Operación Lavandeira: los viajes en el tiempo de la Guardia Civil para detener al asesino de Elisa Abruñedo
Manu Marlasca y Luis Rendueles nos hablan de uno de esos casos que solo parecen posibles en las series. Es la resolución de un asesinato cometido hace 10 años sin más pistas que la información genética encontrada en la víctima. Una investigación que ha sido un auténtico rompecabezas.
Un violador y asesino, el hombre que en 2013 atacó y mató a Elisa Abruñedo en la comarca de Ferrol, logró vivir diez años con su secreto. Finalmente, la Guardia Civil le puso cara, color de pelo y nombre, Roger Serafín Rodríguez Vázquez, la semana pasada. En el territorio negro de hoy, Manu Marlasca y Luis Rendueles, buenas tardes, nos van a hablar de la Operación Lavandeira y de los viajes en el tiempo, hacia el pasado y hacia el futuro, que ha hecho la Guardia Civil para encontrar y detener a ese asesino.
Nos situamos en la zona de Ferrol, en las rías Altas gallegas. Allí hay un pueblecito muy tranquilo, Cabanas, fascinante, dentro de un parque natural con unos bosques, las fragas de Eume, un sitio tranquilo y precioso
Un sitio donde nunca o casi nunca había crímenes. Allí vivía Elisa Abruñedo, una mujer de 46 años, que era gerocultora, cuidaba ancianos, estaba casada y tenía dos hijos. A Elisa le gustaba salir a pasear cerca de su casa, allí en Cabanas. Solía hacerlo con su marido, pero el domingo 1 de septiembre de 2013 el hombre se fue a un entierro de un conocido. Elisa salió sola a dar un paseo y ya nunca volvió. Su cadáver, con tres puñaladas en el pecho, fue encontrado en unas zarzas, a unos 300 metros de su casa.
Estamos en septiembre de 2013, hace diez años y un mes. ¿Cómo empiezan las investigaciones de la Guardia Civil?
La Guardia Civil de Coruña analiza primero el entorno de la mujer, ve que ahí no hay nada de interés policial. Busca entre vecinos, piensan que el asesino tiene que ser alguien que conozca la zona, también puede ser un cazador que frecuente los bosques cercanos… Tienen dos pistas para empezar a trabajar. El asesino ha utilizado un cuchillo que usan también los cazadores para desollar a los animales que matan y además ha dejado su huella genética, su ADN, en el cuerpo de su víctima.
¿Pero ese ADN en un primer momento no coincide con ningún delincuente sexual de los que están fichados?
Se coteja el ADN con la base de datos y da negativo. El violador y asesino de Elisa Abruñedo no está fichado, no consta que haya cometido delitos graves antes de 2013. Los investigadores tienen que seguir buscando a la antigua. Un testigo les habla de un citroen zx que andaba por la zona el día del crimen… Es un coche muy común, demasiado común y no se logra poner nombre al asesino aunque hay decenas de hombres bajo la lupa de la Guardia Civil. La Unidad Central Operativa se incorpora también a la operación Lavandeira.
Pasa el tiempo, los nombres de los sospechosos del asesinato de Elisa se van cayendo, se descartan por unos u otros motivos...
En el año 2021, más de siete años después del crimen, la Guardia Civil decide dar un paso más
El asesino había salido impune, casi todas las vias de investigación parecían estancadas. Entonces se decide hacer un anuncio en la comarca. Se pide a todos los vecinos mayores de 18 años que den una muestra de su ADN para tratar de resolver el crimen. Decenas de hombres se presentan voluntarios y dejan su huella genética a la Guardia Civil
Pero imagino que el asesino, si es que vivía en la zona o al menos la frecuentaba, no dejaría su ADN voluntariamente. Ninguno de los ADN que dejaron los vecinos coincidía con el del asesino de Elisa. Pero hubo uno que sí tenía una coincidencia pequeña, un porcentaje pequeño en su cadena genética. Es decir, uno de los voluntarios que había dado su muestra a la Guardia Civil era un familiar del asesino. Eso sí, lo que nos cuentan es que se trata de una coincidencia pequeña, un porcentaje muy bajo, de forma que el vecino no era hermano ni padre ni tío del asesino. Había un dato nuevo, pero no era fácil explorarlo.
Y aquí la Guardia Civil tira de imaginación ¿no?
Los investigadores tienen ese ADN de alguien cercano al asesino y deciden buscar, reconstruir el árbol genealógico de ese voluntario de la zona, que es inocente del crimen, pero del que están seguros que es pariente del asesino. Van a la mejor fuente posible para encontrar el pasado de esa comarca gallega. El Archivo Histórico Diocesano de Mondoñedo, en Lugo, un verdadero tesoro que guarda la historia, pequeña y grande, también los secretos familiares, de todos los vecinos de la zona.
Ese archivo debe de tener una cantidad ingente de documentos… El reverendo colabora y deja que la guardia civil investigue en ellos… ahí debe de haber secretos de muchos vecinos de la zona. Son 10.000 documentos que custodia el reverendo Félix Villares Mouteira. Hay partidas de bautismo, certificados de defunción, testamentos si los hubiera. Ahí aparecen nombres de los recién nacidos, quiénes son sus padres, sus abuelos, sus padrinos. Es un viaje fascinante al pasado de la comarca. Los guardias civiles rastrean la familia de ese ADN hacia atrás, hasta la época del Concilio de Trento, en el siglo XVI. En ese viaje encuentran mujeres que llevan primero el apellido de su madre, hay recién nacidos con padres que no son… y hay mujeres espontaneadas.
