El monólogo de Alsina: 'El primero de abril los burros van donde no deben ir'
Les voy a decir una cosa.
El primero de abril los burros van donde no deben ir. Hoy es el día de los inocentes -o mejor, de las inocentadas- en Francia, en Polonia, en Bélgica, en el Reino Unido (en Chipre no, allí no están para bromas).
Lo llaman el April's fools y consiste, como aquí, en hacer picar a la gente. Si eres Google, por ejemplo, anuncias que has lanzado en modo de prueba -google nose- un buscador de olores (¿qué es eso que huele?, coges tu portátil para que huela y te lo identifique), y te llevas al huerto a media comunidad internauta. Si eres youtube lo que anuncias es que vas a echar el cierre y, con tal motivo, elegirás el mejor video colgado en youtube en toda tu historia, y consigues que unos cuantos millones de usuarios desolados se pregunten cómo podrán seguir con sus vidas en ausencia de vídeos compartidos. Si eres twitter, en fin, la broma que se te ocurre, como los caracteres, es limitada: anunciaron un nuevo servicio para lanzar mensajes sólo con consonantes.
Todo lo que han conseguido es que los adolescentes de todo el planeta se pregunten qué tiene eso de nuevo. Ellos hace tiempo que han prescindido de las vocales. El más original con la guasa ha sido el diario británico The Guardian, con sus gafas de realidad aumentada que permitirán a sus lectores tener una perspectiva aún más a la izquierda que la que se desprende a diario de sus páginas: si se trata de aumentar, aumentemos nuestro sesgo ideológico, dicen haciendo broma de sí mismos; usted se pone las nuevas gafas y cuando vea un periódico conservador comprobará que le resulta imposible leerlo; es más, al leer el propio Guardian se difuminarán aquellos párrafos que no sean suficientemente izquierdistas.
El April’s fools, el día de las bromas que no se celebra ni en Chipre ni en Corea del Norte. Pero que sí hubo un tiempo en que se celebraba bastante -ahora igual un poco menos- en Menorca y en Galicia. Son los gallegos los que más dicen esto de “el primero de abril van los burros donde no deben ir”.
Hoy el señor Núñez Feijoo, presidente de la Xunta y cabe pensar que buen amigo de sus amigos -no vayamos a criminalizar ahora la amistad- fue donde tenía que ir, a responder las preguntas de la prensa sobre sus amistades de los noventa, pero según confesó él mismo sí se sintió un poco burro -ingenuo, prefirió decir él- por haberse relacionado en aquellos años con un señor que primero fue contrabandista de tabaco y luego traficante de cocaína. “De haber sabido entonces lo que supe luego”, ha dicho hoy el presidente, “esa relación no se habría producido”.
No está pasando un buen momento el señor Feijoo porque una foto como ésta, varios amigos en bañador tomando el sol en un barco (con la crema todavía en la espalda, las gafas de sol y el contrabandista luciendo sombrerito) son material suficiente para inundar las redes sociales de coñas marineras y para que la oposición política te organice un escándalo. Si todo lo que hay se reduce a lo que hasta ahora se ha visto -las fotos del barco-, no parece que la continuidad de Feijoo como presidente autonómico ni su estabilidad como barón regional del Partido Popular corran el más mínimo peligro. Y no sólo porque Rajoy le haya expresado su apoyo -si avala a Ana Mato pese a los viajes y los confetis que disfrutó personalmente no va a avalar a Feijoo por lo que hiciera otro señor con el que sale en una foto-, sino porque la mayoría parlamentaria de que disfruta el actual presidente gallego es lo bastante sólida como para que haga falta algo bastante más sólido, a su vez, que un par de viejas instantáneas en barco para comprometer su crédito político.
