Territorio negro: El crimen de Tatiana
Manu Marlasca y Luis Rendueles nos hablan del crimen de Tatiana, una mujer moldava que residía en Oviedo y ejercía la prostitución en el piso donde vivía.
Hace unos días, la Policía resolvía un crimen terrible con una de esas víctimas tan vulnerables como hemos contado aquí en otras ocasiones, una mujer que se ganaba la vida ejerciendo la prostitución. Se llamaba Tatiana, era de nacionalidad moldava, tenía cuarenta y cuatro años y una madre que la ha enterrado en Oviedo, donde Tatiana fue asesinada, en el piso donde recibía a sus clientes. Luis Rendueles y Manu Marlasca nos van a contar hoy en su Territorio Negro la historia de Tatiana y la de una investigación minuciosa y brillante llevada a cabo por la Policía Nacional.
Tatiana Coinac nació en Moldavia en el año 1978. Su madre vivió en Oviedo después de dejar su país de origen y separarse de su marido. Conoció a un hombre en Asturias, rehízo su vida y su hija, Tatiana siguió sus pasos y se mudó a Oviedo. Su madre se fue a vivir a la provincia de Castellón y Tatiana vivía con la única compañía de su gato en la calle Amsterdam, en el barrio de Teatinos, junto al Hospital Central de Asturias y el centro comercial Carrefour, en un pequeño piso de su propiedad, donde ejercía la prostitución.
Ejercía la prostitución en su casa y por su cuenta, sin nadie que la explotase
Así es, todos los testimonios recabados por la Policía dicen lo mismo: nadie, entre sus vecinos, sabía que en esa casa vivía una mujer que se prostituía. No consta tampoco ningún chulo, ningún proxeneta que la explotara y se quedara con buena parte del dinero que ganaba. En el barrio los pocos que habían hablado con ella alguna vez pensaban que se ganaba la vida limpiando residencias de ancianos. Nadie oyó nunca nada extraño: ni gritos, ni escándalos ni entradas o salidas de hombres a deshoras. Era una mujer extremadamente discreta y ordenada, algo que, como luego veremos, ayudó mucho a la investigación policial.
¿Cuándo se descubre que han asesinado a esa mujer?
La madre de Tatiana avisa el 12 de marzo a los servicios de emergencias de que lleva tres días sin saber nada de su hija, con la que hablaba regularmente y a la que estaba muy unida. Ese mismo día entran en su casa y encuentran su cadáver en la bañera. El resto de la casa, compuesto por hall, salón, cocina y habitación, estaba bastante ordenado. El cuerpo de Tatiana estaba completamente desnudo, boca arriba y, a primera vista, sin ningún signo de violencia. En su coche la Policía halla, junto a la caja de cambios, la imagen plastificada de un santo de la iconografía ortodoxa con una plegaria en moldavo, que en un principio se llegó a pensar que era una nota de suicidio, aunque nada tenía que ver con eso.
Imagino que la investigación empieza en esa escena, en ese piso, y en la sala de autopsias donde se examinó el cuerpo de Tatiana.
El cuerpo estaba, como hemos dicho, en la bañera, que tenía el tapón puesto, pero el cadáver estaba completamente seco. La impresión de la Policía es que cuando Tatiana llegó a la bañera ésta estaba llena, pero con el paso de las horas se fue vaciando porque el tapón no estaba bien puesto. Aunque aparentemente no había señales de violencia, la autopsia reveló que a Tatiana le habían partido el cuello: tenía graves lesiones en las cervicales. Y, además, presentaba síntomas de haber sido objeto de una brutal agresión sexual de la que preferimos no dar detalles.
Así las cosas, los agentes de la Brigada de Policía Judicial de Oviedo deciden pedir ayuda a sus colegas de la UDEV Central, investigadores acostumbrados a casos fríos, antiguos, que aquí tuvieron la ocasión de trabajar en caliente. Tanto, que el día 13 de marzo, un día después del hallazgo del cadáver, ya estaban en Oviedo y daban inicio a lo que llamaron operación Leu, como la moneda de Moldavia.
Supongo que estudiaron esa escena, ese piso donde se había cometido el crimen, con todo detenimiento.
