Monólogo de Alsina: "La reconciliación avanza imparable"
Carlos Alsina reflexiona en su monólogo sobre la ley de amnistía. "Ya lo avisó el gobierno: un hito para el reencuentro, una nueva etapa, un referente para el planeta. Admitamos que así ha sido. Y antes de lo previsto. A la vista está que hoy España es un remanso de paz y de consenso. En cuanto amnistíen al novio de Ayuso la reconciliación será completa" asegura.
Madrid |
La reconciliación es imparable. Admítanlo los escépticos, los descreídos, los antisanchistas; admítanlo la fachosfera, los jueces, los fiscales; admítanlo la comisión de Venecia ¡y Javier Cercas! La reconciliación es imparable. Se nota, se siente, la reconciliación se hace presente. Ya lo avisó el gobierno, desde la cofa del mástil desde la que alcanza a divisar lo que los ciudadanos, cegatos perdidos, no ven ni por asomo: España acabaría entendiendo que la amnistía siembra, por fin, de armonía y de concordia la vida pública española. Tan envenenada antes de que esta ley sanadora iniciara su fatigoso camino.
Ya lo avisó el gobierno: un hito para el reencuentro, una nueva etapa, un referente para el planeta. Admitamos que así ha sido. Y antes de lo previsto. A la vista está que hoy España es un remanso de paz y de consenso. En cuanto amnistíen al novio de Ayuso la reconciliación será completa.
Sí que se nota, sí, el nuevo clima.
El Senado insta al Congreso a que retire un proyecto de ley recién aprobado porque lo considera un fraude constitucional
Por primera vez en la historia, el Senado insta al Congreso a que retire un proyecto de ley recién aprobado porque lo considera un fraude constitucional. La Cámara Alta, que representa a la soberanía nacional, contra la Cámara Baja, que representa a la soberanía nacional. Mayor exponente de armonía nacional no cabe. De dónde se sacará la Comisión de Venecia, ¿verdad?, que no hay acuerdo en la sociedad española respecto de esta amnistía. Sostiene la mayoría absoluta de los senadores, o sea, el PP, apoyándose en el dictamen de los letrados que la ley de amnistía supone un cambio encubierto de la Constitución y que su tramitación en el Congreso ha vulnerado el procedimiento previsto en la norma. Por la forma y por el fondo, por tanto, enviarán al árbitro su alegato para que éste se pronuncie. A la vez, eso sí, que la tramitación de la amnistía sigue adelante en el Senado.
¿Quién es el árbitro? Calienta, Pumpido, que sales. El árbitro es el Tribunal Constitucional. Todo el mundo da por hecho que alguna vez tendrá que establecer si la amnistía encaja en la Constitución o la desborda. Pero antes de eso ya va a tener que pronunciarse sobre el choque, inédito, entre ambas Cámaras.
Por el camino, la mayoría parlamentaria del Senado volvió a afearle ayer al ministro de Relaciones con las Cortes lo que dijo en este programa, eso de que el Congreso representa más la voluntad popular que el Senado.
La reconciliación es imparable. Al choque que hasta ahora se había producido entre la mayoría gubernamental del Congreso y los jueces del Tribunal Supremo, entre los fiscales del Supremo y el fiscal general del Estado, entre algunas ministras y el juez García Castellón, entre el CGPJ y el gobierno, entre el PSOE de la cobija de Page y el PSOE hegemónico de Sánchez, entre la Carmen Calvo profesora y la Carmen Calvo presidenta del Consejo de Estado se suma ahora el conflicto entre instituciones. En cuanto la concordia echa raíces, ya es un no parar. Dice el gobierno que en España no hay ambiente para unos Presupuestos del Estado nuevos. Para la amnistía, sí. Para la amnistía hay ambientazo.
"La corrupción produce koldos y la sobreactuación produce monstruos"
A base de alancear a Francina Armengol, con pólvora mojada, el PP consiguió blindarla como presidenta del Congreso pase lo que pase. A base de alancear a Díaz Ayuso con pólvora prestada (o ennoviada), el gobierno va a conseguir blindarla de por vida.
Llamativa circunstancia ésta de ver al gobierno de un país eligiendo achicarse a sí mismo auto reduciéndose a la condición de oposición de primera regional. Entiéndase como elogio, ¡de primera!, pero en su justa dimensión, regional. Ver a los ministros dedicar sus mejores esfuerzos cada día a moverle el sillón a Díaz Ayuso mientras renuncian a tener presupuestos generales del Estado obliga al espectador a someterse cada día, a someterse él, a un control de sustancias alucinógenas. Veréis cosas que no creeréis. Cómo serán las cosas que Sánchez ha estrenado la campaña catalana pidiendo el voto no para frenar al independentismo sino para tumbar a Díaz Ayuso, no sé yo.
Si Juan Lobato admite un consejo, puenteado como está siendo por Puente y los demás ministros, haga una cosa: convóquelos a todos el jueves en el Parlamento madrileño y que la sesión de control a Díaz Ayuso la hagan ellos, en fila india y desfilando ante el micrófono para exigirle a la presidenta que dimita: váyase, señora Ayuso, váyase.
Por mentir, por atacar a la fiscalía, por cuestionar a los poderes del Estado... el PSOE va amontonando argumentos para exigir infructuosamente la cabeza isabelina. En realidad, pedían su cabeza antes de que ella hubiera abierto el pico, con tener un novio denunciado por la fiscalía valía. Spoiler: cuando te pasas días exigiendo la dimisión de alguien y no dimite, lo que acabas subrayando es tu impotencia.
"De momento, en la campaña catalana lidera las encuestas el PSC, lidera las quinielas Puigdemont"
Cuántos catalanes acudirán a las urnas el 12 de mayo a votar al PSC sólo para desquitarse de Ayuso es un misterio dentro de un enigma dentro de una viñeta dentro de una parodia. Pero estrategas electorales tiene el gobierno (hay días que parece que es lo único que tiene). De momento, en la campaña catalana lidera las encuestas el PSC, lidera las quinielas Puigdemont (que si viene o no viene, y que cuándo y cómo vendría) y trata de retomar la iniciativa Esquerra Republicana, incómoda en su papel de pagafantas de
Pedro Sánchez. Si los puigdemones quieren soberanía fiscal, Pere Aragonés quiere ser vasco. ¡El concierto, el cupo! Vuelve al debate la financiación catalana, el día de la marmota. El concierto que consiste en que la administración autonómica recauda todos los impuestos, se calcula lo que cuestan los servicios que presta la administración central y eso es lo que aporta al Estado. El resto, se queda en Cataluña.
El concierto que el nacionalismo catalán rechazó en la transición porque pensó que no salía a cuenta y que Artur Mas resucitó camuflándolo bajo un nombre nuevo: pacto fiscal. Fue el concierto económico lo que le reclamó a Rajoy en 2012, con España en recesión, y fueron las largas que le dio Rajoy, que estaba en evitar que Europa tuviera que rescatarnos, lo que usó Mas como coartada para subirse al barco independentista y alimentar una criatura llamada el procés.
En esta nueva etapa de reconciliación y de concordia, Esquerra, incapaz de aprobar unos Presupuestos, aprovecha su condición de gobierno autonómico para hacer pasar por proyecto gubernativo un banderín electoral. El gobierno central, incapaz de aprobar unos Presupuestos, dice que ya está bien, que dimita de una vez Ayuso.