Operación Mozarella: Criminales expertos en reventar cajeros con explosivos
Luis Rendueles y Manu Marlasca nos hablan de un grupo de ladrones expertos en hacer volar por los aires cajeros automáticos.
Lo que nos van a contar hoy en Territorio Negro Luis Rendueles y Manu Marlasca parece más propio de una película de acción que de la realidad, pero después de casi setecientos espacios ya sabemos que la realidad de Territorio Negro supera a la ficción. Hoy nos van a hablar de un puñado de criminales que se dedicaban, con bastante éxito, a reventar cajeros automáticos haciéndolos volar por los aires. Ojo, porque se han llevado cientos de miles de euros por este procedimiento, pero Policía, Guardia Civil y Mossos han acabado con este grupo en lo que han llamado Operación Mozarella.
Resumidnos en primer lugar en qué ha consistido esta Operación Mozarella y por qué han participado en ella tantos cuerpos policiales.
La operación acabó con la detención de quince personas de entre veintidós y cuarenta y cinco años, quince delincuentes muy cualificados y con muchísimos antecedentes. Alguno de ellos ha sido hasta cincuenta veces por distintos delitos. Se trata de veteranos aluniceros, ladrones de coches,
especialistas en reventar cajas fuertes… Bandidos muy profesionales. Residían en las provincias de Madrid, Málaga y Toledo, pero actuaban por todo el territorio nacional, por eso en la operación han participado Policía Nacional, Mossos y Guardia Civil.
Estoy segura de que, como yo, muchos oyentes no habrán oído hablar nunca de esta modalidad de robo en los cajeros, haciéndolos estallar. ¿Desde cuándo existe?
A España llegó hace ya unos diez años porque en nuestro país, concretamente en Málaga, se instaló Warner Rossi, un ladrón italiano, cincuentón, que es el gran maestro de lo que hace tiempo se llamaba pizza slide y que ahora se llama petaca. Consiste en introducir en alguna ranura de un cajero automático un artefacto explosivo con la suficiente potencia como para que reviente y deje el dinero a la vista, pero que no lo queme o destruya, así que es todo un arte. Hace unos años, eran los chilenos los que volaban los cajeros empleando bombonas de oxígeno y acetileno, pero esa técnica era muy peligrosa para los propios ladrones porque las explosiones eran demasiado fuertes.
¿Y este italiano ha enseñado a la parroquia ahora detenida?
Rossi lleva muchos años perfeccionando esta técnica. Hace unos años introducía el explosivo en la ranura de los billetes con una pala similar a las de los hornos de pizza, de ahí el nombre de pizza slide. En la última década Rossi ha entrado y salido varias veces de la cárcel –fue detenido el pasado mes de abril, después de estar varios meses fugado tras no regresar a prisión después de un permiso– y en sus estancias fuera sigue dedicándose a este negocio tan productivo y, por lo que se ve, creando escuela y acumulando discípulos.
Y esos discípulos son los detenidos en esta operación Mozarella que, supongo, toma el nombre de esas palas de pizza.
Uno de los objetivos principales de esta operación, un malagueño de treinta y tres años llamado Javier Bermúdez, fue detenido con Rossi en el año 2017. Otro de los caídos ahora, John Martín, lleva trabajando con el italiano desde hace años y en Madrid se juntó con históricos ladrones, especialistas en alunizajes, procedentes del barrio de Villaverde. En 2018 ya se detectó que algunos aluniceros ilustres comenzaban a pegarle a los cajeros automáticos con los explosivos hechos por una figura clave en toda esta operación: el fabricante de las bombas.
Que ya no es ese cincuentón italiano afincado en Málaga.
La Policía cree que desde hace unos cinco años, los cajeros que estallan en toda España lo hacen con los artefactos que diseña un madrileño de cuarenta y seis años llamado Alfonso Gabarri. Este ex mecánico del barrio de San Fermín ha perfeccionado la técnica de Rossi y vende sus dispositivos explosivos a un precio que oscila entre los quinientos y los mil euros. Gabarri se han convertido en un suministrador para todas las organizaciones que se quieren dedicar a este tipo de robos.
¿Cómo son estos explosivos?
