Los residentes nos cuentan cómo ocupan su tiempo con la vuelta a la normalidad tras ser vacunados
Un año después de la pandemia, en Más de uno emitimos desde la Residencia de Mayores Villaviciosa de Odón, donde algunos de los residentes nos explican cómo están retomando la actividad tras la vacunación.
En Más de uno queremos conocer cómo están retomando sus aficiones los residentes de la Residencia de Mayores Villaviciosa de Odón, donde ya han sido vacunados y las puertas ya están abiertas.
Hablamos con Lola, una residente de 95 años, que asegura que la decisión de irse a vivir a una residencia fue lo mejor que ha podido hacer en su vida. Nos cuenta que la residencia es maravillosa en todos los aspectos, que sale bastante al jardín cuando hace un buen día porque le viene muy bien para las piernas y que todas las personas son muy cariñosas y atentas. Además, dice que, aunque se encuentra muy bien y no depende de nadie, tuvo dos caídas cuando aún vivía sola en su casa y decidió decirle a sus hijos que la metieran en una residencia. "Este es el último caminito de mi vida y aquí terminará si Dios quiere", añade.
También cuenta que es muy aficionada a coser y al ganchillo, que le gusta hacerlo bien y que ahora le está haciendo una manta a su nieta. "Hice un mantel de 5 metros de encaje para la Iglesia de San Viator, con una custodia y unos ángeles", relata.
Respecto a la vuelta a la normalidad, explica que la vacuna le ha permitido volver a ver a su familia, a la que llevaba prácticamente un año sin ver y que eso le ha hecho muy feliz. "El miércoles vino mi nuera y me dio una alegría tremenda porque la quiero como si fuera mi hija", concluye.
También charlamos con Julia Herreros, una residente de 81 años, que decidió irse a vivir a una residencia después de que a su marido le diagnosticaran Parkison. Relata que fue una decisión que tomó porque hubo un momento en el que ya no tenía facultades para atenderle, pero que él no quería irse. "Estuve tres años en una residencia que era prácticamente terminal, no podía hablar con nadie", explica. Tras el fallecimiento de su marido, la mandaron a esta residencia, donde dice estar "muy bien".
Además, cuenta que la vacuna le ha permitido volver a hacer cosas que hacía habitualmente antes de la pandemia, como coger el coche. "Soy un poco independiente y, como tengo coche, me voy por ahí. El primer día que salimos de aquí me fui en coche a ver el Cristo de Medinaceli por una promesa que le hice a mi hijo", asegura. Comenta que fue de las primeras mujeres en examinarse del carnet del coche y que, como a su marido se le daba muy mal conducir, se convirtió en la conductora habitual de la familia. Señala que desde que abrieron las puertas ya se ha ido tres veces.
Confiesa que lo pasó muy mal durante el encerramiento, pues no podía ver a nadie y era algo muy incómodo. "Hemos estado mucho tiempo metidos en las habitaciones sin poder vernos. Tengo una amiga muy buena aquí, somos como hermanas, y para poder comunicarnos teníamos que hacerlo por teléfono", concluye.
Además, conversamos con Juan, uno de los más jóvenes de la residencia con 68 años, que está encantado en la residencia porque está rodeado de campo. Es vecino de Manzanares, un pueblo de Ciudad Real, y le gusta hacer ejercicio yendo andando al pueblo, es algo que hacía antes de la pandemia, aunque planea retomarlo. Confiesa que allí le llaman "la liebre" porque es muy rápido.