Bueno, Ximo, y Compromís y Podemos, que esto es cosa de tres. Es decir, el PSOE, Podemos y la marca más afín a Yolanda Díaz. Todos por la bajada del IRPF. Es decir, por la armonización a la baja, en sintonía (más que en competición) con los gobiernos del PP en este aspecto concreto. No así, insisto, en el impuesto de patrimonio. Porque tiene razón Puig cuando dice que el debate sobre impuestos no se reduce a si se suben o se bajan, sino a quiénes se le suben, a quiénes se le bajan, en cuánto y a cuento de qué. Y también, a qué se destina el dinero que se recauda de más o de qué se prescinde para compensar lo que se va a recaudar de menos. Paréntesis: otra de las cosas que anunció ayer Ximo fue más dinero para los conciertos con la sanidad privada, es decir, recurrir más a la sanidad privada para poder desatascar las listas de espera de la pública, otro anatema para una parte del gobierno de coalición que opera en Madrid.
Hay preguntas que el gobierno reserva a los gobernantes del PP, nunca a los propios
Este giro de guión que se ha marcado el gobierno valenciano ---en puertas del examen en las urnas de mayo y con encuestas que ponen en cuestión que repita--- ha desbaratado en parte el argumentario de la Moncloa. Seguro que María Jesús Montero y Yolanda Dáz le van a exigir a Ximo, y a sus socios de gobierno, que expliquen hoy mismo cuántos profesores menos va ser contratados, y cuántos centros de salud menos podrán permanecer abiertos, por la caída de la recaudación de IRPF. O no, es posible que no le pregunten nada porque hay preguntas que el gobierno reserva a los gobernantes del PP, nunca a los propios.
Tampoco se han esforzado las ministras, los ministros y Patxi López, en disimular que con esto no contaban. Patxi dice que a él las competiciones fiscales a la baja no le gustan. ¿Las que le gustan son las competiciones a alza? ¿Subirle el IRPF al personal, por ejemplo, venga, a ver qué gobierno autonómico pone los tipos más altos? Que el IRPF es lo que paga la abrumadora mayoría de los españoles. María Jesús Montero, ministra guardiana de las cuentas y del secreto de sus propios planes fiscales, vino a decir en Onda Madrid que esto de Ximo es culpa de Ayuso y de Juanma. Sí, porque ellos fuerzan a los demás a bajar impuestos. Les obligan.
Pobre Ximo, víctima empujada del efecto dominó
Pobre Ximo, víctima empujada del efecto dominó. A ver, es posible que hubiera una legión de residentes valencianos que fueran a mudarse a Murcia o a Andalucía al saber que allí deflactan el IRPF, es posible. Pero uno diría que lo que Ximo está tratando de evitar no es que le emigren los valencianos a otras regiones, sino que los valencianos le emigren a él. Los valencianos, alicantinos y castellonenses.
En realidad, Ximo abre camino. A que otros barones socialistas se apunten a aliviar carga fiscal de la clase media manteniendo la carga de la clase alta y a que el propio Sánchez acabe tocando el tramo estatal del IRPF bajando por abajo y subiendo por arriba. O como poco, deflactando. Que la ministra Montero aun se oponga ---mopongo--- a día de hoy a la deflactación no impide que pasado mañana la acabe abrazando. Está en la naturaleza del gobierno Sánchez ir de una posición a su contraria.