El monólogo de Alsina: "Sánchez usa a Macron para debilitar a Rivera y Macron se deja utilizar porque quiere a Sánchez a su vera"
Todo será que Macron también acabe en la política española, visto que hoy tiene casi más tirón, y más predicamento, en la política nuestra que en la de Francia.
Dos cosas antes de repasar cómo está el puzzle de las alianzas de poder en España y cómo está Macron, el nuevo pope de la política española.
• Una, el mensaje de aliento a los casi doscientos mil españoles que hoy están en capilla. Repasando en las últimas horas antes de que empiece el examen. Las oposiciones a profesores, a las que se presentan, para empezar, los interinos que a veces tienen trabajo, a veces no, un rato contratados, otro rato en el paro, pasando de un colegio a otro. Doce aspirantes por cada plaza de infantil, seis por cada puesto en primaria. En la mayoría de las comunidades autónomas el examen es mañana.
• Dos, interesante lo del Colegio de Médicos de Madrid suspendiendo a una pediatra que predica, contra toda evidencia científica, que hay vacunas que provocan en los niños trastornos del espectro autista. Una médico que sostiene que los TEA son enfermos digestivos y que lo primero para revertir la enfermedad es no volver a vacunarlos nunca. La Confederación Autismo España puso en conocimiento del colegio de médicos de Madrid los artículos de la señora y ahora ha llegado la inhabilitación. Ésta sí es manera de acreditar la oposición a las pseudociencias, las pseudoterapias y los charlatanes peligrosos.
Bueno, vamos a Macron. El presidente francés que sacudió la política europea cuando le ganó la presidencia a Le Pen al frente de una plataforma política recién creada que aglutinaba personas de izquierdas y de derechas. ‘En marcha’, la opción centrista que tumbó, primero, a socialistas y conservadores y le ganó la presidencia de la República a la extrema derecha francesa.
Todo será que Macron también acabe en la política española, visto que hoy tiene casi más tirón, y más predicamento, en la política nuestra que en la de Francia.
Cuando Macron dio la campanada y llegó al Eliseo, Albert Rivera quiso que se le viera como el Macron español. Sabido es que a Rivera es muy de ir cambiando de referentes según quien esté de moda y quien, en cada momento, convenga. Va por rachas. Lo mismo se pasa el día mencionando a Adolfo Suárez que luego se entusiasma con Felipe y Guerra, que se deja acariciar por Aznar, que pone acento francés-Macron, que se encapricha con Manuel Valls. Le dura lo que le dura. Y por mucho que Abascal se obsesione en presentarle como un agente al servicio de la perfidia gabacha, ni con Valls ni con Macron hace tiempo que Rivera vive días de vino y rosas. A Valls ya lo tiene por adversario y con Macron se enfrío el amor y todo lo que queda es apariencia.
Ahora en la política española tenemos a Sánchez y Rivera porfiando por tener a Macron como avalista. A quién quiere más el francés, si al presidente en funciones que aspira a ser investido o al líder de la tercera fuerza política que aspira a serlo de toda la derecha. Sánchez, no es un secreto, usa a Macron para debilitar a Rivera y Macron se deja utilizar porque quiere a Sánchez a su vera para pelear los puestos de poder en la Unión Europea: Sánchez como aliado bajo el paraguas francés.
Ayer Rivera se lanzó de cabeza a un charco formidable en su afán por desechar como insidias las noticias que llegan de sus desavenencias con el presidente de Francia.
El problema de afirmar que has hablado con el Eliseo y te han felicitado por lo bien que pactas es que algún periodista le pregunte al Eliseo y éste emita una nota negando que haya hablado contigo. Porque quedas como un cuentista. Mientes, Albert, nadie habló con el Eliseo. Ya puede salir luego Ciudadanos a decir que en realidad quiso decir que habían hablado con el partido de Macron, no con él ni con su gobierno, que el bochorno no hay quien lo deshaga.
Lo de Ciudadanos con el entorno de Macron viene de lejos. A Macron, en realidad, nunca se le escucha una palabra en público sobre lo que hace o deja de hacer Rivera. Lo que pasa es que Macron tiene una delegada para asuntos europeos (su cabeza de lista, la señora Lioiseau) que es de verbo fácil y acostumbra a pisar los callos a todos sus socios. Sobre todo en los off the records. Incluyendo al español naranja.
• ¿Es verdad que a Macron gobernar en alianza, explícita o implícita, con la extrema derecha le produce rechazo? Sí, naturalmente que es verdad.
• ¿Es verdad que Macron ve a Rivera cada vez más a la derecha y menos en sintonía con el centrismo progresista, un poco a la izquierda, que él predica? Sí, es verdad.
• ¿Es verdad que Macron ha censurado severamente a Rivera por sus pactos y ha arrastrado consigo a los liberales europeos que ahora le hacen el vacío a Rivera por derechista? Pues no, no es verdad.
• ¿Es verdad que hay un clamor liberal en Bruselas contra los pactos a tres bandas en Andalucía, en Madrid, en Murcia? Pues no, no es verdad. Entre socios de grupo no se pisan la manguera.
Y tampoco es que la política española tenga con el alma en vilo a los prebostes europeos. Esa etapa ya pasó. Terminó cuando terminó la recesión.
La lupa de mil aumentos la ponemos nosotros aquí, no ellos allí. No estén los líderes europeos pendientes de la letra pequeña de la política española: Merkel preguntándole a Macron: ¿te has enterado de lo que ha pasado en Palencia, Manué?
Sánchez invoca al francés para darse la razón a sí mismo y azuzar a Ciudadanos por haberse abonado al no es no.
Ciudadanos está consiguiendo poder territorial con el concurso de Vox, eso es impepinable. Por mucho que los naranjas digan que ellos con quien pactan es con el PP y Vox se limita a facilitarlo desde fuera. Que es un poco lo que está diciendo el PSOE navarro sobre Bildu, ¿verdad? Con quien pactamos es con el PNV. Si luego Bildu lo facilita desde fuera, qué quiere usted que hagamos.
A Macron, pope de la política española, no le gusta que se cuente con partidos extremistas y antieuropeístas para conseguir gobiernos. Lo que no sabemos es qué piensa Macron de contar con Bildu para acceder al gobierno de Navarra. O de pactar una investidura con Esquerra Republicana. ¿Sobre eso tendrá opinión el presidente francés o sólo sigue con interés la política municipal madrileña? Y si la tiene, ¿le animará Sánchez a que la exprese?
La lupa de mil aumentos la ponemos aquí, no la ponen ellos ni en París ni en Bruselas.
Allí están a ver quién gobierna el país y con qué programa. Y tampoco es un secreto que se quedaría la mayoría de los gobernantes europeos muy a gusto si pactaran Sánchez y Rivera un gobierno de mayoría absoluta con un programa económico de estabilidad y de reformas. Como tanta otra gente en España que ya puede esperar sentada.