Consiste en un contenedor metálico del tamaño de una caja de CD (denominado por ellos petaca) que alberga entre 200 y 400 gramos de pólvora negra, de la que se emplea en la fabricación de petardos, que a veces mezclan con otras sustancias como perclorato potásico, azufre o aluminio. En contacto con la sustancia explosiva colocan el extremo de un cable eléctrico con una pequeña resistencia, en cuyo extremo opuesto conectan una fuente de alimentación en el momento del ataque, normalmente una batería de moto que provocará el calentamiento de la resistencia iniciando con ello la explosión. La petaca se coloca el interior de la caja fuerte del cajero automático. Para ello fuerzan con una palanca la ranura del dispensador de billetes. En la web del programa pueden ver un vídeo de cómo son estas explosiones.
¿Cuánto dinero se suelen llevar en estos golpes?
Son siempre muy buenos botines, porque los ladrones actúan en el momento en el que los cajeros están más cargados, generalmente los viernes, que tienen dinero para todo el fin de semana. En los diez robos consumados que la investigación conjunta de Policía, Guardia Civil y Mossos atribuye a este grupo –cometido en apenas seis meses en las provincias de Madrid, Málaga, Barcelona y Valencia– el menor de los botines fue de 38.000 euros y el mayor de 127.000. El total de lo robado asciende a casi 700.000 euros, así que la media de cada golpe ronda los 60.000 euros.
Por lo que habéis dicho, estamos hablando de ladrones extremadamente profesionales, que planifican perfectamente sus golpes.
Absolutamente. Entre los quince detenidos están algunos de los mejores y más activos delincuentes del momento. Prueba de ello es que durante la investigación de esta Operación Mozarella han robado no solo en cajeros, sino en todo lo que se ponía a tiro, como una tienda de gafas o un concesionario de coches. Pero su otra gran especialidad es el robo de vehículos, una tarea imprescindible para llevar a buen puerto el robo de los cajeros.
¿También robaban coches?
Cada uno de los asaltos a cajeros requiere del robo de dos o tres coches de alta gama. Vehículos potentes y muy rápidos. BMW, Mercedes, Audi, Range Rover, Alfa Romeo… Para ello emplean herramientas sofisticadas de última generación, como inhibidores de frecuencia pata anular alarmas o raquetas para detectar GPS. Para robar los vehículos, abren las puertas con un extractor de bombines y una vez dentro del coche conectan unos dispositivos capaces de copiar los códigos de arranque del coche a una llave virgen y de esta manera cuentan en pocos minutos con una llave para abrir, cerrar el coche y arrancarlo. De hecho, cuando los roban los mueven y los suelen dejar enfriándose en algún lugar.
¿Qué quiere decir enfriar los coches?
En muchas ocasiones, los roban y los dejan aparcados en alguna zona segura para ellos hasta que los vayan a utilizar en los robos. En este caso, su lugar de seguridad era Seseña. En ocasiones, a la hora de dar el palo y para evitar ser interceptados por alguna patrulla policial que detecte la matrícula del coche robado, doblan las placas. Es decir, fabrican una matrícula que corresponde a un coche del mismo modelo y color. Y después del golpe lo que hacen es destruir los coches: o bien los queman o los rocían con polvo de extintor para que a la policía le resulte imposible hallar pruebas.
Es decir, que dentro de la banda había consumados especialistas en esos robos de coches y, supongo también, que en conducirlos.
Es el papel más importante de la banda, que tiene perfectamente repartidos los roles, como buena organización criminal. Este grupo contaba con un número uno, uno de los mejores conductores del hampa, Pedro Blázquez, un madrileño de treinta y dos años, residente en Leganés que es un fenómeno al volante. John Martín, otro de los objetivos principales de la operación, es otro consumado especialista en el robo de coches y en conducción.
¿Por qué decís que el papel del conductor es tan importante en estos grupos?
Es la persona que dirige y toma la mayoría de las decisiones acerca de cuándo, dónde y con qué medios van a perpetrarse los robos. También decide qué personas van a formar parte del grupo y suele ser el que negocia directamente con los receptadores cuando el botín no es dinero en efectivo. El papel del conductor es el rol más
valorado por parte de los componentes de estos grupos. De él depende evitar que el vehículo en el que los autores de estos hechos se desplazan, sea interceptado por la Policía. Nunca abandonan su puesto, manteniendo el vehículo arrancado y dispuesto para huir del lugar con las puertas abiertas en caso de ser detectados por la Policía. Por ello, casi nunca entran en los escenarios de los robos.