Una historia tremenda, las mujeres espontaneadas, de la Galicia de los siglos XVIII y XIX
Admitían que iban a tener un hijo fuera del matrimonio y las autoridades les daban un salvoconducto que en teoría servía para que no fueran insultadas ni desterradas.
Y buscando la historia de la familia de este asesino del siglo XXI la Guardia Civil fue encontrando todas esas historias de la Galicia antigua. Pero es que el Archivo de la iglesia en la catedral de Mondoñedo fue una mina para los investigadores porque en muchos casos de estas mujeres espontaneadas o espontáneas, se anotaba, eso sí, con discreción, el nombre del verdadero padre de las criaturas, de forma que pudieron seguir el rastro genético y familiar.
Un año después de esa búsqueda casi antropológica, la Guardia Civil ya tiene un digamos linaje familiar al que pertenece el asesino de Elisa en 2013
Nos situamos ya en el año 2022, han pasado nueve años del crimen. Lo que ocurre es que el asesino, como se comprueba luego, pertenece a la familia de los Rodríguez
Con ese dato, con ese grupo familiar, los investigadores viajan de nuevo, esta vez hacia el presente más rabioso, hacia lo que será el futuro en las investigaciones criminales. Las pruebas de ampliación de ADN. Recurren a los mejores genetistas criminales de España, el instituto de Ciencias Forenses Luis Concheiro, que está en Santiago de Compostela. Allí envían el ADN del asesino de Elisa que recogieron en 2013, las técnicas han evolucionado y en el laboratorio se podrá ampliar ese ADN
La ampliación de ADN no permite poner nombre al asesino, pero sí, y esto parece ciencia ficción, dibujar algunas de sus características genéticos e incluso físicas…
Esa ampliación de ADN puede determinar si el asesino es de origen norteafricano, por ejemplo, como sucedió en el crimen de Eva Blanco, en Madrid. Puede situar la franja de edad posible del asesino cuando cometió el crimen, puede incluso señalar que tiene los ojos oscuros y apuntar hacia el color de su pelo. En este caso, lo que determinó, y ha sido fundamental en la operación, es que el asesino de Elisa Abruñedo tenía que ser pelirrojo. Y es pelirrojo.
Una ampliación de una prueba de ADN nos puede decir el color de pelo de un asesino del que no tenemos el nombre
Si el asesino es pelirrojo, sí. Lo que nos han explicado es que los pelirrojos tienen lo que se llama el gen del pelirrojo.
Es una mutación de uno de los genes, el MC1R, que hace que algunas personas tengan ese color de pelo. En España hay un uno por ciento de pelirrojos, en Galicia esa proporción supera el 3 por ciento.
La Guardia Civil tiene el linaje familiar del asesino, que se apellida Rodríguez Vázquez, y tiene el dato de que es un hombre pelirrojo ¿ahí se pone nombre y cara al sospechoso de haber matado a Elisa diez años atrás?
El nombre de Roger Serafín Rodríguez Vázquez, soltero, 49 años, treinta y nueve cuando cometió el asesinato, que vive con su padre y trabaja en una cadena de montaje de los astilleros Navantia en Ferrol, ya estaba en la lista de sospechosos un año y medio atrás. Este pasado verano es cuando se convierte en el único sospechoso. Y finalmente fue detenido la semana pasada.
Roger es un tipo huraño, solitario, muy aficionado a la caza, recordemos que Elisa fue asesinada con un cuchillo de cazador. Tanto su padre como él conocían la comarca muy bien. Ahora vivían en Narón. De su casa los investigadores se llevan varias escopetas y cuchillos de caza. Un año después del crimen, este hombre comenzó una relación con una mujer, que aun mantenía. Ha seguido digamos viviendo y trabajando de forma normal hasta que ha sido detenido y ha confesado ser el asesino de Elisa Abruñedo. Ha seguido también estos años yendo a cazar a la zona donde la asaltó y la mató.
¿Se sabe por qué mató a esa mujer, a Elisa?
No. No tenía ninguna relación con ella, no eran amigos, quizá podía conocerla de vista, pero nada más. Simplemente ha dicho que regresaba de una batida de caza por la zona, que se encontró a Elisa y que sintió una especie de impulso y la atacó. No parece un crimen demasiado impulsivo, porque se la llevó a algún lugar y luego devolvió el cuerpo a unas zarzas próximas a la casa de la víctima. Lo cierto es que este hombre no tiene antecedentes penales por ningún delito antes de matar a Elisa en 2013 y tampoco ha sido investigado por ningún otro delito en estos diez años.
Ahora se estarán investigando otros casos de violaciones o de asesinato que puedan estar sin resolver por la zona
Exacto. Hay una mujer en la zona de Oleiros que fue agredida por un hombre del que dijo que era pelirrojo en su momento. Y sobre todo hay un crimen sin resolver, aunque es en la provincia de Orense. Socorro Cea, una mujer que había salido a hacer deporte el 2 de mayo de 2015 fue encontrada por unos cazadores en el monte del Seminario. Alguien la había violado y asesinado. Es un caso que está sin resolver, ya han pasado ocho años.