El monólogo de Alsina: Las razones de Fernández Vara para la moción de censura
Les voy a decir una cosa.
Salía el señor Monago hace ahora dos meses de cenar en un restaurante de Badajoz cuando se encontró con la murga Los Murallitas que le cantó en persona -a la cara, digamos-, el pasodoble que habían compuesto. Y que dice:
“Qué modernito se ha vuelto Monago /
desde que se hizo colega de IU. /
Ahora se ha vuelto en contra de su partido /
y con lo del aborto se ha hecho notar. /
Qué modernito se ha vuelto Monago /
lo vi el otro día con PedroEscobar /
y como acabe con el paro /
al final lo voy a votar.” /
Monago se mostró encantado con la letrilla, no se sabe si porque le gusto de verdad o porque la única reacción posible de un dirigente político al que le cantan en la calle con teléfonos móviles grabando es sonreír y esperar que pase pronto. Tres años después de una investidura por la que casi nadie apostaba y que le sirvió a Izquierda Unida para pasarle factura al PSOE y recordarle que no son la filial de nadie, Monago se ha construido esta imagen de líder poco convencional de un partido que sí lo es, verso suelto y barón rojo de la derecha que marca distancias con Génova y diluye el peso de las siglas anteponiendo el pragmatismo a la ideología. Ésa es su apuesta para poder ganar de nuevo y gobernar su región sin pedirle permiso ya a Izquierda Unida y ése es el papel en el que Monago –líder con aspiraciones políticas que van más allá de Mérida—se siente cómodo.
A un año de las próximas autonómicas, y con las encuestas augurando la victoria del PP, la subida muy notable de IU y el desfondamiento del PSOE en Extremadura, Guillermo Fernández Vara, ex presidente regional que confió en seguir en el cargo merced a un pacto con IU que nunca se produjo, anunció esta mañana que presenta moción de censura contra Monago. Las posibilidades de que la moción triunfe y Monago tenga que dejar su sitio a otro son ninguna, y sabiéndolo –como lo sabe—Fernández Vara no hace falta ser doctor en ciencias políticas para concluir que sus razones han de ser otras.
Por ejemplo, tener ocasión de subir a la tribuna del Parlamento no como líder opositor sino como candidato a la investidura que defiende un programa de gobierno -recordarle a los extremeños que hubo un tiempo en que era él, y no Monago, el líder más valorado en esta tierra-; y, por ejemplo, obligar a los diputados a retratarse, en vísperas de urnas, votando a favor o en contra de un giro a la izquierda en Extremadura. Ya ocurrió en la sesión de investidura de Monago, cuando Escobar, cabeza visible de IU, encajó la insistente --pero frustrada-- labor persuasiva de sus compañeros de otras comunidades para que evitara a toda costa que la derecha gobernara, o que IU quedara ante sus votantes como la formación que impidió un gobierno de izquierdas.
Quienes entonces zumbaron a Escobar celebran hoy que las encuestas reflejen un imparable crecimiento. A los tres escaños de IU se suman, en las filas de la izquierda no socialista, los dos de la coalición regionalista Prex-Crex que concurrieron a las elecciones con el PSOE. Ellos también tendrán que tomar postura en el debate de la próxima semana, y eso lo que, al final, dejará la moción de censura, el argumento que podrán repetir los socialistas extremeños en el año de legislatura que queda: que si la derecha gobierna es porque algunos que se dicen de izquierda lo han permitido.
Todo está inventado en política desde hace mucho tiempo. Rodríguez Ibarra, que antes recomendaba a su sucesor, Fernández Vara, que se dejara de mociones de censura, se declara hoy muy de acuerdo en que conviene presentarla. Y al buscar razones con que argumentar su nuevo criterio acaba por revelar el objetivo último de la cosa: “los diputados de IU”, ha dicho el veteranísimo, “ya no podrán decir que son la izquierda extremeña”. “No es una moción de censura contra IU”, ha añadido, “pero tampoco tendría nada de malo porque IU sostiene a Monago por puro interés electoral, por lo bien que le está yendo en las encuestas”.
Aunque a Ibarra, otrora oráculo del socialismo anti nacionalista, hace tiempo que en su partido no le hacen el menor caso, en la interpretación de la política extremeña sí cabe hacérselo. La alianza entre el PP y la IU de Escobar –Felipe lo llamaría la pinza— ha resultado una operación política exitosa para ambas partes. Monago lima su condición de dirigente de derechas y Escobar aparece como el estratega brillante que influye decisivamente en las políticas del gobierno sin formar parte de él, convenciendo a sus votantes de que hoy, con el PP en el poder, pinta más la IU extremeña de lo que lo hizo nunca gobernando el PSOE. “Qué modernito se ha vuelto Monago / desde que se hizo colega de IU”.
Enfrente, la estrella que en otro tiempo acompañó a Fernández Vara, hederero de una maquinaria política que se presumía imbatible, se ha ido apagando en este tiempo. Después de todo, él y Monago cortejaban, aparte de al votante propio, al menos ideologizado del votante ajeno. Tal como Monago cultiva su imagen de líder regional por encima de siglas –el progresismo popular— Fernández Vara cultivó imagen de socialista templado capaz de sintonizar con el votante conservador a la manera -no tan populista—de un José Bono. Con la moción de censura juega Fernández Vara sus bazas: reivindicarse como única alternativa posible y entorpecerle el discurso no tanto a Pedro Escobar como a Cayo Lara.
Como ha dicho hoy Fernández Vara, presentar una moción de censura es una cosa incómoda. Engorrosa. Para empezar, tienes que escribir un folio justificándola. No vale decir “quiero que el presidente deje de serlo porque él es de un partido y yo soy del de enfrente”. Ah, no. Tienes que darle un poco más a la pelota. Por eso el PSOE extremeño expone sus motivos, en forma de alegato ordenado. “Analizamos el estado de la región después de tres años de gobierno de Monago”, explican, “y nos sale que Extremadura es más pobre, con un PIB que ha menguado, está más endeudada y hay más paro”. “Y además es más injusta, más desigual y está peor tratada por el gobierno de España”.
Visto lo visto, dicen los socialistas, a este Monago hay que quitarlo. Lo engorroso de tener que dar razones como éstas es que obliga al personal a preguntarse por qué Fernández Vara, un político que intenta comportarse siempre con coherencia, no se presentó una moción de censura a sí mismo cuando era él quien gobernaba. La Extremadura de 2011, cuando Fernández Vara terminó su gestión de cuatro años, era también más pobre, más endeudada y con más parados que la de 2007. El PIB en esos cuatro años cayó en 500 millones de euros. La tasa de paro pasó del 13 % de 2007 al 28 % de 2011. La deuda pública extremeña, que en 2007 era del 4,5 %, alcanzaba en 2011 el 11,6. Dices: no tienen nada de extraño estos datos porque hablamos de 2007 a 2011, cuando estalló la crisis de las subprime, se hundió Lehman Brothers, estalló la burbuja española y se fue nuestra economía a tomar viento. Todo muy cierto.
Tan cierto como que los indicadores económicos que dejó Fernández Vara eran manifiestamente peores que los que heredó de su mentor, Rodríguez Ibarra. El viejo barón, ayuno hoy de predicamento en su partido, que alejado de Rubalcaba hace ahora campaña por Eduardo Madina.