El mismo día 12 la Brigada de Policía Científica de Oviedo hizo una primera inspección en la casa de Tatiana. El salón estaba ordenado y lo único que llamaba la atención era media docena de pelucas que la mujer tenía, al parecer porque padecía problemas de alopecia. Al día siguiente el piso fue examinado por el equipo de inspecciones de la Comisaría General de Policía Científica, que literalmente se llevó a Madrid todo aquello que era susceptible de tener un vestigio de resto biológico. Se recogieron más de doscientas muestras, que fueron analizadas con toda minuciosidad y sobre las que la Unidad Central de Análisis Científicos hizo el informe de ADN más largo y detallado de nuestra historia criminal.
¿Por qué esa minuciosidad y todo ese despliegue de la Policía Científica?
Tiene su explicación: Tatiana era prostituta y trabajaba en el piso donde se cometió el crimen, así que era previsible que en ese escenario hubiese vestigios de muchos hombres, entre ellos, con toda seguridad, el asesino. Por eso era tan importante determinar de quién había ADN en el piso, porque en el cuerpo de Tatiana no había un solo resto, habida cuenta de que el criminal la metió en la bañera para borrarlos. En ese minucioso examen a la casa, un veterano investigador encontró algo que resultará revelador: la huella parcial de una zapatilla de deporte en el suelo del cuarto de baño.
Supongo que, habida cuenta de la profesión de la víctima, la Policía va elaborando una lista de los clientes de Tatiana, que se convierten en sospechosos.
Tatiana anunciaba sus servicios en páginas web especializadas en prostitución. Luego, mantenía los contactos con los clientes principalmente por guasap. Ofrecía, fundamentalmente, dos tipos de servicios: una videollamada subida de tono, por la que cobraba veinte euros, y el servicio más clásico, el presencial, en el que cobraba cincuenta euros por media hora de sexo. Para gestionar esta actividad, Taiana tenía tres teléfonos y seis líneas asociadas –mediante doble SIM– y, como hemos dicho antes, era una persona muy ordenada, que llevaba el detalle de todos sus contactos.
¿De qué forma llevaba ese control?
En la escena la Policía encontró un folio que resultó fundamental para la investigación. Era, para entendernos, una rudimentaria hoja Excel, con anotaciones a mano. Tenía tres grandes apartados, correspondientes a tres nombres de mujer con los que atendía a sus clientes: Erika, Lara y Anita. Bajo ellos figuraban los teléfonos de hasta treinta clientes y, en algunos casos, el tipo de servicios que requerían. A medida que iba atendiendo a los clientes, tachaba los teléfonos. Los investigadores calcularon que esa hoja hallada en la escena recogía la actividad de Tatiana durante la última semana de su vida.
Y ese folio resultó ser una hoja de ruta para los investigadores a la hora de buscar al asesino de Tatiana.
Así fue. Los investigadores averiguaron que Tatiana dejó de tener actividad con sus teléfonos unos minutos antes de las seis de la tarde del día 9 de marzo. A partir de ese instante no hace llamadas, deja de contestar guasaps. Sobre esa hora creen que ya había fallecido. Regresan a ese folio de la escena y hay dos teléfonos que llaman la atención a los investigadores, una vez que los cotejan con el listado de llamadas de los móviles de Tatiana. Uno de ellos porque mantiene con ella una conversación más larga de lo habitual y otro por la hora a la que hablan, muy próxima a la que creen que se produjo el crimen. Así que piensan que persona que usaba ese móvil pudo ser su último cliente y, por tanto, su asesino.
Es decir, que los investigadores cuentan desde el principio con un sospechoso bastante bien cualificado.
No es tan sencillo. Había que acreditar que ese sospechoso, ese último cliente, estuvo en la escena y fue quien mató a Tatiana. Bien podía tratarse de un cliente más que mantuvo relaciones con ella y se marchó. Y, claro, había que descartar a todos los demás, así que la Policía se puso manos a la obra. Más de treinta hombres fueron llamados a declarar y entregaron una muestra de ADN; se trata de todos los clientes que los investigadores identificaron gracias a los contactos de Tatiana. Sobre ellos se hizo una investigación en negativo, para descartarlos, mientras que sobre el principal sospechoso se hizo en positivo, para buscar indicios que apuntalasen las sospechas.
¿Quién es este sospechoso? ¿Qué averiguó la Policía acerca de él?
