En Argentina, acaba de ganar las elecciones un economista que va de macho alfa libertario de melena punk que se hizo famoso como tertuliano iracundo, niega la dictadura argentina, promete prohibir el aborto y está a favor de la venta de órganos. Para la segunda vuelta, dicen que Javier Milei ha moderado alguna de sus ideas. Claro, que viniendo de un tipo que salía a los mítines con una motosierra y llama ‘Maligno asqueroso’ al Papa a cualquier cosa le llamamos moderación.
Milei ha dado últimamente una tímida marcha atrás en la privatización total de la sanidad y la educación y en la legalización de portar armas. Al menos, eso ha dicho en la recta final de la campaña. Aunque a lo mejor aplica aquello que decía Carlos Menem: “Si hubiera dicho lo que iba a hacer, no me votaba nadie”.
A Milei sí que lo han votado. Ha arrasado con 13 millones de argentinos que han votado por él, por el cambio. Algunos de sus votantes lo habrán votado confiando en que cumpla lo prometido, pero son muchos los que solo votaron cambio y confían en que no lo cumpla, en que exagerarse. En que las promesas que ha venido haciendo no fueran tales sino parte del show antisistema que lo ha encumbrado.
Es curioso esto de votar un candidato deseando que no cumpla lo prometido. Darle la confianza cruzando los dedos para que esté exagerando cuando promete quitar todas las ayudas sociales o recortar las pensiones o cuando dice que prefiere la mafia al Estado. Lo de dinamitar el Banco Central esperemos que también fuera figurado.
Estamos más acostumbrados a enfadarnos porque los políticos prometan cosas que luego incumplen o que hagan lo que han negado en campaña electoral que harían (ejem) que a desear que no lo cumplan lo prometido. El 10 de diciembre Milei asumirá el cargo y empezaremos a salir de dudas de si mentía o, lo que es peor, decía la verdad.
¿Moraleja?
Con la victoria de Milei en Argentina, pasarán cosas que ni te imaginas.