Monólogo de Alsina: "Partido de Sánchez Obrero Español"
Carlos Alsina reflexiona en su monólogo sobre el liderazgo de Pedro Sánchez tras el 40º Congreso del Partido Socialista en Valencia.
Madrid | 18.10.2021 08:47
Al cabo de su fin de semana de éxtasis, y cuando regresó de Valencia a la Moncloa, le estaba esperando el kilowatio hora.
Los problemas sigue ahí. La inflación sigue ahí. Los tres millones y medio de parados siguen ahí. Pero hay que reconocerle a Sánchez que haya sido capaz no de recomponer su relación con Pablo Casado, sino algo mucho más difícil: ha conseguido que Felipe González le abrace. Y que hasta pareciera de verdad. Como si le apreciara.
Pedro Sánchez ha conseguido que Felipe González le abrace. Y que hasta pareciera de verdad
Nadie le podrá negar a Sánchez que ha conseguido en tres años, y con la fuerza que da ejercer la presidencia del Gobierno ---el poder--- no sólo doblar la mano a quienes dentro de su partido intentaron anularle para siempre en 2017, sino convertir en irrelevantes sus voces críticas, reducirlos a la condición de veteranos gruñones y reconvertirlos ahora en apóstoles del salvador que rescató al partido del agujero electoral en el que estaba y lo llevó de nuevo a la Moncloa.
Quién le iba a decir a Ximo Puig, uno de los conjurados contra Pedro en 2017, que acabaría celebrando a Pedro con tal vehemencia, tal afecto y tal entusiasmo, que ríete tú de Penélope Cruz dándole el Oscar a Almodóvar.
Quién se lo habría dicho a Ximo, y a Fernández Vara, y a Susana Díaz, ¡y a Zapatero! El ex presidente que recorrió los medios predicando lo imprescindible que era Susana para evitar que el partido se hundiera para siempre en manos de aquel secretario general tan ambicioso que sólo trabajaba para sí mismo. Qué cosas. Hasta el último mohicano de los reacios al pedrismo, que es Emiliano García Page, declaró ayer que sale del congreso con mejor ánimo de lo que entraba.
Hasta el último mohicano de los reacios al pedrismo, que es Emiliano García Page, declaró ayer que sale del congreso con mejor estado de ánimo de lo que entraba
Así se escribe la historia: ganó Pedro el pulso interno en 2017, ganó el Gobierno en 2018, se llevó al huerto a Zapatero, ninguneó tres años al sector crítico (cada vez menos crítico y más menguado) e hizo uno de sus legendarios movimientos de cintura en el verano de 2021 dando bola a algunos ex de etapas anteriores para presentarse como el líder que ha recosido el PSOE. El único que hay. El Partido de Sánchez Obrero Español.
Evocando a Felipe y a Zapatero, invocando esto que tanto gusta a los socialistas (que es lo antiguo que es el partido en el que militan), reivindicándose como el tonificante de la socialdemocracia y prometiendo ---una vez más--- que derogará la reforma laboral de 2012, que es como el comodín de cualquier mitin socialista.
"Derogar la reforma laboral y la ley mordaza. Pues le está costando al presidente. Lleva tres años gobernando"
Pepe es Pepe Álvarez, supongo, líder de la UGT y sanchista de corazón. Como ya todos. Derogar la reforma laboral y la ley mordaza. Pues le está costando al presidente. Lleva tres años gobernando. Con mayoría parlamentaria suficiente (ahí están sus socios Podemos, Esquerra y Bildu) para cambiar la legislación. Tres años. Y Pepe Álvarez aplaudiendo.
Va a ser que a la comisión europea le ha prometido el presidente otra cosa. Y va a ser que al cabo de un año presumiendo de obtener el consenso de patronal y sindicatos en todas las medidas laborales que ha ido tomando ahora llega el momento de quitarle relevancia a los consensos y presumir de ignorar las pretensiones de los empresarios.
Pedro Sánchez se presenta como el líder que ha recosido el PSOE. El único que hay. El Partido de Sánchez Obrero Español
Del Congreso sale bendecido como nuevo hombre del presidente para todo SuperBolaños, como lo llamó Zapatero. También podía haberlo llamado Lobezno, dado que pertenece a un gobierno mutante. Sánchez tiene tres vicepresidentas, pero su núcleo de colaboradores más cercanos lo forman Oscar López, Bolaños y Santos Cerdán. Los nuevos Iván Redondo. Que son tres hombres, como Carmen Mola.
"Éste era el lema: 'Avanzamos'. Dirá usted: no será en las encuestas"
Éste era el lema: ‘Avanzamos’. Dirá usted: no será en las encuestas. Es verdad. En las encuestas retroceden. Quitando el CIS, todas aventuran una victoria del PP (es verdad que en unas generales hipotéticas que aún no están convocadas). Pues igual por eso necesita Sánchez que su partido enseñe músculo. Porque antes de las generales llegarán las autonómicas de la Comunidad Valenciana y de Andalucía (las quinielas de los analistas dan por hecho que ambas se adelantan) y el resultado influirá, a su vez, en las encuestas siguientes, como pasó en Madrid con Ayuso. La esperanza de Pablo Casado es que, ganando él, el único investido pueda ser él. Sin necesidad de pactar con Vox porque la alternativa es que haya que ir a elecciones de nuevo.
A las nueve estará aquí el señor Casado y tendremos ocasión de saber cómo va la negociación para repartirse los sillones del Tribunal Constitucional, el Tribunal de Cuentas y el Defensor del Pueblo. Y en qué consiste la mínima base de acuerdo que reclama García Egea a Bolaños para repartirse lo otro, el Consejo General del Poder Judicial.
Juan Carlos Campo, ex ministro de Justicia, entre los candidatos para el Tribunal Constitucionañ
Hablar, ya están hablando. Publica hoy Pilar Gómez en El Confidencial que los nombres que manejan para los cuatro sillones del Tribunal Constitucional en juego son los de Yolanda Gómez, jurista del Centro de Estudios Constitucionales propuesta por el PSOE. Enrique Arnaldo, catedrático de Derecho Constitucional propuesto por el PP. Nicolás González, catedrático de Procesal bien visto por el PP. Y... aquí salta la sorpresa, como en el fútbol, Juan Carlos Campo, ex ministro de Justicia cuya candidatura no está claro de dónde ha salido.
Probablemente de los amigos del ex ministro que entienden que Sánchez le debe un reconocimiento después de la forma en que lo echó habiéndose comido el marrón de los indultos. Jurista, es. Y del PSOE, también. Qué más puede querer el presidente.