Monólogo de Alsina: "Reina el parlamento"
En el día del funeral de la reina Isabel II, Carlos Alsina reflexiona en su monólogo sobre la vinculación entre la monarquía británica y el Parlamento, la encarnación del modelo constitucional del Reino Unido.
Madrid | 19.09.2022 08:40
Son las ocho de la mañana, las siete en Canarias. Y las siete en Londres. Puede usted ir contando las campanadas del Big Ben. Este reloj descomunal cuyo minutero mide cuatro metros y que, en realidad, son cuatro relojes, uno por cada cara de la Torre Isabel (que antes era la Torre del Reloj pero fue rebautizada Elizabeth en honor a la reina años con motivo del jubileo y años antes, por tanto, de que falleciera).
Este es el tipo de apunte histórico-cultural que viene bien, creo, en una mañana como ésta.
Westminster es la encarnación del modelo constitucional del Reino Unido
En la sede del Parlamento británico, de la que fue -setenta años- asidua visitante, permanece a esta hora Isabel II, sus restos mortales, concluida hace treinta minutos la capilla ardiente y siendo preparado el armón en que será transportado el féretro hasta la Abadía.
En este mismo lugar, el Gran Salon de Westminster que ha estado viendo usted todos estos días en las televisiones, pronunció hace diez años este discurso: el Parlamento ha sobrevivido como piedra angular inquebrantable de nuestra Constitución y nuestro modo de vida. La historia vincula a los monarcas y al Parlamento, el hilo conductor de un periodo a otro.
Westminster, después de todo, es eso: la encarnación del modelo constitucional del Reino Unido, la monarquía parlamentaria. Hoy, por cierto, y entre los tropecientos gobernantes de otros países (quinientos) que se han juntado atendiendo a la invitación de Carlos III, antes Principe Charles, hay unos cuantos cuya alergia al parlamentarismo democrático es manifiesta. Ahí está la familia real saudí, que tiene como heredero al príncipe Bin Salman, presunto inductor del asesinato de Jamal Khashoggi. El príncipe se ha quedado en Riad aun habiendo sido invitado, porque la suya sí que era una presencia incómoda.
La asistencia de don Juan Carlos a este funeral sólo es incómoda para su hijo Felipe, alérgico a cualquier fotografía en la que aparezcan juntos
Lo digo porque en España nos fijamos mucho en don Juan Carlos, pero su asistencia a este funeral sólo es incómoda para su hijo Felipe, alérgico a cualquier fotografía en la que aparezcan juntos. Seguro que el duque de Norkolf, responsable de organizar esta formidable concentración de jefes y ex jefes de Estado, habrá tenido la sensibilidad suficiente para no colocar al padre y el hijo en el mismo autobús.
La lanzadera que irá llevando, desde las nueve de esta mañana, a los ilustres invitados desde el Hospital Real de Chelsea hasta la puerta de la Abadía. El hospital ha sido elegido como punto de encuentro de las delegaciones: llegan allí los dignatarios y los van llevando en autobús para evitar que se colapse el recorrido de coches oficiales. Eh, hay privilegiados. Algunos podrán ir hasta la puerta de la Abadía en coche. Biden, por ejemplo. Herzog, el israelí, por ejemplo.
Don Juan Carlos estuvo anoche, como uno más, en la recepción del rey Charles en el palacio de Buckingham. Llegó con doña Sofía, pero sólo aparentemente, porque ella viajó con el hijo en el avión oficial de España y él viajó por su cuenta, no me pregunten cómo, desde Abu Dabi. Pero bueno, luego los emparejaron para que entraran juntos a palacio. Felipe y Letizia también llegaron, pero en otro momento. No hay imagen de los cuatro juntos, estrechando lazos familiares.
El rey Juan Carlos, invitado de honor en el Palacio de Westminster hace 36 años
Los años han pasado y los tiempos son distintos. El rey Juan Carlos fue el invitado de honor en el Palacio de Westminster hace treinta y seis años. 1986. Cuando era la cara visible de la nueva España moderna y democrática.
La reina celebró entonces que esta nueva España retomara el camino de Europa de la mano de su joven monarca. Y el rey se dirigió a los diputados y los lores para garantizarles que Gibraltar no sería un problema.