Robos de coches, de tiendas, de cajeros… ¿Había algún otro palo que tocasen estos delincuentes?
Los secuestros exprés, los amarres. La investigación de la Policía ha permitido averiguar que John Martín, Raúl Oviedo y David Baeza, componentes del grupo de ladrones de cajeros, se asociaban puntualmente con otra banda, liderada por Álvaro Triguero, un madrileño de treinta y cinco años. Este grupo estaba especializado en vuelcos, es decir, en robar droga y dinero a otras organizaciones criminales. Para ello, se hacían pasar por policías: tenían placas, chalecos, armas y hasta mascarillas de las que utiliza la Policía. Simulan controles de alcoholemia, paran coches o entran en naves o en viviendas con estos disfraces de policías full y llevan a cabo los robos. Por eso, en los últimos tiempos, algunos asaltos de la policía han registrado tiroteos; porque los malos creen que quien ha llegado no es la Policía, sino otros delincuentes.
¿Y este grupo desmantelado ahora por la Policía se dedicaba a robar a otras organizaciones?
Estaba especializado en eso, pero lo que los atribuye en esta operación es dos robos con secuestros a empresarios de nacionalidad china, cometidos en la provincia de Málaga en marzo y abril de este año. Los dos palos fueron posibles gracias a que John Martín tenía un santo, es decir, un tipo que le informaba sobre cuándo las víctimas podían llevar una buena cantidad de dinero en efectivo encima. Este santo se llevaba una buena tajada, en torno al treinta por ciento, del botín de cada golpe santeado por él.
¿Cómo fueron estos secuestros?
El primero de ellos fue el cometido el día 9 de marzo de 2023 en la localidad de Vélez Málaga. Un ciudadano chino fue abordado a las puertas de su casa por un grupo de delincuentes que se hicieron pasar por policías, armados con pistolas y exhibiendo chalecos y placas policiales. Le dijeron que estaba acusado de blanqueo de dinero y lo introdujeron a la fuerza en un vehículo. Allí, lo maniataron con bridas, lo llevaron a un descampado y le dieron una paliza para que revelase el lugar en el que ellos pensaban que guardaba mucho dinero en efectivo. Finalmente, le quitaron 1.270 euros que llevaba encima y lo liberaron. Horas después, los dos coches robados que emplearon en estos hechos fueron encontrados completamente calcinados.
Así que ese golpe no les salió demasiado bien, supongo que porque la información del santo no era del todo buena. Hay otro segundo secuestro.
Y esta vez la información fue mejor. El 12 de abril, el mismo grupo asaltó en el polígono Guadalhorce de Málaga a otro ciudadano chino. Llevaban dos coches robados a los que habían doblado las matrículas. A esta víctima la vigilaron hasta que averiguaron que llevaba encima una buena cantidad de dinero, treinta mil euros en efectivo y otros 3.400 en un pagaré. La víctima contó en comisaría que tras haber cobrado varias deudas de varios establecimientos, fue abordado por dos vehículos que le cerraron el paso por delante y por detrás y sus ocupantes le fracturaron simultáneamente las ventanillas izquierdas y lo sacaron del coche a la fuerza. Tras robarle el dinero que llevaba encima, también se apoderaron de su coche, un Audi Q7.
Entiendo que la operación acabó con las pruebas suficientes como para imputar muchos delitos a estos quince detenidos: robos, secuestros…
En la operación hubo, como dices, quince detenidos y veintitrés registros. En los domicilios y locales registrados se ha encontrado una montaña de pruebas: armas de fuego y tracas y petardos, grilletes, chalecos y placas de policías… Y más de 40.000 euros en efectivo, de los cuales seis mil estaban tintados con una tinta que permite su rastreo. Así que, como ves, un montón de evidencias que, sin embargo, y esto es inexplicable, no ha servido para que todos estos delincuentes sigan en prisión. Algunos de ellos pasaron unas pocas semanas en la cárcel, pero ahora mismo todos están en libertad y, sospechamos, preparando el próximo palo.