Alguien tenía que decirlo: "El valor sociológico que tiene la canción del verano es incalculable"
Nuestra sección "Alguien tenía que decirlo" con José Ignacio Wert.
Pues ya la tenemos. No cuesta imaginar un laboratorio lleno de probetas de las que sale un vapor extraño y unos científicos creando aquí un producto perfecto a base de tecno, un aire a coches de choque de la feria, un toque de Camela y ese remix tecno de DJ Fernando Moreno que ha terminado de situar, Selección y Eurocopa mediante, al tema tres años después de su lanzamiento originario.
Isabel Aaiún y la amazona que suena a feria, precisamente. De repente se erigen los dedos meñiques mientras algunos toman el té, la cara de estar oliendo a excrecencia, la miradita siempre por encima del hombro. Decimos basta.
Alguien tenía que decirlo: No vamos a estar oyendo Radio 3 en el Chiringuito, cuando llega el calor, al margen de la brisa y el sol, queremos que no deje de resonar en nuestras cabezas esos magníficos productos de laboratorio que son las canciones del verano.
Qué fenómeno tan mal estudiado. Es que todavía se sigue hablando de Georgie Dann a estas alturas.
Sonia y Selena, 2001, repentino icono de la España feliz más de dos décadas después. Un invento importado de Italia. Vamos a intentar situarnos en el origen.
El valor sociológico que tiene la canción del verano, el mapa que va trazando por el pulso de un país y de su sociedad con el paso de los años y de las décadas es incalculable.
Mejor, de Los Brincos, está considerada una de las primeras canciones del verano, en 1965, un año particularmente competido con La yenka de Johnny & Charlie.
Mira cómo transcurren los años sesenta… el desarrollismo… la tele como elemento unificador de la España urbana y la rural… esa pugna entre lo yeyé y lo cañí de las películas de Concha Velasco y Manolo Escobar…
La moto (Los Bravos), Lola (otra vez Los Brincos), Get on your knees, (Los Canarios, el grupo de Teddy Bautista), Cuéntame (Fórmula Quinta), Eva María (Fórmula Quinta), Un rayo de sol (Los Diablos). España transiciona y la canción del verano también.
Es que Bailando, de Alaska y Pegamoides, lanzada al mercado como primer single de su en realidad único LP, Grandes éxitos, el día 15 de mayo de 1982, fue la canción del verano de 1982. Sí, sí, el gran icono de la “movida madrileña”.
Escuela de calor (Radio Futura, 1984), La puerta de Alcalá (Ana Belén y Víctor Manuel, 1986)… hasta el himno del verano urbano, madrileño para más señas… Ahí queda una letra de canción que menciona a Juan Barranco y a Joaquín Leguina.
The Refrescos están en activo en 2024, (¡y la campaña de Ecoembes!). Pero no podemos negar lo evidente. Ese mismo verano del 89 escuchamos la Lambada, del grupo franco brasileño Kaoma. Así que sí, empezó a imponerse lo exótico a lo más cañí…
Así, Devórame otra vez se combina con Amigos para siempre y entre medias aquel boom tremendo de Juan Luis Guerra en el verano de 1991.
Y claro, Macarena, un primer experimento de mundo globalizado… canción del verano en España en 1993 y canción del verano en el mundo en 1996… (las convenciones republicana y demócrata…).
Y aquí se mezclan Ricky Martin con El toro enamorado de la luna de Los Centellas, Jarabe de Palo con King África, Lou Vega y el Mambo nº5 con Duro de pelar… y de nuevo de España para el mundo, una obra maestra.
(Manuel Ruiz, Queco) Una canción delirante que empieza con García y termina con Rapper's delight. El ritmo ragatanga.
Hubo años de cierta atonía pero Despacito (Luis Fonsi y Daddy Yankee) demostró que la canción del verano es algo necesario, ayuda a llevar la cuenta de los años y además es un fenómeno saludablemente democrático… no hay operación teledirigida (y las ha habido) que consiga imponer una canción del verano… es el pueblo el que la elige en base a criterios imposibles de escrutar por la industria.