El fin de semana nos deja también el desprecio, el desencanto y la desconfianza que está produciendo en la masa de aficionados al fútbol, el VAR. Un aparato tecnológico, que se crea para perfeccionar los arbitrajes, no para hacerlos infalibles, pero sí para evitar errores indiscutibles, y entre comités, recomendaciones, corporativismo y enredos varios, el VAR lo que ha conseguido es sembrar más desconfianza en los arbitrajes.
Porque era comprensible que un árbitro no viese en el campo una infracción, una mano, un balón que entra, un fuera de juego, pero ahora, cuando ese árbitro tiene otro árbitro en una cabina, con otro árbitro y un ayudante técnico, rodeados de monitores para ver las jugadas desde diferentes cámaras, y ves decisiones absurdas que toman como en Cádiz, Madrid, Sevilla….y tantos campos desde que comenzó la temporada, decisiones antagónicas unas de otras en casos similares, te produce un desencanto que entiendo a los que dicen que el VAR es un fracaso. Yo no lo creo. El VAR está pensando para mejorar el arbitraje con nuevas tecnologías, y esas nuevas tecnologías indiscutiblemente funcionan, y son nuevas y mejoran el arbitraje, pero para mejorar el arbitraje no hay que mejorar solo la tecnología, es necesario mejorar a los árbitros, y sobre todo a quienes les dirigen en sus decisiones. Que no son capaces de unificarlas y lograr que todos las entiendan. Habrá polémicas, discusiones, pero una cosa es la discusión concreta y otra la indignación generalizada que es lo que hay ahora.