Lo dijo el rey en la Galería Real (la Royal Gallery) de este palacio de Westminster en la luce un cuadro que recrea la muerte de Nelson en Trafalgar. El mismo lugar, la Royal Gallery, que recorrió cada año Isabel II para inaugurar el curso parlamentario. Y que conoce también el rey Felipe porque fue aquí donde pronunció un discurso en 2017. Evocando a su padre.
El afecto y el entendimiento entre las dos naciones que tantas veces estuvieron a tortas y tantas, amigadas. Don Felipe estuvo ayer, con la reina Letizia, unos minutos en el Gran Salón de Westminster donde hasta hace media hora ha sido velada the Queen.
Cuatro mil millones de personas seguirán el funeral de la reina
Bueno, está empezando. Está empezando la jornada en que Isabel II será enterrada en el castillo de Windsor. La jornada en que la Abadía de Westminster -escenario de coronaciones, funerales y bodas-, la Abadía, el Palacio, el Támesis, el Big Ben y el resto de los símbolos que acompañan a la monarquía parlamentaria de este país van a estar presentes en las televisiones, las radios, los digitales y las redes sociales para que cuatro mil millones de espectadores y oyentes puedan sentirse parte de esta formidable exhibición de ritos que constituyen el ceremonial fúnebre de la Corona británica.
Cuatro mil millones es la mitad de la población mundial. Ignoro cómo se hace el cálculo de cuántas personas verán hoy el funeral de la reina pero podemos dar por hecho que en España será más seguido, por ejemplo, que el último debate en el Senado entre Feijoo o Sánchez o la última entrevista en Televisión Española al presidente.
Día de gloria para la selección nacional de baloncesto
Buenos días, por cierto, desde Onda Cero. Bienvenidos a una nueva mañana de radio. Ya estamos en el 19 de septiembre de 2022. Día de gloria para la selección nacional de baloncesto, vencedora del Eurobasket tras tumbar a Francia en la final de anoche. Vibrante, épico dicen las crónicas. Más que crónicas, epopeyas.
Además del funeral de la reina tenemos otras cuestiones.
Hubo una manifestación, ayer en Barcelona. De la asociación Escuela para todos. Para reclamar que se cumpla la condición de lengua vehicular que, según el Constiucional, ha de tener el español en la escuela catalana.
Los convocantes dicen que eran doscientan mil los manifestantes. La guardia urbana, que no llegaban a tres mil. Respaldaron la manifestación con su asistencia Abascal y Arrimadas. Y sin ella, Feijóo, que envió a Cuca Gamarra.
No es el aprendizaje de las dos lenguas lo que está en cuestión en Cataluña, sino el empleo de una de ellas, el castellano, para aprender (en ella) materias troncales.
Feijóo encarna la mejor política para salir de la crisis de la inflación
Alegó Feijóo que estaba en Toledo, de convención con sus diputados y senadores, para no asistir a la marcha en Barcelona. Y lo más sonado de esa convención toledana acabó siendo el vídeo que envió la presidenta de la Comision Europea. Úrsula Von der Leyen. Ay, Úrsula, a quién quieres más, a Pedro o a Alberto.
Afectuosa Úrsula con su amigo Agberto, de quien dice que es un líder experimentado y previsor. Y que encarna la mejor política para salir de la crisis inflacionaria: la política del Partido Popular Europeo. El partido de la gente.
El PP contrataca para tumbar la idea de que Úrsula está poseída por Pedro Sánchez y le compra todas sus recetas. Porque Úrsula es del PP.
El PP contrataca para tumbar la idea de que Úrsula está poseída por Pedro Sánchez y le compra todas sus recetas. Porque Úrsula es del PP. Y por eso ha hecho saber este partido que el nuevo impuesto a los beneficios extraordinarios de las eléctricas no es una idea de Sánchez, sino del griego Mitsotakis. Que lo anunció en mayo y reclamó a la Unión Europea que lo hiciera suyo. Fue el griego, dicen en el PP, el primero que propuso ese impuesto.
¡Es Mitsotakis, y no Sánchez, quien marca el paso de Europa! Subiendo impuestos a los poderosos y llamándolo cuota de solidaridad con la sociedad. Mitsotakis. Alabado sea.