EL BLOG DE TERRITORIO NEGRO

Territorio Negro: Los amigos rusos del alcalde de Lloret de Mar

Lo prometido es deuda. Si hablamos de mafiosos, es casi una obligación. Hace unas semanas, prometimos contar algunos secretos de la operación Clotilde, esa que ha puesto bajo el foco de la sospecha al Ayuntamiento de Lloret de Mar (Girona) por su presunta relación con los negocios de un mafioso ruso.

ondacero.es

Madrid | 11.02.2013 18:51

Empecemos por el primer protagonista de esta historia, un ruso apellidado Petrov, convertido en magnate inmobiliario de la Costa Brava. Andrei Borisovich Petrov es un ciudadano ruso instalado hace más de una década en Lloret de Mar, hasta donde llegó con su padre, Boris. En sus primeros años, padre e hijo se turnaban conduciendo furgonetas en las que trasladaban a modestos turistas de los llamados low cost o  bajo coste. Después, montaron una churrería en la calle Santa Clotilde, en Lloret de Mar.

Ya sabemos de dónde sale el nombre de esta operación, de la calle donde tenían la churrería, claro… La operación Clotilde se llama así por la ubicación de la churrería, pero los churreros, como eran conocidos Lloret, no se convirtieron en magnates gracias a las ventas de churros y porras. La Guardia Civil cree, de hecho, que Andrei Petrov tuvo un importante padrino y que solo gracias a él pudo convertirse en lo que ha llegado a ser…

Los agentes de Información de la Guardia Civil, responsables de la operación, creen que Petrov es el hombre en España de los verdaderos capos, los padrinos de verdad, que tienen repartidos por varios países del mundo a otros tipos como Petrov. El churrero no tiene los galones en el universo de la mafia rusa que tienen otros compatriotas también detenidos en España, como Gennadi Petrov, Vitaly Izguilov, Tariel Oniani y, ni mucho menos, como el número uno, Zakar Kalashov.

Es decir, que Petrov es el embajador, el hombre en España de un capo. De Andrei Petrov es el dueño de una empresa llamada Development Diagnostic Company SL –a la que llamaremos DDC desde ahora–. Pues bien, DDC tiene una matriz, una dueña en Rusia que pertenece al imperio gasístico de Gazprom y que está dirigida por Viktor Kanaikin, a quien la Guardia Civil y el juez consideran el verdadero capo. Sobre todo, tras comprobar el trato que le daba Petrov cuando viajaba a España.

Así que Kanaikin, el capo de esta historia, viajaba a España, a supervisar sus negocios y a pasar las vacaciones. Tiene un lujoso chalé que visitaba con cierta asiduidad antes de enfermar, porque en los últimos meses su estado de salud ha empeorado mucho. Cuando venía a España, Petrov le trataba con el respecto con el que se trata a un vor i zakonen, a un ladrón de ley, la máxima categoría en la mafia rusa. La Guardia Civil cree que Kanaikin está en la cabeza de una organización de blanqueo de capitales que se extiende por muchos países del mundo.

Tenemos a Petrov en Lloret, como delegado en la Costa Brava de un gran capo de la mafia. ¿Cómo empiezan sus relaciones con el Ayuntamiento, esas que han sacudido los cimientos del consistorio?

La Guardia Civil lleva cinco años investigando y vigilando los movimientos de Petrov. Así que cuando comenzó la operación Clotilde, era Xavier Crespo, el hoy diputado autonómico de CiU, quien estaba al frente del ayuntamiento de Lloret de Mar. Y es con Crespo con quien las relaciones entre Petrov y el consistorio comienzan a ser más que fluidas.

DDC, la empresa de Petrov, era una sociedad limitada y modesta, con menos de cinco empleados y un capital social de un millón de euros, pero empieza a construir de manera desaforada en Lloret: urbanizaciones de chalés, gasolineras, locales comerciales… Las promociones de Petrov comienzan a formar parte del paisaje local, incluso tenía planes para atraer a miles de compatriotas, de convertir Lloret de Mar en el destino turístico favorito de los rusos. No había límites, ni cortapisas, ni problema alguno para que Petrov construyese… Al menos por parte del Ayuntamiento.

El primer secreto era una mujer llamada Pilar Gimeno, la arquitecta con la que habitualmente trabajaba Petrov y que era íntima amiga del alcalde Xavier Crespo. Ese fue el primer enlace. La mujer también tenía buenas relaciones con el entonces concejal de urbanismo de Crespo, Josep Valls, y que llegaría a ser el número dos, teniente de alcalde en la siguiente legislatura.

Las investigaciones de la Guardia Civil y del juez Eloy Velasco durante estos años han comprobado que, efectivamente, el sistema es muy similar al de otras tramas de corrupción urbanística: Pilar Gimeno tenía un estudio de arquitectura que diseñaba todos los proyectos de la empresa de Petrov; los presentaba al arquitecto municipal y al concejal de urbanismo y, naturalmente, eran aprobados sin ningún problema. Para que nada fallase, la arquitecta municipal en la época de Crespo, Eva Tiers, fue empleada del estudio de Pilar Gimeno.

