El cuaderno de Chapu: "El juramento"
Chapu Apaolaza analiza la actualidad política en La Brújula
Notas del doce de julio. Los nuevos ministros reciben la cartera como el artificiero toma entre sus manos un artefacto sospechoso. Un ministerio es una granada sin anilla. Miquel Iceta siempre anda como un niño con un polo de naranja en la mano. Hoy, en cambio, cuando jura su cargo, se le empañan las gafas por la mascarilla, por la tensión y un poco por el cabreo. Dice que le han sustituido en su anterior cartera “por una alcaldesa de Puertollano”, como jurando otra cosa. Hay tensión. En los primeros planos se intuyen las gotas de sudor en la frentes. Dirigen la ceremonia Sánchez y Sam Peckinpah.
Ayer, Iceta era el próximo vicepresidente o portavoz y hoy, mira. También han sido descabezados Ábalos, Calvo y Redondo. Cuando discutían, siempre jugábamos a imaginar de parte de quién estaría Sánchez y no estaba de parte de ninguno. En el guion de su historia, Iván Redondo puso un barranco y la suite ya la conoce todo el mundo.
Por encima de todos brilla la vicepresidenta primera Nadia Calviño, máxima figura de Lladró de las democracias liberales de Europa. También aparecen en la foto Félix Bolaños (Presidencia), todo el mundo le compraría una moto y Óscar López, de cuando el PSOE era el PSOE.
Tienen que aprovechar el momento. El cargo es lo único que puedan jurar en su mandato. No sabe uno qué esperar de Sánchez. Se mueve mucho. A estas alturas, cualquiera puede albergar la esperanza de que estando en tantos sitios, en algún momento uno comparta posiciones con el sanchismo y la visión de España que albergue en ese momento, la que sea. Tampoco el tiempo se detiene, pero el reloj parado acierta dos veces al día.