Se llama Adán, tiene treinta y seis años y es cabo del ejército de Tierra destinado en Jaca (Huesca). Está casado, tiene un hijo muy pequeño y vive con su familia en Pola de Lena, a menos de media hora en coche de Oviedo. El cabo Adán ha sido condecorado tras participar con el ejército español en misiones internacionales, en Afganistán y en Líbano. Pero en este momento estaba cumpliendo una condena de dos años de prisión –no llegó a entrar en la cárcel, pero sí fue suspendido de empleo y sueldo– por abusar de una soldado en el acuartelamiento de Jaca, en la provincia de Huesca, en el año 2022. Según la sentencia, el 8 de septiembre de ese año, la soldado estaba fregando el suelo y Adán le dijo: “te voy a enseñar a fregar”. A continuación, cogió a la mujer “pegándose a su cuerpo y rodeándole con los brazos, simulando que fregaba”.
Unos días después, siempre según la sentencia, cuando estaban solos durante una guardia, el cabo le intentó dar un beso a la soldado, la agarró del cuello, le mordió el lóbulo de la oreja, le mordió el cuello, le tocó el culo e intentó meterle la mano por dentro del pantalón, cosa que no consiguió porque la militar llevaba un cinturón. Estos hechos le costaron una condena de un tribunal militar –que contó con la conformidad del acusado– de dos años por abuso de autoridad en su modalidad de realizar sobre un subordinado actos de abuso sexual.
Y desde que fue condenado ¿qué ha hecho? ¿cómo se ha ganado la vida este militar?
Adán estaba trabajando en una empresa de construcciones relacionada con obra civil, básicamente con carreteras. En su tiempo libre era consumidor habitual de pornografía y de vez en cuando contrataba prostitutas. De hecho, un mes antes de la muerte de Tatiana había estado con ella y aparentemente en esa cita no hubo problemas. Y tras matar a la mujer moldava y antes de ser detenido, estuvo con otra trabajadora sexual, según ha averiguado la Policía.
¿Qué pruebas recaban los investigadores para finalmente concluir que este militar es el autor del crimen de Tatiana?
Los encargados de la operación Leu acumularon muchas pruebas para poder atornillar la acusación contra Adán. Por ejemplo, en ese vasto informe del laboratorio de ADN, la Policía identificó restos biológicos del soldado en una de las pelucas de Tatiana y en una funda de almohada.
Eso certifica su presencia en la escena del crimen, pero, claro, no necesariamente el día del asesinato, así que los investigadores demostraron que el teléfono de Adán está en las inmediaciones del piso de Tatiana en horas compatibles con el crimen, entre las tres y las ocho de la tarde. Por si esto fuera poco, hay una cámara de tráfico cercana que graba a Adán llegando, aparcando su coche, y luego marchándose de una calle muy cercana a la vivienda de Tatiana.
Pero hay más; cuando la Policía comienza a vigilar a Adán se fija en que lleva unas zapatillas Adidas Galaxy. Un modelo que correspondía con la huella hallada en el cuarto de baño de la vivienda. La policía cuenta con una enorme biblioteca de pisadas de zapatillas de todas las marcas del mercado y las Galaxy son muy populares.
¿Y con todas esas pruebas deciden detenerlo? ¿Él colaboró?
Lo detienen antes de las siete de la mañana del 29 de mayo, cuando sale de su casa de Pola de Lena. En ese momento lleva puestas las zapatillas que la policía buscaba y después, voluntariamente, entregó a los agentes el resto de las prendas que llevaba puestas el día del crimen.
¿Confesó el crimen?
A su manera. Reconoció que acudió a casa de Tatiana a mantener un encuentro sexual, pero dijo que antes de consumarlo discutieron por el precio del servicio. Dijo que en un momento de la discusión se sintió amenazado por Tatiana cuando ésta esgrimió un perchero, y que entonces la agarró por detrás y le apretó el cuello, en una maniobra conocida como mataleón. Así acabó con su vida y después decidió desnudarla y meterla en la bañera para borrar las huellas que pudiera haber dejado.
¿Y esta versión de los hechos es creíble?
Es creíble pero incompleta. Porque en el relato falta un elemento fundamental que desveló la autopsia: la brutal agresión sexual de la que fue objeto Tatiana antes de morir. Adán negó en rotundo ser responsable de esta agresión, seguramente porque sabe que si se demuestra, eso le va a costar la prisión permanente revisable: un asesinato precedido de agresión sexual es uno de los supuestos que contempla el código penal para la PPR.