Monólogo de Alsina: "PedroIone Sánchez"
Carlos Alsina reflexiona en su monólogo sobre el señalamiento público de Pedro Sánchez a Rafael del Pino, presidente de Ferrovial, por la decisión de trasladar la sede social de su empresa a Países Bajos.
Madrid | 03.03.2023 08:45
El presidente, de gira por Europa, se sumó a la cacería. Contra el presidente de Ferrovial. Del Pino. A la manera en que el presidente Sánchez lo vive todo, como una confrontación, como una afrenta. Y aumentando el eco de la decisión de irse que ha anunciado la compañía.
Sánchez en modo Belarra
Difícil de creer pero cierto: el presidente del Gobierno de España, que no se cansa de censurar a otros cuando le critican a él en el extranjero, se planta en Copenhague, capital de Dinamarca, y proclama allí que el presidente de una de las constructoras españolas más conocidas es un ejemplo de empresario desleal con su patria. No me lo llamen a esto hablar mal de una empresa española fuera de España porque cuando quien lo hace es Sánchez hay que llamarlo justicia social. Haga usted su declaración danesa, presidente.
Sumándose el presidente a la cacería que él mismo había ordenado poner en marcha. Sánchez, en modo Belarra
La táctica Sánchez. Hay grandes empresarios comprometidos con su país en España, pero no dice un solo nombre. ¿Alguien recuerda al presidente ensalzando en público a un empresario que no sea Bill Gates? Para lo otro sí, para censurar una decisión empresarial que él se ha tomado como un desaire sí, ‘el señor Del Pino’.
Personalizando. Señalando. Enchufando sobre él el foco de la opinión pública. Sumándose el presidente a la cacería que él mismo había ordenado poner en marcha. Sánchez, en modo Belarra. Dispuesto a dejar pequeña a la ministra morada en su afición a señalar empresarios como enemigos públicos de España. Pedro Ione Sánchez. A por la reputación de Del Pino por haber desairado. Le ha faltado hacer lo de Podemos: difundir su foto en formato ficha policial para que toda España le pueda detestar conociendo su cara.
El Gobierno podría haber reaccionado de dos modos
Cuando una gran compañía plantea que a sus accionistas les resultaría más beneficioso tener la sede social fuera de su país de origen el Gobierno de turno puede reaccionar de dos modos:
· Uno, intentando convencer a la empresa de que se quede. Tal como se esfuerza en convencer a las empresas extranjeras de que se vengan.
· Dos, poniendo a parir a la compañía para que se le quiten las pocas ganas que aún tuviera de quedarse.
Pedro Ione ha elegido la segunda. Con su declaración danesa da por muerta la posibilidad de negociar con Ferrovial una salida que evite que se marche.
Con su declaración deja en papel mojado lo que por la mañana había dicho aquí la vicepresidenta Calviño: eso de que iban a estudiar las razones que da la compañía. Por ejemplo, que hay que irse a Ámsterdam para poder cotizar en Nueva York.
Pedro Ione ha elegido la segunda. Con su declaración danesa da por muerta la posibilidad de negociar con Ferrovial
Interpreté que el ministerio de Economía no daba por perdida a Ferrovial y estaba abierto a ver qué se podía hacer. Escuchado luego el presidente, interpreté mal. Estudiar las razones que da la empresa significa cargarse de argumentos contra las razones de la empresa. Tumbarlas para que el único motivo que quede en pie sea la codicia de los Del Pino. Que se van no para que los accionistas de Ferrovial mejoren su dividendo, sino para no tener que pagar ellos, la familia, el impuesto de los ricos.
El Gobierno pone a la opinión pública contra quien le hace un descosido
Empieza a ser un patrón en la forma de conducirse de este gobierno responder a los desaires intentando poner a la opinión pública contraaquel que le ha hecho un descosido. Lo vimos con el informe del Banco Central Europeo sobre el impuesto a la Banca. ¿Qué hizo Sánchez? Cargar contra Luis de Guindos, antiguo directivo de Goldman Sachs y de Rajoy, vade retro.
Lo vimos con Garamendi cuando plantó al gobierno en Rabat y en la mesa del salario mínimo. ¿Qué hizo Sánchez? Ordenar que se hablara de su contrato y de su sueldo. Lo vimos con Galán y Ana Botín cuando se lamentaron de que les impusieran tributos nuevos. ¿Qué hizo Sánchez? Retratarlos a los dos como privilegiados enemigos de la justicia social: si protestan es que vamos en la buena dirección.
Desairado, el presidente lanza a la opinión pública contra ellos. Y se incomodaba el PSOE cuando era Pablo Iglesias el que señalaba
Pero es que le hemos visto hacerlo con medios de comunicación que le irritan, citándolos en el Congreso como parte de una conjura llamada la derecha política, mediática y judicial.
El patrón siempre es el mismo: desairado, el presidente lanza a la opinión pública contra ellos. Satanizándolos. Y por sus nombres. Y se incomodaba el PSOE cuando era Pablo Iglesias el que señalaba. Señalamientos, decían los socialistas, censurando al de Podemos. ¿Quién está señalando ahora?
Lo de Ferrovial es un asunto del Gobierno
Por más que diga el Gobierno -Calviño, ayer aquí- que esto de Ferrovial no hay que plantearlo como un asunto del Gobierno, sino de España, la reacción airada del presidente revela que por su supuesto es un asunto del Gobierno. De un gobierno que se ha visto cuestionado en su formidable gestión por un puñetero empresario.
El perjuicio a los españoles no existe, dice el propio Gobierno, porque Ferrovial seguirá tributando aquí por su negocio de aquí, porque no se reducirá el empleo, pero a la vez es el propio Gobierno el que se toma la noticia como un daño irreparable al crédito de España como país de inversores. El gesto, dice la vicepresidenta. El gesto.
Dar portazo a la España que gobierna Sánchez
Y en efecto, es el gesto de dar portazo a la España que gobierna Sánchez lo que ha enfurecido al presidente. Y lo que le ha llevado a ordenar la campaña de descrédito contra Del Pino. A lo mejor te sale bien la campaña, consigues que Tezanos pregunte mañana a los españoles cuánto odian a este individuo antiespañol y salga que no hay ser humano en la tierra al que puedan odiar más; a lo mejor hasta te das por resarcido, pero al día siguiente Ferrovial sigue estando fuera y el roto a la imagen del país no ha sido reparado. En el mundo simplón dividido en buenos y malos, al presidente le obsesiona quedar él como el bueno, como si eso resolviera algo.
Hoy ya no le da tiempo hoy, pero desde aquí pidamos humildemente a la Moncloa que le organice ya un viaje al presidente no a Irlanda, sino a los Países Bajos. Porque allí es donde tiene que ir, a Holanda. Con Díaz, Calviño y María Jesús Montero. A reprocharle a Holanda su política fiscal. A decir en Holanda que Holanda es poco menos que un paraíso fiscal.