Marta García Aller: "Ese brindis sorpresa de Leonor y Sofía, qué acierto para la imagen de la monarquía"
Marta García Aller reflexiona en 'Más de uno' sobre el espontáneo acto comunicativo de la princesa Leonor y la infanta Sofía en el aniversario de la proclamación de Felipe VI.
Qué importante es el protocolo en las ceremonias oficiales. Qué importante la formalidad y los fastos de las grandes ocasiones, como ayer el décimo aniversario de la proclamación de Felipe VI en el Palacio Real engalanado con toda la parafernalia. Qué sería de la monarquía sin la pompa y el boato (nunca he sabido cuál es cuál); y qué importante para las instituciones los rituales solemnes y previsibles. Qué importante, sobre todo, para podérselos saltar.
Y qué difícil hacerlo bien. Más efectivo que el protocolo es sabérselo saltar con elegancia. Y lo de ayer en Palacio fue una obra maestra de la comunicación. “Mamá, papá, Majestades. Perdón por colarnos”. Ese brindis de Leonor y Sofía, con la mirada cómplice de su madre, es una genialidad comunicativa. Improvisado o no, lo parece. Y logra lo más difícil de todo. Dar espontaneidad a una familia a la que se le tiene vetada la espontaneidad desde la cuna. Esa cercanía a quienes han nacido lejos del mundo real no hay discurso de Nochebuena ni sopa de acelgas ni saludo desde el balcón que se lo consiga.
Después de que el rey pronunciara unas palabras que olvidaremos para dar las gracias a los presentes en el décimo aniversario de su proclamación, sus hijas, porque más que Infanta y Princesa ahí eran hijas, se saltaron el protocolo y pidieron un brindis por sus padres, leyéndolo disimuladamente del móvil como haría cualquier joven al que le toca decir unas palabras en alguna ocasión especial.
De repente, Felipe VI, más que un rey, era un padre. Un padre emocionado porque sus hijas le dan una sorpresa. Era un brindis en el comedor de gala pero podía haber sido un cuadro hecho con macarrones. Y un padre emocionado porque sus hijas le hacen un regalo sorpresa hace más por la monarquía que tanto discurso, pompa y boato. Porque se podrá criticar la monarquía, pero no los cuadros con macarrones a un padre. Eso sí que es universal.
¿Moraleja?
Ese brindis sorpresa de Leonor y Sofía, qué acierto para la imagen de la monarquía.