Monólogo de Alsina: "Mazón, gozoso, paga peaje a Vox"
Carlos Alsina reflexiona en su monólogo sobre la llamada que espera entre Trump y Putin, así como el acuerdo de Mazón con Vox para aprobar los nuevos Presupuestos.
Madrid |

Con permiso del señor Mazón, perdido en su laberinto, empeñado en engañarse a sí mismo ---no solo, sino en compañía de otros--- y habiendo encomendado ahora su salvación ---la redención es imposible--- a un curandero de extrema derecha pupilo de Donald Trump con permiso del señor Mazón, abrazado a su tabla de náufrago y obsequioso como nadie con Vox ---luego dice el PP que es Sánchez quien hace lo que sea con tal de atornillarse en el poder---, lo más relevante del día va a ser la llamada telefónica (blindada contra espías, supongo) que Donald Trump, faro espiritual y político del Partido Trumpista Putinista Español, antes Vox, a su compadre el caudillo de todas las Rusias, agresor confeso de una nación soberana llamada Ucrania, bombardero desde hace tres años de la población civil ucraniana y responsable del éxodo de millones de mujeres con sus hijos. ‘¿Qué tal, Vladimir, cómo te va?’ Lástima que Trump no se anime, en este afán suyo por convertir la presidencia de los Estados Unidos en un reality veinticuatro horas, a difundir en directo su conversación con el asaltante ruso. Sería revelador ver en qué tono se dirige a él, si con el desdén con el que trata a Zelenski y los gobernantes europeos o con el colegueo de quien reconoce en su interlocutor a un igual. Igual en el poder que acumula, igual en la forma de ejercerlo.
Trump apretó a Zelenski para que tragara con el acuerdo para ceder a Estados Unidos recursos naturales y con la propuesta de alto el fuego que quedó pendiente de que Rusia responda. Eso es lo que se supone que va a suceder hoy: que Putin responderá a la oferta con un sí, poco probable; con un no, poco probable; o con un sí tan condicionado que se parezca muchísimo a un no, que es lo más probable. En esa línea apuntó ayer la ministra de Exteriores de la Unión Europea, Kaja Kallas, cuando dijo que de la palabra de Putin es difícil fiarse.
Ya dijeron los peones de Vladimir la semana pasada que el acuerdo debería incluir compromisos para que Ucrania esté impedida de integrarse en la OTAN, acepte la entrega de Crimea y el Donbás, renuncie a militarizar sus fronteras y entregue la cabeza de Zelenski. Cuántas de esas condiciones, tan pacíficas, explicitará hoy el ruso en su charla con el colega americano se sabrá a lo largo del día. En el signo de los nuevos tiempos: ya no hacen falta ni cumbres en lugares exóticos. Esta llamada de hoy es el mensaje: el perdonavidas que preside Estados Unidos y el matón que preside Rusia deciden entre ellos dos la suerte de Ucrania, que es la suerte de Europa.
Europa, viendo lo que hay, acelera con su refundación militar (multiplicar la inversión en Defensa) y en España el gobierno mueve y rebautiza partidas presupuestarias para que parezca lo que no es, mantiene en segundo plano a la ministra Margarita Robles ---hoy en el Senado algo tendrá que decir---, encarga a la número dos del ministerio que evangelice a la población sobre las bondades de la industria militar como generadora de empleo y evita reconocer que el partido que más cerca está de las posiciones de Sánchez en esta materia no es ni Sumar, ni Esquerra, ni Junts, ni Bildu ---los cofrades del presidente sin presupuestos---, sino el Partido Popular de Feijoo. Que tampoco es que haga muchos esfuerzos porque se note que coincide con Sánchez en la urgencia de disparar el gasto militar. Estuvo en este programa el vicepresidente del Banco Central Europeo ayer, Luis de Guindos. Que vino a decir que raro sería que Trump y su guerra arancelaria no trajeran subida de precios y de tipos de interés, que le parece raro que se acometa un cambio estructural tan notable para la cuentas públicas españolas como incrementar en veinticinco mil millones el gasto militar sin pasar por el Congreso ni aprobar Presupuestos nuevos del Estado y que nos pasará factura el desacuerdo permanente entre los dos grandes partidos del país.
De cara a un futuro con más deuda pública para financiar el nuevo gasto militar y con un incremento también previsible del interés que hayamos de pagarle a quienes nos prestan su dinero. La trifulca constante entre el gobierno y el PP como obstáculo.
He aquí un hombre que añora el matrimonio que consumó con Vox hace dos años y que, nostálgico de aquel encamamiento gozoso, celebra ahora este sucedáneo que es arrimarse a Vox, sin gobierno conjunto pero con Presupuestos elaborados a cuatro manos, dos de Mazón, dos de Obescal. Si el precio era repudiar el llamado Pacto Verde Europeo, agitar la inmigración como fuente de inseguridad, llenarse la boca con la palabra expulsión y deportación y presumir de no acoger un solo menor inmigrante no acompañado, Mazón paga el peaje con gusto y permite que el viceAbascal Garriga se declare vencedor.
Ni un solo mena, pronúnciese con el desprecio de quien ve en los menores inmigrantes delincuentes en potencia que se quedan las paguitas que debería recibir tu abuela. Y así, todo. A ver lo que tarda la dirección del PP en decir que no se le haga mucho caso a las proclamas de Vox porque aquí lo que importa es lo que dice el papel firmado, que es naturalmente lo mismo que el PP le reprocha al PSOE que diga sobre Junts. El PP pacta con Vox la política migratoria ---el inmigrante irregular como peligro público--- y el PSOE pacta el modelo migratorio con Junts ---el inmigrante que no habla catalán como riesgo para identidad nacional---. La política es un juego de espejos. Dime qué criticas a tu adversario y te diré con quién vas a pactar tú.
Vox no se ha movido. Por más que la dirección nacional del PP ---a la fuerza ahorcan--- se esfuerce en decir a la vez que estaban al tanto del acuerdo aunque no de la letra pequeña y que todo lo anunciado le parece muy bien porque ha sido Génova quien ha frenado otras pretensiones de Vox inaceptables. Si Génova las ha frenado es que a Mazón las habría aceptado también. Todo en orden. El presidente autonómico del PP más cuestionado ---y más achicharrado, con Vox o sin Vox--- le marca el terreno de juego a Feijóo (otra vez) y reverdece la alianza con Obescal justo ahora que éste anda más entregado que nunca a la disciplina de Trump y de Elon Musk. Y aún habrá que creer que Feijoo es un hombre feliz al ver que su barón valenciano saca adelante sus cuentas autonómicas y se compromete con la reconstrucción ---remárquese esto de que está comprometido con la reconstrucción como si fuera algo verdaderamente meritorio en un gobernante autonómico que si no está para eso ya me dirá usted para qué está---. El pacto mazoniano que lastró la campaña de Feijoo en el 2023 y dio alas a la de Sánchez reverdece para alimentar el argumentario socialista sobre el vínculo indisoluble entre Abascal y Feijoo. Hay días en que Pedro Sánchez debe de pellizcarse ante el espejo mientras se dice a sí mismo: ‘no me puedo creer la suerte que tienes, chaval’.