La mirada cítrica: "A la hora de cobrar el Gobierno no pierde el tiempo"
Ignacio Rodríguez Burgos analiza con su particular visión la actualidad económica en La Brújula
Hace fresquito pero quien no se congela es Hacienda. Es curioso que con el actual Gobierno, el primero en democracia con comunistas en el Consejo de Ministros, como por ejemplo, la titular de Trabajo, sea precisamente en el que se hable tanto de plusvalía, pero no de la plusvalía que trataba Carlos Marx, hablamos de la plusvalía del impuesto de plusvalías en los ayuntamientos.
Parafraseando al filósofo alemán: "El impuesto de plusvalías es la parte que se queda el Estado del esfuerzo y trabajo acumulado durante un tiempo por un contribuyente en su propiedad inmobiliaria cuando la vende". El Constitucional empujó a los infiernos desde el cielo fiscal, el método de cálculo de este tributo, que consistía en pagar aunque no hubiera ganancia, aunque no hubiera plusvalía.
En otras cosas no, pero a la hora de cobrar el Gobierno no pierde el tiempo. Hacienda pisa a fondo para tener un texto legal para este próximo lunes y que no haya un agujero en la caja de los ayuntamientos.
Y otro punto para la reflexión. No hay retroactividad para la reclamación porque lo que hay son 10.000 millones de euros en juego. En lo que sí que parece que puede haber retroactividad, curiosamente, es en la entrada en vigor de la nueva norma con plenos efectos desde el 26 de octubre, día de la sentencia del Constitucional. Todo sea para que no escape ni un céntimo.
Donde hay mar de fondo es en las declaraciones a Onda Cero del vicepresidente del Banco Central Europeo, Luis de Guindos. Apuntaba esta mañana el retraso en la recuperación de la economía española tras ser la que más cayó de Europa por culpa de la pandemia. Recomienda moderación salarial, a pesar de la inflación, y asegura que no quiere entrar en la polémica de la reforma laboral. Recuerda que se están creando puestos de trabajo con la normativa del PP, la normativa del Gobierno en la que él fue ministro.
Donde también hay oleaje grueso es en el comercio internacional y en el suministro de productos. Después de asustarnos con el peligro de apagones, ahora intentan rebajar la tensión. Y en cuanto a los cuellos de botella de componentes y productos, la sangre no va a llegar al río. Las estanterías están llenas estas Navidades, aunque algunos supermercados, estos días, no dan abasto en las ventas. Una buena noticia de esta misma tarde, el coste de los fletes del comercio marítimo están bajando casi a la misma velocidad a la que subieron.