La mirada cítrica: "La inestable laguna veneciana"
Ignacio Rodríguez Burgos analiza la actualidad económica con su mirada crítica en La Brújula
Saludos venecianos. Los países más poderosos del planeta han decidido reunir a sus ministros de economía y finanzas en Venecia hoy y mañana, en la patria de la máscara y del carnaval. El objetivo del G-20 es ratificar el acuerdo para establecer un tipo mínimo universal del 15% en el Impuesto de Sociedades.
Es el primer acuerdo global de fiscalidad. La globalización no solo queda para el comercio, con las presiones de Estados Unidos se quiere extender a todo el planeta los nuevos parámetros tributarios. En principio, era un movimiento defensivo de Washington ante la aprobación en Europa de nuevos impuestos a las multinacionales digitales, la mayor parte estadounidenses. Pero la táctica ha derivado en toda una ofensiva fiscal.
Venecia se asienta sobre 118 islas, de manera más o menos precaria desde su fundación en el siglo V. De vez en cuando se inunda con el aqua alta. No hay mejor escenario para la ratificación de un impuesto global: la inestable laguna veneciana.
Las empresas pagarían el impuesto donde hacen negocio y no donde les sale más barato. Se calcula que los países recaudarían 150.000 millones de dólares más. El sindicato Gestha reclama que el tipo mínimo del 15% se eleve al 21. Sea cual sea el futuro fiscal global está claro que el mundo cambia a velocidad de vértigo y más con la digitalización de las empresas, negocios, comercio e incluso el ocio. La industria del videojuego facturó el pasado año casi 150.000 millones de dólares, cosas también de la Covid-19 y el confinamiento.
Y la pandemia también modificó los hábitos de compra. Las ventas online se multiplicaron el año pasado. En España once veces más. Y frente a lo que ocurría en años anteriores la productos de alimentación fueron los más vendidos.
Seguimos a vueltas con el turismo. Una de sol y otra de granizo. Alemania recomienda no viajar a España mientras que Francia asegura que no hay ningún componente proteccionista en su postura. Ahora dice que los ciudadanos franceses vacunados si que podrían venir a nuestro país. Por cierto, Venecia hoy es un desierto turístico. Los gondoleros naufragan y ya no cantan a sus clientes el famoso "Ò Sole mio", que por cierto, no es una canción del Véneto, sino de Nápoles. Cosas de la globalización y del turismo .