La carta de Ónega a Merkel: "Si la exigencia a un político es la coherencia, usted la puso por delante"
Fernando Ónega dirige su carta a Ángela Merkel que deja de ser canciller tras 16 años al frente del gobierno alemán.
Y buenas noches, Ángela Merkel. Discúlpeme que me dirija a usted en castellano, pero es que el libro de estilo de Onda Cero nos prohíbe a los colaboradores hablar por la radio en otro idioma que no sea el oficial o los cooficiales y, lamentablemente, el alemán no está todavía entre ellos. Por otra parte, si se entendió perfectamente con los presidentes de gobierno que tuvimos en España los últimos 16 años, seguro que usted y yo nos podemos entender también. Le escribo, señora, para hacerle una declaración de admiración y respeto.
La era Merkel ha sido una época memorable. Hace medio siglo era usted una muchacha revoltosa, por no decir rebelde, lista, creo que muy divertida, de la que nadie podía sospechar que llegaría a dirigir su país, ganar elecciones y convertirse en la lideresa de Alemania y el referente de la Europa de la gran crisis financiera, de la crisis de los refugiados, de la pandemia y de todo lo que la pandemia trajo. Puso firmes a todos los jefes de estado y de gobierno que la trataron. A lo mejor se equivocó en la disciplina de austeridad que nos impuso.
Desde luego, ganó la antipatía de quienes hablaron de austericidio. La historia económica dirá si fue un acierto o un error, pero los alemanes lo vieron como un acierto porque la siguieron votando. Levantó polémica con su política de inmigración, pero permitió vivir a un millón de refugiados y migrantes a quienes abrió las fronteras de Alemania, lo que significa abrirles las puertas al pan y a la vida.
Humanamente demostró que es una mujer que tiene corazón. Y lo que me parece más maravilloso, señora, es que termina usted un largo mandato con una aceptación popular del 70 por ciento, algo insólito en un gobernante. Los 16 años en la cancillería no la han quemado.
Si su imposición fue la austeridad, usted fue la primera en practicarla, siempre con la misma ropa, que solo cambió de color. Si la exigencia a un político es la coherencia, usted la puso por delante y por eso los demás gobernantes del mundo se fiaron de usted. Y, si en algo se valoran los principios, usted termina su mandato sin una sombra, sin un escándalo, sin un abuso de poder. Digo esto y a lo peor suena como una necrológica. No, señora: es un canto a la vida y un canto a la ejemplaridad. Nada más.