Pero aquí falta una parte importante e imprescindible en todas estas tramas: ¿qué obtenía a cambio el ayuntamiento o más bien el alcalde y el concejal de Urbanismo?

Aquí llega la originalidad de los implicados en esta operación Clotilde, que se inventaron el patrocinio deportivo como fórmula para pagar favores urbanísticos. Es decir, Petrov se convirtió en el mecenas de los clubes de fútbol y hockey de Lloret de Mar.

No se trataba de un patrocinio normal y corriente, según  piensa el juez Eloy Velasco, que detalla la operativa en la exposición que le ha hecho al Tribunal Superior de Justicia de Cataluña para poder imputar a Xavier Crespo, que había sido presidente del club de hockey antes de convertirse en alcalde. En 2007, la arquitecta Pilar Gimeno, a iniciativa de Crespo, le propone a Petrov que se convierta en patrocinador de los equipos de fútbol y de hockey de la ciudad: debía pagar 90.000 euros al año durante cuatro años, 60.000 para el hockey y 30.000 para el fútbol.

Además, el primer equipo de hockey juega en la máxima categoría de ese deporte, no como el de fútbol, que anda por la regional catalana… Dar dinero al equipo de fútbol local o a Cruz Roja es una práctica habitual de mafiosos. Los servicios de información lo llaman “técnicas de penetración social del crimen organizado”. Consiguen ser populares y respetados, además de blanquear su dinero. Pablo Escobar potenció tanto el fútbol colombiano que aquel excéntrico portero de la selección colombiana, René Higuita, fue a visitarlo a prisión. En Galicia, Sito Miñanco compró el Juventud Cambados y lo llevó de regional a luchar por el ascenso a segunda división en unos años.

En Reus, dos implicados en tramas mafiosas también invirtieron en los equipos de hockey y fútbol; en La Muela, en Aragón, donde aquella alcaldesa María Victoria Pinilla pasó de tener una granja de conejos a comprarse una mansión en El Caribe y se hizo vecina de Sharon Stone y Julio Iglesias, el equipo de fútbol, que por cierto entrenaba su hermano, llegó a segunda división B… Hay muchos ejemplos de cómo el fútbol y el deporte lavan imagen. En el caso de Lloret, el problema es que el juez Velasco cree que el patrocinio es en realidad el pago que Petrov tiene que pagar para que el ayuntamiento recalifique unos terrenos…

Las recalificaciones en este caso era para convertir la antigua plaza de toros de Lloret de Mar en un centro comercial. El plan del ayuntamiento era hacer allí una residencia para deportistas, así estaba calificado ese suelo, como dotacional. Pero, claro, Petrov compró los terrenos y no estaba dispuesto a erigir una residencia para deportistas, algo que daría pocos beneficios, así que pidió a su arquitecta, Pilar Gimeno, que mediase con el alcalde Crespo.

Y el precio de esa recalificación era el dinero que Petrov tenía que entregar a los equipos de la ciudad. Exactamente. Así de claro lo deja Petrov en su declaración. Y, efectivamente, el pleno del Ayuntamiento, con mayoría absoluta de CiU, cambió la calificación de la antigua plaza de toros, pese a la oposición del interventor y el secretario del ayuntamiento. No solo se cambió la calificación del suelo, sino que se eximió automáticamente a Petrov de pagar el 50 por ciento de las tasas –unos 133.000 euros– que debía pagar por la operación en concepto de impuesto de construcción, también contra el criterio del secretario y el interventor, que en los juzgados han ratificado el trato de favor  que Crespo y su entonces concejal de urbanismo, Valls, dieron al ruso.

Así de fácil. De un plumazo cambiaron el destino del suelo de la antigua plaza de toros. Además de recalificar y de condonar la mitad de los impuestos, el ayuntamiento agilizó todos los trámites urbanísticos, toleró exceso de horario y de ruidos, aumentó la edificabilidad… En resumen: lo que iba a ser una residencia ejemplar para deportistas de la zona, se iba a convertir en un centro comercial con plazas de aparcamiento de pago, tiendas y locales de restauración, para mayor beneficio de Petrov, ya entonces convertido en el mayor mecenas que habían tenido nunca los equipos de la ciudad.

Ante la duda de si el dinero acababa realmente en las arcas de los equipos de fútbol y hockey. La Guardia Civil y el juez Eloy Velasco creen que no. Y lo cierto es que tiene bastantes datos para pensar así. De momento, lo cierto es que entre la empresa de Petrov y los equipos o el ayuntamiento no había firmado ningún documento, ningún contrato de patrocionio, que es como se suelen hacer habitualmente estas cosas. Petrov pagaba sus cuotas a los clubes con cheques al portador y no hay manera de seguirle el rastro a ese dinero, aunque realmente parece bastante improbable que acabase en los equipos.

