El monólogo de Alsina: ‘Asombrar al mundo’
Les voy a decir una cosa.
Cuando el gobierno dijo que pronto volveríamos a asombrar al mundo no se estaba refiriendo a que fuéramos capaces de desplazar nosotros solos el meridiano de Greenwich.
¡Empuja más, José Manuel, que ya se mueve! Una vez que ha quedado claro que el meridiano en cuestión, a pesar del ministro de Industria, no pasa por Canarias sino por Altea y que, para tranquilidad de Paulino Rivero (presidente canario siempre en guardia en defensa de su hecho diferencial) si le cambiamos el huso horario a la Península se lo cambiaríamos también a Canarias para que en la radio sigamos diciendo lo de “una hora menos”, una vez que han quedado despejadas tantas inquietudes (incluida la del propio meridiano, que es, de natural, inmovilista), el Congreso de los Diputados ha aprobado esta tarde el informe en el que sugiere al gobierno que nos cambie la hora.
Es un buen montón de folios fruto del trabajo de la subcomisión correspondiente, con una lista larga de comparecientes, y contiene otras recomendaciones, a parte de ésta del huso horario. Factores todos ellos que no garantizan, en absoluto, que vaya a tener consecuencia alguna. Ya hubo un informe parecido a éste en la legislatura anterior y ahí se quedó, esperando a que se renovara el Parlamento para poder hacer un informe nuevo. El gobierno verá si, en su publicitado espíritu reformista, incluye esta reforma horaria (dices hombre, si el grupo popular lo ha apoyado será porque al gobierno le interesa darle una vuelta al asunto, si no le dices a Alfonso Alonso que lo tumbe y a otra cosa) en cuyo caso habrá de librar consulta al ministro de Economía -para saber si esto nos haría más productivos- y a la ministra de Sanidad -para saber si estaríamos más sanos-.
La ministra es capaz de hacer diagnósticos muy rápidos: esta mañana estuvo en el hospital Quirón y, a las preguntas de la prensa sobre la situación del rey, dijo: “Sólo hay que verle para saber que la operación ha sido un éxito”. Así, a ojo, enterrando décadas de literatura médica. En realidad, ni siquiera hay que verle porque no se recuerda una operación al rey que no haya sido calificada como “un éxito”. La única aportación verdaderamente creativa en esta nueva reparación regia es referirse al rey como Su Majestad Paciente, nuevo concepto médico-institucional que hay que agradecerle a la directora de la clínica. Su Majestad Paciente empezará mañana la deambulación. Los médicos no sólo escriben raro. Algunos también hablan.
Pero no es por nada de todo esto por lo que pronto asombraremos al mundo. Un mundo que, sabiéndolo, estuvo atento al discurso del presidente Rajoy en las Naciones Unidas por si hubiera incluido en él algún anuncio verdaderamente inesperado -por ejemplo, que ha convencido al iraní Rohani, con el que despachó un rato, de que abandone su programa de armamento nuclear-, pero el discurso discurrió por terrenos ya bastante trillados (nada distintos a los que trilló, en su día, Rodríguez Zapatero), sin aportar más elemento de interés que el de escuchar al presidente español hablando de cuestiones internacionales que el resto del año no aparecen ni en sus discursos ni en sus prioridades.
Es en la Asamblea de la ONU donde cada año se demuestra que hay más temas de los que puede ocuparse un presidente, aparte de la unión bancaria europea y el déficit público. Que es ahí, en el ámbito estrictamente económico, donde el gobierno confía en que progresen las flores de invernadero para poder proclamar, antes de fin de año, que la recesión ya se acabó.
A falta de indicador oficial de PIB del tercer trimestre que acredite que ya hemos dejado de menguar (ese dato se publicará dentro de unas cuantas semanas), el Ejecutivo lanza por delante el discurso porque maneja números que anticipan esa salida. Expresamente lo dijo Rajoy en la entrevista del lunes en el Wall Street Journal y expresamente lo ha vuelto a decir en Bloomberg: “Hemos salido de la recesión, aunque no de la crisis”. Que es esto de “vamos a mejor, pero aún estamos bastante mal”.
En función de cuál sea tu auditorio, pondrás el acento en la primera o en la segunda parte de la frase. Si te reúnes con periódicos internacionales (como hace Rajoy) o con inversores internacionales (como hace el Tesoro) pones el acento en lo primero: salimos del hoyo, confíen en nosotros. Pero si te reúnes con los sindicatos de la función pública --como ha hecho esta tarde el ministerio correspondiente-- para informarles de que el año que viene volverán a tener congelado el salario, entonces pondrás el acento en la segunda parte: aún estamos en crisis y no es posible subir el sueldo a los funcionarios.
Por cuarto año consecutivo, los empleados de las administraciones públicas se quedan con el mismo sueldo que tenían, el que les fue recortado un cinco por ciento en 2011 y vuelto a recortar, en la práctica, en 2012 al no abonarles la paga de Navidad. Desde entonces, los salarios no se han actualizado y los funcionarios han perdido poder adquisitivo. Como el resto del país, es verdad, quien no haya visto reducido su poder adquisitivo que levante la mano, pero mal de muchos no es consuelo y cuando te toca a ti la congelación, o la bajada, pues gracia no te hace. Y eso es lo que está pasando a esta hora en el ministerio de Montoro: que los representantes sindicales están acordándose de la madre de todos los ministros porque les han confirmado que habrá extra de Navidad, pero no actualización de salarios. Es decir, como en 2013. Si los funcionarios confiaban en que les dieran una alegría (que no confiaban) tendrán que aguardar al próximo año, a los Presupuestos de 2015, año electoral para el que nos tiene prometido el gobierno una rebaja del IRPF.
Mañana aprueba el consejo de ministros el proyecto de Presupuestos de 2014, con salarios congelados en la administración y subida testimonial de las pensiones -0,25 %- que, en la práctica, supone también reducción del poder adquisitivo de los pensionistas. Junto a los presupuestos llegará la revisión del cuadro macroeconómico, las previsiones del gobierno para el próximo año. Del medio puntillo de crecimiento previsto hasta ahora se pasa a siete décimas.
Son correcciones de orfebre, de nanotecnología, pero son a mejor. Estimaciones, por supuesto, que significa que pueden cumplirse o no, y fallar por exceso o por defecto. Y son previsiones realizadas en la confianza de que, creciendo poco-poco-poco, a menos de un 1%, seamos capaces de generar empleo neto. Ésta es la idea: salimos de la recesión, pero aún queda mucha austeridad y mucha crisis. Es posible que alguna vez asombremos al mundo, pero no será todavía este próximo año.