La amistad, como sentimiento que es, forma parte del ámbito personal de cada uno. La amistad es una cosa y el desempeño de responsabilidades públicas es otra. Lo relevante es si el responsable público mantiene ambas esferas separadas o las mezcla de forma interesada. El problema para un cargo político no debería ser de quién es amigo, o con quién se va a cenar, sino qué uso hace él (o permite que haga el otro) de esa relación que mantienen. Pero es verdad que en la política española, y en los medios de comunicación españoles, solemos ser poco escrupulosos con esta línea que separa las relaciones afectivas de las decisiones y los hechos.
Es decir, que tendemos a presentar la relación personal o como prueba que acredita el trato de favor, el tráfico de influencias, o como elemento que extiende la culpabilidad del uno al otro. Si un concejal es hermano de un constructor que fue detenido, ¿qué más pruebas quieres de la culpabilidad del concejal? ¿Qué más pruebas? Todas, porque ser hermano de alguien no es prueba de nada, salvo de hermandad. Como ser amigo de alguien (o haberlo sido) sólo es prueba de que hay o hubo amistad. Uno es responsable de sus actos, no de los actos de los demás. Sean sus familiares, sus amigos o sus vecinos. Uno puede ser responsable de encubrimiento si tiene conocimiento de un delito y contribuye a ocultarlo. Puede ser responsable de pasividad si, teniendo conocimiento de que un amigo delinque, no lo pone en conocimiento del juez o la policía.
Uno es responsable de negligencia si entre sus deberes está el de fiscalizar la actuación de esa persona, porque ésta es un subordinado o un cargo de confianza en el gobierno o el partido en el que milita, y falla en esa labor de vigilancia. Pero uno no puede ser responsable de ser, o haber sido amigo, de alguien que se revela delincuente. Ser amigo de un narco no te convierte en narco. Hasta los asesinos tienen amigos que no son asesinos ellos mismos. Y que acuden a visitarles a la cárcel sin que eso los convierta en inmorales. José Blanco, por citar otro dirigente gallego,es responsable de lo que haya hecho él, no de ser amigo de empresarios investigados o imputados. El asunto es si él ha abusado de su cargo para beneficiar a sus amigos, no el hecho de que tengan amistad. Si acaso, uno será responsable -Feijoo será responsable- de elegir mal a sus amigos. Pero uno no siempre puede presumir, ¿verdad?, de que todos sus amigos son personas ejemplares.
No es mal asunto éste de la foto para debatir esta noche sobre la tendencia que tenemos -los medios, los partidos- a poner el foco en las apariencias para no tener que bajar a examinar los hechos. Es tan cómodo sacar conclusiones de una foto, aunque éstas vayan mucho más allá de lo que ahí se refleja. Esto a Feijoo tampoco hace falta explicárselo porque él mismo jugó a ello en 2009, la campaña de 2009, con la otra foto, aquella en la que salía Anxo Quintana en un yate con un constructor. La foto delatora, decía entonces el PP: el vicepresidente de la Xunta (y candidato) embarcado con un empresario. La broma que se permitió hacer entonces Feijoo: “Hubo contactos por mar y no sé si por tierra también”.
La vida es puñetera y, en ocasiones, te devuelve la broma y te la planta en el espejo. Es verdad que aquel constructor había ganado un concurso convocado por la consejería de Industria, pero eso no demuestra ni que el concurso fuera amañado ni que el constructor en cuestión no tuviera derecho, en limpia competencia, a ganarlo. Esto tan extendido entre nosotros de la mujer del césar, ¿no?, la frase que, al parecer, nadie discute: La mujer del césar, además de ser honrada, debe parecerlo. Hombre, la mujer del césar debe ser honrada y el césar, aún más que ella. Lo de las apariencias es tan subjetivo que siempre habrá quien dude.
A Feijoo se le ha aparecido el fantasma de Quintana. Cuando a Einstein, ya consagrado como eminencia, empezaron a subírsele a las barbas los jóvenes teóricos de la física cuántica dijo, riéndose de sí mismo, “pasé años desafiando a las autoridades académicas y Dios me ha castigado convirtiéndome en autoridad a mí mismo”.