Las nóminas de los jugadores oscilaban entre los 60 y los 200 euros mensuales y los equipos no han podido aportar justificantes que hagan pensar que el dinero de Petrov se ha invertido en los clubes. Eso sí, aparte de los 270.000 euros que pagó en tres años, Petrov también se vio obligado a gastarse otros 24.000 euros para construir unos vestuarios de 300 metros para el equipo de fútbol. Hasta que se hartó…

Pagó durante tres años religiosamente, pero no quiso pagar todo lo previsto en 2010 –solo pagó 60.000 euros–, porque creía que el Ayuntamiento no le trataba como merecía el dinero que se estaba gastando. La vicepresidenta del equipo de hockey era la mujer de Xavier Crespo, el presidente del equipo de fútbol era Valls, el concejal de urbanismo, y los hijos de todos ellos –incluidos los de la arquitecta Pilar Gimeno– jugaban en las distintas categorías de uno u otro equipo, así que la cosa era casi un asunto de familia y así se lo tomaron…

En el sumario de la operación Clotilde aparece una llamada hecha por la esposa de Xavier Crespo, Guadalupe Oliva, a Pilar Gimeno, la arquitecta, el 19 de septiembre de 2011. En esa llamada, la esposa del hoy parlamentario de CiU le dice a Pilar que avise a Petrov de que si dejaba de pagar, se lo contarían a Viktor Kanaikin.

La señora de Crespo conocía Kanaikin, al jefe de la organización mafiosa, de hecho en La Sexta Noticias publicamos una fotografía en la que se ve al matrimonio Crespo con Kanaikin en el helicóptero privado del capo. La imagen procede del ordenador de Petrov y fue hecha en febrero del año 2008. En esas fechas, el ruso pagó a Crespo, su esposa y su hijo y a Pilar Gimeno y su familia, un viaje a Rusia con vuelos en clase Business. Allí, Petrov presentó a Crespo a Kanaikin y a su mano derecha, Sergei Nalimov. La comitiva fue agasajada con fiestas, lujosas comidas, espectáculos privados…

Así que el señor alcalde y su esposa se marcharon a gastos pagados con Petrov. Un empleado de una agencia de viajes ha contado al juez que Petrov no solo pagó los billetes de todos, sino que lo hizo en efectivo y dijo que no quería factura. Pero no fue el único viaje a Rusia. Dos años después, en 2010, el propio Kanaikin pagó el viaje y una estancia de tres días a Crespo, Josep Valls –entonces concejal de urbanismo– y a cuatro funcionarios municipales para asistir a una feria de turismo.

La Guardia Civil también da por seguro en sus informes que Petrov regaló a Crespo un reloj de 3.000 euros, botellas de vino, cestas de navidad… Pero es que desde el Ayuntamiento de Lloret eran muy exigentes con todos los que necesitaban de sus licencias, permisos y demás trámites…

El juez Eloy Velasco tiene ya en su poder el testimonio de otros dos promotores inmobiliarios de Girona que también tuvieron que pagar mediante el patrocinio deportivo. Los empresarios dijeron que pagando se evitaban inspecciones por exceso de ruidos y horario, ocupación de la vía… Y han contado que esa exigencia llegaba directamente de Valls, por orden de Crespo.

Imagino que ahora la Guardia Civil y el juez están buscando más denuncias en ese sentido. Se dijo en su día que Petrov podía haber blanqueado hasta 50 millones de euros. Y se han encontrado cerca de 50 millones en cuentas de bancos de Andorra, relacionados con la empresa de Petrov, pero el juez cree que la trama ha empleado otros paraísos fiscales para ocultar el dinero. Y eso que Petrov dijo cuando le detuvo la Guardia Civil que solo tenía un sueldo de 2.500 euros al mes. Aunque en ese momento llevaba 4.000 euros en la cartera.

Hemos hablado de la trascendencia policial y judicial de este caso que también tiene una lectura política muy importante, porque Crespo es una persona de cierta notoriedad en CiU. Buena señal de eso es la celeridad con la que desde ese partido amenazaron con querellas cuando empezamos a relacionar a Crespo con la operación Clotilde. Pero es un personaje tan importante que a punto estuvo de ocupar un importante puesto en el departamento de Interior…

Felipe Puig anunció en enero de 2011 que Xavier Crespo –“uno de los mejores alcaldes del país”, según dijo el conseller de Interior– iba a ser el secretario general de seguridad de la Generalitat. Un puesto que a todos los efectos le convertía en el número dos del departamento, con mando en los Mossos d’esquadra, entre otras muchas atribuciones. Unos cuarenta días después, Crespo anunció que renunciaba al cargo ofrecido “porque quería centrarse en acabar la legislatura como alcalde y en su puesto como parlamentario”.

En esas fechas, la fiscalía anticorrupción ya estaba tras el rastro de Crespo y sus relaciones con Petrov. Alguien, desde allí, avisó a Puig, que pactó con Crespo una honrosa salida, sin llegar a decirle la verdad completa. O sí… No sabemos.