La carta de Fernando Ónega al beso: "Espero que la vacuna me libere de la censura cruel que te impide"
Fernando Ónega cierra La Brújula con una reflexión sobre el beso, del que la ONU celebra hoy el día internacional. "Llevamos trece meses y trece días sin besar", lamenta Ónega.
Y buenas noches, beso. Te escribo, ya lo sabes, porque hoy fue el Día Internacional del Beso, que debe ser el Día Internacional más importante de los creados por la ONU o por quien fabrique los días internacionales. Y este año quiero hacerlo porque llevamos trece meses y trece días sin besar.
Al decir sin besar me refiero a lo contrario de aquello que contó Buenafuente de un amigo suyo delicado del corazón, que el médico le recomendó que no hiciera nada que le excitase y ahora solo besa a su mujer. A la conviviente, que diría el doctor Simón. Trece meses y trece días, beso, conteniendo las ganas de lo que decía Lorca con toda castidad: “pacer en sus mejillas”. Trece meses y trece días, sin seguir el verso de Fernando Millán: “armado de besos / ataqué tu boca”.
Y hoy, ya mayor y resentido, espero que la vacuna me libere de esa censura cruel que impide la gloria de besar. Querido beso, casi habría que decir añorado beso, tú eres el auténtico compañero de todas las vidas. Hemos visto besos comprometidos, como el de Andreotti a un capo de la mafia, hace casi treinta años. Hace seis, el de Pablo Iglesias y Xavi Doménech en el Congreso de los Diputados. “Es que somos una fábrica de amor”, dijo el señor Iglesias, cuando aún no había tocado poder.
Y luego, vosotros, los besos de adolescente en aquel portal de las despedidas. Y los besos de mayor, que tanto tenían de pecado. Y en el fondo, el sonido del amor, ese engaño general. Ay, ¿qué sería del amor si no te hubieran inventado, beso? Te hemos bailado en las verbenas de pueblo, mientras delegábamos en el cantante la petición de los tímidos: “Bésame, bésame mucho / como si fuera esta noche la última vez. / Bésame mucho, / que tengo miedo a perderte, perderte después”.
Hemos aprendido de Sabina que “lo bueno de los años es que curan heridas, / lo malo de los besos es que crean adicción”. Hemos aprendido a olvidar con Federico: “solo me queda en la frente / la mariposa del beso”. Hemos aprendido la magia que encierra el “misterio de tus labios” que descubrió Benedetti. Y, ay, hemos sabido más de una vez y más de dos cómo “la pareja se desbesa de a poco”. Desbesarse, que pongan esa palabra en el diccionario. O que la prohíban, al menos en este día que ha sido y debe ser todos los días, el Internacional del Beso, maldita pandemia, maldita prohibición de besar.