Mujeres con Historia: Anna Kingsley, la princesa que se convirtió en esclava
Silvia Casasola nos presenta en 'La rosa de los vientos' la fascinante historia de Anna Kingsley, la princesa wólof que se convirtió en esclava y, después, en propietaria de esclavos.
Anna Kingsley nació el 18 de junio de 1793 en el continente africano, concretamente, en el actual Senegal. Su historia es fascinante puesto que, aunque nació como princesa de la etnia de los wólof -un término que significa "piel negra"-, el color de su tez la convirtió en esclava. Por desgracia, hasta hace no tantos años el color de la piel determinaba los privilegios u opresiones de cada ser humano.
La lucha por los privilegios
Así pues, ni los privilegios derivados de su linaje le libraron de las opresiones a las que estaban sometidas las personas de raza negra por culpa de los caucásicos. Cuando tenía trece años, Anna fue capturada y enviada a Cuba donde fue esclavizada. Allí fue comprada por el dueño de una plantación y comerciante de esclavos Zephaniah Kingsley con el que luego se casó. Tuvieron cuatro hijos juntos y, finalmente, Kingsley liberó a Anna Jai en 1811, justo cuando cumplió los 18 años.
Kingsley le otorgó a Anna la responsabilidad de cuidar las plantaciones que poseía en el este de Florida, un estado que por aquel entonces permanecía bajo el dominio colonial español. Fue de este modo como pasó de ser esclava a esclavista, pues contaba con doce esclavos encargados de las duras labores de siembra.
Durante veinticinco años, la entonces inusual familia de Kingsley vivió en Fort George Island (parte de la actual Jacksonville). De hecho, desde allí Anna defendió sus tierras para el orgullo del gobierno español que le otorgó una concesión de tierras de 350 acres (1,4 km2).
Racismo efervescente
Sin embargo, cuando Estados Unidos tomó el control de Florida y las leyes discriminatorias estadounidenses amenazaron a la familia multirracial Kingsley, motivo por el que la mayoría de sus miembros se trasladó a Haití. Al poco tiempo, Kingsley falleció y Anna hubo de regresar a Florida para querellarse con los familiares de su marido que había impugnando el testamento en pos de excluir a Anna y a sus hijos de la herencia. Finalmente, un tratado entre los Estados Unidos y España garantizó el éxito judicial de Anna, a pesar de la animadversión generalizada que se palpaba hacia los negros.
Así, Anna instaló en el barrio de Arlington de Jacksonville donde murió en 1870 a los 77 años. Cabe destacar que, todavía hoy, el Servicio de Parques Nacionales protege Kingsley Plantation, el hogar donde Anna y Kingsley vivieron felizmente, como parte de la Reserva Ecológica e Histórica de Timucuan.